La realizadora Estibaliz Urresola aleja con modestia el marchamo de nuevo “milagro” del cine español que orbita sobre su ópera prima, 20.000 especies de abejas. Un retrato delicado y realista sobre la infancia trans que ha cosechado el aplauso en Berlín donde su protagonista de 9 años, Sofía Otero, ha ganado el Oso de Plata a la mejor interpretación y dedicaba el premio en un tierno discurso a toda su familia.
"Es una de las experiencias más conmovedoras que he vivido. Al ser tan coral la película, las personas se conectan con un personaje u otro. En Alemania mucha gente nos dijo que les había tocado mucho y que iban a hablar con sus madres”, recuerda la directora vasca.
20.000 especies de abejas se asienta como favorita para replicar el triunfo en el Festival de Málaga donde se ha presentado este jueves. “Una celebración de la diversidad y las identidades” de corte naturalista, que comparte conexión con el ideario cinematográfico del Alcarràs de Carla Simón y su paso por la Berlinale, y descansa en la luz de Sofía Otero.
“Desde que la tuve delante en el casting me di cuenta de que era ella porque su forma de comunicarse es muy limpia y directa. Comprendía rápido los matices y entendí que tenía un universo emocional muy rico”.
Otero es la pequeña Cocó, llamada al nacer Aitor, que pasará un verano mientras sus padres se separan en un bucólico pueblo fronterizo del País Vasco (la película mezcla con fluidez euskera, una pizca de francés y castellano en una nueva metáfora sobre las identidades).
¿Quién soy yo?, se pregunta Cocó que quiere ser llamada Lucía mientras su madre Ane (Patricia López Arnaiz), una escultora en crisis que ha renunciado a sus sueños, y sus abuelas, encajan lo que ocurre a su manera mientras encaran sus propios peajes generacionales.
"Al principio mi personaje tiene mucha presión y está un poco despistada sobre lo que le pasa a la niña, no consigue verlo, pero esa necesidad que tiene la hija que está reclamando el ser vista o nombrada como ella quiere por los demás, va a hacer que la madre vea su propia necesidad de encontrar su identidad como artista", explica López Arnaiz.
La tía Lourdes, interpretada por Ane Gabarain, cuida de las abejas y las usa para fines medicinales. Es un verso suelto y la primera que en comunión con la naturaleza conecta con la niña. Una catarsis que envolverá a esta colmena de mujeres y que obra la magia narrativa de la empatía súbita.
“Al final lo que consigue el personaje de Lucía es que todo su entorno se mire al espejo con honestidad y se cuestione sus valores y sus relaciones pasadas. Salta un poco todo por los aires. Con su tía creo que conecta tanto porque son dos almas perdidas”, detalla Ane Gabarain (Patria).
"Las narrativas sobre identidades trans siempre se enfocan más en el dolor, y no tanto en el aprendizaje y es algo que ocurre en este grupo familiar", completa Estibaliz Urresola.
“Quería proponer una nueva mirada sobre esta realidad que muchas veces si no la tienes cerca no la entiendes. Las familias que entrevisté me dijeron que eran ellos los que habían cambiado su forma de mirar y no sus hijos e hijas en el tránsito”, añade Urresola que investigó en paralelo durante cinco años con la Asociación de Familias de Menores Trans de Euskal Herria. La carta de suicidio de un joven que reclamaba un tratamiento hormonal en 2016 se convirtió en la génesis de la historia.
Las abejas y sus metáforas
El simbolismo del universo de las abejas fluye en capas ensambladas con sutileza, desde el título de la cinta a la colmena como trasunto de la complejidad de los tejidos familiares y su onda expansiva social.
“Las abejas eran un animal sagrado en las baladas antiguas vascas. Me pareció una imagen fértil y polisémica porque son además insectos garantes de la biodiversidad. Y la colmena es mucho más que una suma de individuos, cada uno tiene un papel específico. Es esta dialéctica de las relaciones familiares donde negociamos nuestras diferencias”, añade la realizadora del aclamado corto Cuerdas.
La reciente aprobación de la ‘Ley Trans’ coincide con el camino de éxito consciente de la que ya es una de las películas del año, que cierra con un final hermoso en un canto al renacimiento a través de la identidad.
“Creo que queda mucho para seguir profundizando y dando más cobertura a todas las cuestiones que están relacionadas con este tema y que tenga un calado social. No sólo que se quede en la polémica, sino que también pueda provocar una brecha para que en la sociedad se abra la posibilidad de imaginar otras realidades”, concluye Estibaliz Urresola.
20.000 especies de abejas está participada por RTVE y llega a los cines el 21 de abril.