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Estibaliz Urresola, una mirada propia dentro de una generación única que triunfa con '20.000 especies de abejas'

  • La cineasta estrena la película ganadora del Festival de Málaga y que cuenta con participación de RTVE

  • Protagonizada por Patricia López Arnaiz y la niña Sofía Otero, premiada con el Oso de Plata en Berlín

ESTEBAN RAMÓN
6 min.

Buena parte de lo mejor del nuevo cine español ha pasado por Berlín donde, en la última década Carla Simón, Pilar Palmero o Alauda Ruiz de Azúa estrenaron sus óperas primas. 2023 mantiene la apuesta y ya ha coronado a Estibaliz Urresola (Llodio, 1984), que esta semana estrena en cines su ya multipremiada 20.000 especies de abejas: una mirada luminosa sobre la infancia trans que derriba cualquier prejuicio a base de empatía y delicadeza.

Técnicamente, 20.000 especies de abejas, es una ópera prima, pero Urresola no solo cuenta con una sólida experiencia de cortometrajista (su cortometraje Cuerdas fue seleccionado en Cannes y nominado al Goya) sino que su cine es especialmente maduro. La autoría de Urresola no solo está en su mirada sino en la minuciosa documentación con la que aborda los temas que trata.

La película acompaña a ‘Cocó’ (Sofía Otero) una niña de ocho años llamada Aitor al nacer pero que quiere ser llamada Rocío. Durante un verano con su abuela y su tía trata de entenderse, y, sobre todo, que las miradas que la rodean la entiendan.

Sofía Otero y Patricia López Arnaiz en '20.000 especies de abejas'

Patricia López Arnaiz interpreta a la desorientada madre, que a su vez forma parte de un poliédrico retrato de mujeres de distintas generaciones que en mayor o menor medida han vivido diferentes formas de renuncias.

El proyecto nació en 2018, cuando el suicidio de Ekai, un adolescente de 16 años, conmocionó a la cineasta y a la sociedad vasca. El largo proceso de producción de la película –con retrasos pandémicos incluido- ha hecho coincidir su estreno con la aprobación de la Ley Trans, cuya necesidad ilustra mejor la película que cualquier información periodística. Porque la película no está en absoluto cargada de mensaje ni pretensiones aleccionadoras, sino que pretende humanizar a través de un realismo tras el que se esconde mucho trabajo.

Feminismo, ecologismo y diversidad se filtra en sus cortometraje y sus primera película, unas preocupaciones que enlazan con su generación y, más aún, con las posteriores y las que vendrán. “Hay que profundizar para que pueda provocar una brecha para que en la sociedad se abra la posibilidad de imaginar otras realidades”.

De la vocación de Bellas Artes al cine

Dice la cineasta que fue durante su infancia y adolescencia sus intereses eran la escritura y el dibujo. Estudiar Bellas Artes era su vocación, pero terminó por estudiar Comunicación Audiovisual pensando que podía ofrecer más salida. Fue en la carrera cuando se enamoró del cine, aunque todavía dibuja con precisión los planos que va a rodar y echa en falta tiempo para la literatura y la pintura.

Estibaliz Urresola, directora de '20.000 especies de abejas' (2023)

“Fue un profesor en el que me transmitió pasión por el lenguaje del cine y aprendí a leer las películas, cómo articular la luz, el sonido, los motivos narrativos… me pareció encontrar un universo de simbolismos que me fascinaban”, recuerda. “Me marcó descubrir a Buñuel y el surrealismo. Y el neorrealismo italiano, porque colocaba en el centro a personajes que hasta ese momento de la historia del cine no aparecían, como niños y mujeres, y además con una estética y relación con lo social y lo cotidiano muy fuerte”.

Ese naturalismo define su cine, próximo a muchas de sus compañeras de generación que, cada una a su estilo, ha depurado un realismo en el que incluyen en mayor o menor medida aspectos personales que, en el caso de Urresola, se filtra en su universo vasco, rural e industrial, en el que creció. “Creo que el naturalismo no está reñido con la ambición. Entraña una complejidad muy fuerte a la hora de trabajar todos los procesos como la cámara, sonido o actores que a lo mejor en otros lenguajes no prima tanto”, desarrolla.

Una investigación detallada

Para el cortometraje Cuerdas, la directora ensayo durante largo tiempo con un coro real de mujeres de las que se sirvió como actrices no profesionales. Urresola trabaja desde el rigor el proceso de documentación se convierte en un su manera de comprender todas las aristas de los temas que aborda.

Sofía Otero interpreta a una niña que pasa el verano entre colmenas

“A través de la Asociación de familias de trans de Euskadi conocí niños y niñas en la franja de edad entre 5 y 10 años y empecé a hacer entrevistas. En 2018, el conocimiento general de la infancia trans no era el que tenemos ahora, afortunadamente. Incluso a mí, llegar a conocer a niños de 4 años que ya se identifican con un género distinto me generaba preguntas sobre la identidad, cuerpo y género”.

Sofía Otero, un milagro de nueve años

El casting por el que Sofía Otero entró en la película forma parte ya de la historia del cine español. Presente en las primeras sesiones, la directora tuvo claro que tenía que participar en la película, pero no de protagonista porque su carácter expansivo no parecía encajar con el personaje. Hasta que y el resto es conocido: su presencia en pantalla es milagrosa y el Festival de Berlín tuvo que rendirse y premiar por primera vez una intérprete tan joven.

Sofía Otero gana a sus 9 años el Oso de Plata a la mejor interpretación por '20.000 especies de abejas'

“Fue algo especial ver ese reconocimiento a su trabajo”, recuerda Urresola. “Porque los niños no solo están jugando a interpretar, ahí hay mucho de lo que ella ha puesto de sí misma, de disciplina, de mantener la energía, de incorporar mucha técnica también”. El premio en Berlín no podrá ser secundado en los Goya, por ejemplo, cuyo reglamento impide que los menores de 16 años sean nominados. “Como no paro de hablar de la diversidad, me parece natural que haya diversidad a este respecto”, comenta la directora.

La diversidad el cine trilingüe

El éxito de As bestas ha abierto un camino en muchos sentidos. No solo en la vuelta del cine adulto del público español a las salas, sino también, al contrario que Alcarràs, en su apuesta por no doblar y mantener la lengua original. Si la película de Sorogoyen combinaba francés, gallego y castellano, 20.000 especies de abejas refleja la confluencia de euskera, francés y castellano que convive con naturalidad en la zona fronteriza.

Las mujeres de la familia también se enfrentan a sus renuncias

La película se inicia en el País Vasco francés, desde donde la madre viaja con sus hijos a veranear al País vasco español “Como es una película sobre identidades, me parecía interesante representarla alrededor de la frontera, donde hay mucha diversidad. Además, el euskera elude la declinación de género en sus adjetivos y en el uso de la tercera persona, lo que permite al personaje expresarse en algún momento desde un lugar en el que no siente incómodo con el binarismo tan rígido del castellano”, explica.

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