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Coronación de Carlos III

Así fue la coronación de Isabel II, la primera televisada de la historia del Reino Unido

LAURA GÓMEZ DÍAZ
6 min.

Con solo 11 años, en 1937, la entonces princesa Isabel vio cómo su padre, el rey Jorge VI, fue coronado en una elaborada ceremonia. Lo que no sabía esa niña era que 16 años después, el 2 de junio de 1953, se celebraría su propia coronación.

Jorge VI falleció en febrero de 1952 cuando Isabel se encontraba en Kenia, el primer país de la gira de la Commonwealth que estaba llevando a cabo. De esta forma, la princesa se convirtió en la primera soberana en más de 200 años en ascender al trono mientras se encontraba en el extranjero. Sin embargo, no fue hasta casi un año y medio después cuando se celebró la coronación oficial de Isabel II.

Al igual que en los anteriores 900 años, la coronación de Isabel se celebró en la Abadía de Westminster, aunque hubo algo inédito en ella. Fue la primera coronación televisada y fue vista por 27 millones de personas solo en Reino Unido, aunque también tuvo varios millones de espectadores más de otras partes del mundo.

Con solo 27 años y en una gran ceremonia con todo tipo de detalles, Isabel II se convirtió de forma oficial en la reina de Inglaterra y lo sería durante 70 años.

Una procesión de 7,2 kilómetros

Las lluvias torrenciales de ese día no evitaron que una multitud de personas se reunieran en las calles de la capital británica para ver pasar a la reina. Varias personas incluso acamparon en The Mall, la avenida que une el palacio de Buckingham y Trafalgar Square.

El día de la coronación comenzó con la reina saliendo del palacio de Buckingham hasta la Abadía de Westminster en la carroza 'Gold State', de unos 200 años, tirada por ocho caballos grises llamados Cunningham, Noah, Tovey, Tedder, Eisenhower, Blancanieves, Tipperary y McCreery.

En alguna ocasión, Isabel II contó lo incómoda que le resultó la carroza cuando se usó para su coronación.

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En la procesión acompañaron la carroza cerca de 30.000 hombres: 3.600 de la Marina Real, 16.100 del Ejército y 7.000 de la Real Fuerza Aérea, así como 2.000 militares de la Commonwealth y 500 de las colonias.

Cuando finalizó la ceremonia en la Abadía de Westminster, la coronada reina desfiló por las calles de Londres, pasando por Oxford y Regent Street.

Más de seis horas después de salir, la reina volvió al palacio de Buckingham. Salió al balcón luciendo la corona del Estado imperial ante los gritos de la multitud.

La ceremonia

El servicio religioso de la coronación comenzó a las 11:15 horas y duró cerca de tres horas. Estuvieron presentes representantes de la Cámara de los Comunes, el primer ministro británico y representantes de otros países, entre otros.

Al llegar a la Abadía de Westminster, la reina caminó por el pasillo sola al son de 'I was glad', compuesta por Hubert Parry. La ceremonia fue dirigida por el arzobispo de Canterbury, Geogffrey Fisher.

Después de realizar una plegaria, Isabel se sentó en el trono y los obispos fueron entregándole objetos religiosos -un cáliz, una patena y una biblia- y en la ceremonia uno de los momentos más destacados fue la unción, que fue considerado tan sagrado que no se permitió que las cámaras de televisión lo grabaran. Estos instantes del servicio fueron acompañados por trompetas y gritos de 'Dios salve a la reina'.

Los obispos también le entregaron los símbolos del poder real: el orbe real, las espadas y cetros ceremoniales y, por supuesto, la corona de San Eduardo. Esta corona, que fue fabricada para la coronación de Carlos II y que pesaba cerca de 2 kilos, fue colocada sobre la cabeza de Isabel II a las 12:34 horas. Después de la corona, el orbe fue la pieza de ajuar más importante. Se trata de un globo de oro con una cruz ceñida por una banda de diamantes.

En el dedo anular de la mano derecha de la reina, de acuerdo con la tradición, se colocó el anillo de la coronación, hecho para la coronación del rey Guillermo IV en 1831 y que ha sido empleado en todas las coronaciones desde entonces, excepto en la de la reina Victoria debido al pequeño tamaño de sus dedos. A este ritual le siguió el disparo de salvas de cañón desde la Torre de Londres.

Todos estos instantes del servicio fueron seguidos por trompetas y gritos de 'Dios salve a la reina' y 'Larga vida a la reina Isabel'.

A diferencia de una reina consorte, el marido de una monarca no es coronado en la ceremonia de la coronación. El duque de Edimburgo fue el primero en presentar sus respetos a la reina e inmediatamente después lo hicieron los arzobispos y obispos.

La reina salió de la Abadía con la corona del Estado imperial a las 14.35 horas.

El vestido de Isabel II

Diseñado por el diseñador de moda británico Norman Hartnell, el vestido de la coronación de Isabel estaba confeccionado en satén blanco y llevaba bordado los emblemas de Reino Unido, así como de la Commonwealth, en hilo de oro y plata.

Además, en el camino a su coronación, Isabel empleó la Diadema Estatal de Jorge IV, la corona representada en los sellos que tiene rosas, tréboles y cardos con más de 1.300 diamantes y casi 170 perlas.

Durante la ceremonia, la monarca se vistió primero con un colobium sindonis -una túnica blanca sin mangas-, una prenda de lino y una túnica de tela dorada llamada dalmática.

En el camino de regreso al palacio de Buckingham, Isabel II usó una túnica morada, cuyo bordado llevó un total de 3.500 horas elaborarlo a un equipo de 12 costureras de la Real Escuela de la Costura.

La primera coronación televisada

Por petición de la propia Isabel II, la ceremonia de la coronación fue retransmitida por radio para todo el mundo y, por primera vez, fue televisada.

La cobertura de la cadena británica de televisión BBC supuso un gran avance para la historia de la comunicación.

Especiales informativos RNE - Isabel II: la primera coronación televisada - Escuchar ahora

Gracias a la televisión, el significado y el esplendor de la coronación pudo llegar a millones de personas de todo el mundo. Se estima que en Reino Unido -que en ese momento tenía poco más de 36 millones de habitantes- alrededor de 11 millones de personas escucharon el evento por la radio y unos 27 millones vieron la ceremonia por televisión.

A este acontecimiento histórico acudieron 500 fotógrafos y más de 2.000 periodistas de hasta 92 países. Entre ellos se encontraba una periodista que trabajaba para el 'Washington Times-Herald' llamada Jacqueline Bouvier, quien unos años más tarde pasó a ser Jackie Kennedy, la primera dama de Estados Unidos.

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