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Guerra en Ucrania

El difícil equilibrio del grano ucraniano: precios, hambre, poder e imagen

  • El acuerdo entre Moscú y Kiev para permitir la salida del trigo ucraniano cumple ocho meses

  • El pacto ha logrado estabilizar los precios internacionales, pero el hambre sigue azotando a algunas regiones

VÍCTOR GARCÍA GUERRERO
8 min.

El acuerdo entre Rusia y Ucrania, con supervisión de la ONU y Turquía, para permitir la salida del grano ucraniano cumple ocho meses. Kiev y Moscú se benefician de un pacto que ha logrado estabilizar los precios internacionales, aunque el hambre sigue azotando a distintas regiones del mundo.

El acuerdo del grano de Ucrania -Iniciativa del Grano del Mar Negro, según la terminología oficial- sigue prorrogándose, aunque con crecientes presiones de Rusia, que se queja de que no se cumple la parte que más podría beneficiarla en términos comerciales.

"El acuerdo, desde el punto de vista de estabilizar los precios internacionales, ha sido muy positivo'', explica a TVE Enrique Yeves, exdirector de la FAO en España y actual director del independiente Instituto de Estudios de las Naciones Unidas. Yeves recuerda que, con la invasión y el cierre de puertos, "los precios de los alimentos se dispararon y el índice de precios de alimentos de la FAO llegó a niveles que nunca se habían alcanzado. En cuanto se firmó el acuerdo, se volvió a los precios más o menos normales en los mercados internacionales''.

El pacto del grano fue firmado en julio de 2022 por Rusia y Ucrania, con la supervisión de la ONU y Turquía. El propio secretario de la ONU se empeñó en ello desde casi el inicio de la guerra, cuando llegó a alertar de un "huracán de hambruna'', en caso de que los cereales ucranianos siguiesen bloqueados en el país invadido.

De los puertos Odesa, Chornomorsk y Yuzhny/Pivdennyi han partido ya más de 800 buques cargados de grano. Los barcos ucranianos guían a los cargueros hasta las aguas internacionales del Mar Negro, evitando las zonas minadas. A continuación, los cargueros se dirigen a Estambul por el corredor humanitario marítimo acordado. Tanto los barcos que van como los que vienen de Ucrania son inspeccionados en Estambul por equipos formados por inspectores rusos, ucranianos, turcos y de la ONU.

Hasta el momento, no ha trascendido ningún problema con el contenido de esos barcos y el "huracán de hambruna'' del que alertaba Guterres no se ha producido. Sin embargo, llama la atención que, según datos de la propia ONU, sólo 113 de los más de 800 barcos que han zarpado en estos meses ha descargado su grano en puertos de países de bajos ingresos y con potenciales situaciones de inseguridad alimentaria.

De hecho, de los más de 23 millones de toneladas de grano -fundamentalmente, trigo, girasol y derivados- en torno al 60% ha ido directamente a China, España, Turquía, Italia y Países Bajos. "Esta es la paradoja'', afirma Yeves, "se ha intentado vender este acuerdo como que fuera a solucionar el problema del hambre en el mundo o paliar una posible hambruna, y lo que vemos es que más de la mitad del grano se ha ido a países de rentas medias o altas''.

Para este especialista, una de las razones que explican este destino del grano ucraniano es el "acaparamiento, que en momentos de crisis es fundamental para los mercados internacionales''. Según Yeves, "los países ricos utilizan el grano no solo para consumo propio, o para elaborar biocombustible o alimentos para los animales; también están aumentando sus reservas estratégicas''. En opinión del exdirector en España de la FAO, los gobiernos de los países que pueden pagar prefieren asegurarse el grano ante el riesgo de cortes en el suministro, al tiempo que las empresas pueden aprovechar para "manipular los mercados''.

El hambre persiste

El resultado es que el acuerdo del grano no ha afectado a las situaciones de hambruna y de inseguridad alimentaria que ya azotaban a distintas regiones del mundo y que hoy en día afectan a unas 700 millones de personas, según datos de las Naciones Unidas.

Organizaciones humanitarias, de hecho, no solo no están percibiendo ningún efecto concreto del acuerdo del grano, sino que "lo que estamos viendo nosotros es una situación que se agrava'', explica Pilar Orduña, responsable de respuesta humanitaria en Oxfam Intermón.

