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Día de la Mujer 8M

La misoginia se extiende por internet: la sombra alargada de la manosfera y sus cuatro tribus

SOFÍA SOLER
10 min.

Un hombre se siente vejado, acorralado por los últimos avances feministas. Piensa que el progreso de las mujeres hacia la igualdad ha llegado al punto de convertirlo en víctima. Lo habla con algunos amigos, pero no es suficiente. En internet, en cambio, ha encontrado un lugar donde poder protestar abiertamente y aprender de otros hombres como él. Forma parte de la manosfera.

El término, suma de la palabra inglesa "man" (hombre) y "esfera", se refiere al conjunto de espacios digitales caracterizados por el antifeminismo, el victimismo masculino y el discurso misógino. Algunos son ya muy conocidos, como Forocoches o el similar Burbuja.Info, pero se extienden también por cuentas de Twitter, canales de Telegram, Twitch o YouTube. A veces, con humor ácido, otras, con agresividad y resentimiento, sus contenidos han crecido mucho en los últimos años.

"Todas las olas del feminismo tuvieron una contrarreacción", recuerda el sociólogo Jorge García Marín, de la Universidad de Santiago de Compostela, que advierte de que en esta ocasión se cuenta con la capacidad de llegar a millones en segundos gracias al algoritmo digital. "La ventaja es que vivimos en una época en la que estamos más concienciados", compara.

Pero ningún avance está garantizado. "No es una guerra de memes, es una guerra de ideas", señala a RTVE.es Elisa García Mingo, profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, que investiga el fenómeno y su capacidad de "polinizar" sus mensajes en adolescentes y adultos jóvenesAsí, viralizan palabras y expresiones populares que se extienden con facilidad más allá de sus círculos cerrados: "feminazi", "planchabragas", "mangina", "tds pts" ("todas putas")... El pulso se mantiene dentro y fuera de la red, por lo que preocupa hasta qué punto se está banalizando la violencia contra las mujeres y, específicamente, la violencia sexual.

Basta con pasearse un rato por uno de esos foros donde se expresan sin filtros: "La misoginia es una tontería, ya que todos salimos de un coño. Lo que si es cierto es que ahora dan más ganas de salir por ahí a violar mujeres", escribe un usuario protegido por un perfil anónimo en febrero de 2023.

Cuatro maneras de odiar a las mujeres

Pero antes de profundizar en sus lazos con el mundo real, conozcamos más lo que ocurre entre bits. La manosfera española, como la de otros países de Occidente, se vertebra por cuatro subculturas: los "activistas por los derechos de los hombres", los "hombres que siguen su propio camino", los "artistas del ligue" o los "célibes involuntarios", popularmente conocidos como "incels". Las tres tribus anteriores se refieren a menudo por sus siglas en inglés MRA, MGTOW y PUA, respectivamente.

"Tienen en común el odio a las mujeres que va desde el sexismo marcado al odio extremo, comparándolas con animales, por ejemplo. Pero cada grupo tiene sus propias obsesiones", explica Charo Lacalle, catedrática de periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona, quien ha descrito sus rasgos junto a otras investigadoras. "También odian a los hombres que aman a las mujeres. O a los que, al menos, no tienen un problema en su relación con ellas. Según dicen, tienen el cerebro lavado".

De este modo, los activistas por los derechos de los hombres o MRA son aquellos que "han tenido una experiencia negativa de divorcio o han visto disminuir sus ingresos o tienen problemas con la custodia de los hijos", refiere Lacalle. En estos casos, es más habitual buscar un impacto en los tribunales y en redes como Twitter o YouTube, por lo que no tienen problemas en desvelar su nombre real. Se encuentran ahí influencers, cuyos discursos cargan contra la ley de violencia de género y otras políticas feministas.

Lacalle: "También odian a los hombres que aman a las mujeres"

Los gurús de la seducción o artistas del ligue dan trucos y enseñan a otros a aprovecharse de las mujeres. "Como son todas iguales y no sirven para nada, cuéntales lo que quieren escuchar con tal de convencerlas. Haz con ellas lo que quieras y después olvídalas", condensa la profesora. En los últimos años, han evolucionado desde justificar por cuestiones biológicas las necesidades sexuales de los hombres a una especie de uso consumista y neoliberal de las relaciones con mujeres, según describe a TVE Alejandro Sicilia, doctor en psicología social y formador en masculinidades.

Por el contrario, la corriente de "hombres que siguen su propio camino" (Men Going Their Own Way) destila desprecio a las mujeres por considerar que solo quieren sacar provecho de los hombres. Según ejemplifica la catedrática, "se presentan como víctimas de posibles acusaciones de violación. En algunos casos extremos, hasta hablan de renunciar a las relaciones con mujeres", lo que les acerca a los incels, quienes sí afirman que su celibato no es algo elegido y culpan de ello a una supuesta superficialidad de las mujeres.

Entre todos estos grupos, son constantes las referencias a la "hipergamia", es decir, que las mujeres solo buscan vivir y medrar a costa de los hombres. "Las babosadas no son tales cuando las dice un posicionadito", acusa con rencor un usuario en un foro en el que se debate un presunto caso de acoso sexual en el trabajo. Tal es su convencimiento a este respecto, que hasta comparten teorías con apariencia científica. Así condensaba otro forero un supuesto reparto del mercado de mujeres, a las que solo tienen acceso los hombres más pudientes y atractivos: "Muerta la familia tradicional, muerta la monogamia, la sociedad entra en la ley de Pareto del 80-20. 80% de mujeres follando con el 20% de hombres".

