El cine español sigue volando alto en 2023. Cuando se cumple un año del triunfo de Alcarràs, en la Berlinale, la competición por el Oso de Oro aplaude a 20.000 especies de abejas, la ópera prima de Estibaliz Urresola en la que firma un realista, delicado y emotivo registro de la infancia de una niña trans de ocho años y del proceso de asimilación de su entorno familiar.
Ambientada en al País Vasco (español y francés) 20.000 especies de abejas acompaña a ‘Cocó’ (Sofía Otero) una niña de ocho años llamada Aitor al nacer pero que quiere ser llamada Rocío. Durante un verano con su abuela y su tía trata de entenderse, y, sobre todo, que las miradas que la rodean la entiendan.
Patricia López Arnaiz interpreta a la desorientada madre, que a su vez forma parte de un poliédrico retrato de mujeres de distintas generaciones que en mayor o menor medida han vivido diferentes formas de renuncias.
El origen de 20.000 especies de abejas se remonta a 2016, cuando a Estibaliz Urresola le noqueó la noticia del suicidio de un joven de 2016 que buscaba un tratamiento hormonal. “Dejó una carta que me emocionó mucho porque, obviamente era muy triste, pero proyectaba esperanza hacia las generaciones que venían detrás, esperando que encontrasen un lugar más habitable y con más aceptación para niños trans en su situación”, recuerda la directora en una entrevista con RTVE.es.
Como sucedía en su cortometraje Cuerdas (seleccionado en Cannes y nominado este año al Goya), Urresola trabaja desde el rigor con los temas que aborda. “A través de la Asociación de familias de trans de Euskadi conocí niños y niñas en la franja de edad entre 5 y 10 años y empecé a hacer entrevistas. En 2018, el conocimiento general de la infancia trans no era el que tenemos ahora, afortunadamente. Incluso a mí, llegar a conocer a niños de 4 años que ya se identifican con un género distinto me generaba preguntas sobre la identidad, cuerpo y género”.
La película está emparentada con el cine naturalista de Carla Simón o Pilar Palomero, pero tiene su propia mirada sutil y también una apuesta por un desarrollo más marcado de la trama. También su propio territorio. Si los Goya de 2022 hablaban catalán y gallego, en 2023 seguramente el euskera, castellano y un poco de francés de 20.000 especies de abejas.
“Como es una película sobre identidades, me parecía interesante representarla alrededor de la frontera, donde hay mucha diversidad. Además, el euskera elude la declinación de género en sus adjetivos y en el uso de la tercera persona, lo que permite al personaje expresarse en algún momento desde un lugar en el que no siente incómodo con el binarismo tan rígido del castellano”, explica.
En una coincidencia temporal, la película se estrena en Berlín la misma semana que se apruebe la Ley Trans y 20.000 especies de abejas es una muestra más de que la ficciónl ayuda más a empatizar que 20.000 titulares y debates.