Solo en el Cuerno de Africa, estima Orduña, "44 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. De esas, 23 millones están en una situación de inseguridad alimentaria''. Las cifras son dramáticas, según los cálculos de esta ONG: "una persona muere por hambre en el Cuerno de África cada 36 segundos y una de cada cinco personas carece de agua suficiente para beber porque el 90% de los pozos están secos'', resume Orduña.

Sobre el grano ucraniano, subraya la portavoz de Oxfam Intermón, "es que el cereal y ese grano llegue a países donde sí hay una necesidad, y aquí hablamos del Cuerno de África, pero también del Sahel Central, que se está enfrentando a una crisis de hambre y que corre el riesgo de llevar a más de siete millones de personas a una situación crítica durante esta temporada''.

Las ONGs denuncian, de hecho, la escasa financiación que están recibiendo los programas de ayuda humanitaria en regiones donde es urgente atajar el hambre y la sed. En países como Somalia, Etiopía o Eritrea, las estimaciones son de unas necesidades de 8.000 millones de dólares, "pero solamente está financiado el 20%'', critica Orduña.

El dinero que la comunidad internacional ha destinado a paliar el hambre en regiones donde las personas se están muriendo por falta de alimentos representa el 2% de lo que Estados Unidos y la Unión Europea han destinado a armar a Ucrania.

Desafíos del acuerdo

El acuerdo del grano sí ha servido para que Ucrania obtenga ingresos para mantener su esfuerzo de guerra y atender a su propia población, reconoce Enrique Yeves: "en todo acuerdo internacional, las partes siempre salen con algún tipo de beneficio, y Ucrania está dando salida al grano, con lo que está consiguiendo una vía de entrada de divisas muy importante''.

También Rusia se beneficia del acuerdo. En primer lugar, explica Yeves, "para que se relajen parte de las sanciones occidentales en el área de productos agrícolas y vender sus fertilizantes''. Esta es la parte del acuerdo que está fallando, recuerda Moscú, porque las sanciones impiden el normal funcionamiento de su sistema financiero, lo que termina por impedir el comercio de sus fertilizantes, algunos de los cuales están bloqueados en puertos europeos. "De hecho'', informa Yeves, "una de las demandas de Rusia es que se desbloquee totalmente el Banco Estatal Agrícola ruso para poder efectuar transacciones a nivel internacional''.

La situación de los barcos bloqueados y el levantamiento de sanciones al Banco Estatal Agrícola son dos de los asuntos que se están negociando entre bastidores en las últimas semanas. Un tercer punto es el desbloqueo del gasoducto de amoniaco: parte la ciudad rusa de Toliatti y llega al puerto ucraniano de Odessa. "Ucrania'', explica el exdirector de la FAO en España, "pretende que la situación de ese gasoducto entre dentro de un paquete para liberar a prisioneros de guerra en Rusia''.

Ganadores y perdedores

Rusia está presionando en los últimos meses para conseguir sus fines, y ahora garantiza el acuerdo en periodos de 60 días, no de 120 como llegó a proponerse. Moscú, en todo caso, tiene interés en que el acuerdo siga vigente. No por problemas de producción -ya está en niveles iguales y hasta superiores a los que había antes de la invasión-sino que "es una cuestión de imagen'', asegura Enrique Yeves, para quien "Rusia necesita dar una imagen positiva a los sectores más débiles del mundo''.

Hay otra razón: si Moscú rompiese con el acuerdo, entiende este especialista, las sanciones contra los productos y las finanzas rusas se radicalizarían aún más.

A la ONU y Turquía, garantes y supervisores del acuerdo, también les beneficia. A Naciones Unidas, en ocasiones acusada de no servir para nada, le otorga una imagen de eficiencia en la persona de Antonio Guterres, según Yeves, "porque ha podido entrar de forma positiva en un conflicto el que la ONU estaba recibiendo muchas críticas por su escasa participación como mediador diplomático''.

Al turco Erdogan, el pacto, dice Yeves, "le está posicionando como un intermediario de lujo entre Occidente y Rusia, y está ganando grandes enteros a nivel internacional''.

Pero el gran beneficiario en términos comerciales es China, primer receptor del grano ucraniano (22% del total) y primer interesado en que el acuerdo siga funcionando, hasta el punto de que el punto 9 de los 12 del plan de Paz para Ucrania que ha presentado Pekín dice literalmente: "las partes deben implementar la Iniciativa de Granos del Mar Negro firmada por Rusia, Turquía, Ucrania y la ONU de manera completa y efectiva''.

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