De acuerdo con el análisis realizado por Charo Lacalle, esto no es algo aislado. "Nos hemos cruzado con comentarios sobre teorías conspiranoicas de cualquier tipo y sobre todo su gran obsesión: el feminismo y los partidos de izquierdas, una especie de alianza para desterrar a los hombres y casi eliminarlos en algunos casos", apunta.

Preguntada por TVE sobre el peligro de estos discursos, que pueden aliñarse a veces con comentarios racistas, García Mingo previene de abogar por cualquier tipo de censura, pero sí pide que se moderen los contenidos cuando estos animen a la violencia directa o supongan la comisión de un delito, como ocurrió con la difusión de datos personales de la víctima de la Manada. Por su parte, Lacalle tampoco cree que Europa tenga que monitorear a los incels como ocurre en Canadá, donde un joven autodenominado como parte de esta subcultura mató a 10 personas en Toronto, en abril de 2018.

Un discurso que ya está calando en los adolescentes

Debido al anonimato de la mayoría de los perfiles, es difícil medir cómo se trasladan estos sentimientos a la vida real de los individuos, lo que sí se ha detectado es que sus discursos ya están "calando" en los adolescentes. "Están muy expuestos a estas ideas de forma muy fragmentada. Y cuanto más vean esos vídeos, la mediación algorítmica más va a favorecer que vean otros similares", sostiene la socióloga García Mingo.

La investigadora de la Complutense ha dedicado algunos de sus trabajos a comprender cómo se difunden las ideas a través de internet y explica que los memes, pese a parecer superficial, son capaces de condensar argumentos y subvertir otros. Así, poco a poco y con humor, la manosfera ha logrado transmitir bulos como que la ley del 'solo sí es sí' supone que hay que ir "con un contrato en la cartera" para mantener relaciones sexuales sin riesgo de acabar en la cárcel. "Otro meme dice que no es violación, es sexo sorpresa", continúa García Mingo, sobre la banalización de la violencia sexual que se encuentra habitualmente en redes y foros.

Un lenguaje común, además, refuerza el sentimiento de comunidad, algo muy importante para la manosfera. "Es un lugar virtual donde un machista se encuentra con otro machista y pueden darse un abrazo. Aunque nos parezca increíble, es un espacio de emociones", describe Jorge García Marín, que relaciona esa reacción con la pérdida de privilegios que supone el avance hacia la igualdad. "El duelo se transforma en emoción al saber que otro comparte contigo esa interpretación de la realidad".

Y en esto, de nuevo, los más jóvenes pueden ser los más sensibles, especialmente, si se mezclan otros "malestares" socioeconómicos, xenófobos, de clase… "Si se sienten víctimas y se sienten señalados, quizás deberíamos hacer otro tipo de pedagogía para que entiendan que esta lucha es de todos y de todas, que nos va a beneficiar a todos como sociedad", indica a TVE Anna Sanmartín, responsable de investigación de la Fundación FAD Juventud.

La investigación sociológica y la verificación de noticias son algunas de las herramientas útiles para conocer mejor el fenómeno y evitar la desinformación, pero todos los sociólogos consultados señalan el ámbito educativo como clave contra la radicalización. Y esto, implica a estudiantes, pero también a familias, docentes…En palabras de Sanmartín: "Si no queremos dejarnos por el camino a un porcentaje minoritario, pero significativo de chicos jóvenes, hay que hacer cierta pedagogía y poner el foco ahí. Si no, ganarán los argumentos antifeministas".

Víctimas de su masculinidad

Con todo, la masculinidad es una cuestión central para las subculturas misoginas, desde los incels (que se ven penalizados por ella) hasta artistas del ligue (a los que les obsesiona y tratan de sacarle partido). No obstante, al analizar sus discursos, los sociólogos se han encontrado con una paradoja: muchos usuarios tienen interiorizada una idea de la masculinidad tan rígida que los convierte en víctimas de sus propias exigencias.

Para Alejandro Sicilia, precisamente, "es el sistema patriarcal el que nos socializa en esa masculinidad" y eso también conlleva costes en forma de violencia hacia los otros y hacia uno mismo. El sociólogo Jorge García Marín coincide en este punto:

"La mayoría de las muertes violentas de 18 a 27 años están masculinizadas por conductas de riesgo, peleas, uso de drogas, conducción temeraria, suicidios… No cabe duda de que [el sistema patriarcal] tiene un coste para los dos polos. Sobre todo para las mujeres, porque tienen que vivir con temor constante a ser interpeladas o agredidas. Pero también para los hombres, porque se nos ha puesto esa masculinidad como una camisa de fuerza de la que no somos capaces de salir y, por eso, a veces no somos capaces de empatizar, dialogar o emocionarnos", indica el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela.

Lo paradójico está en que la manosfera se culpa al feminismo y las feministas de ello. Por ello, los expertos señalan la necesidad de incorporar estos sentimientos en el debate, especialmente con los niños y adolescentes, para que no busquen una respuesta a sus malestares en foros extremistas de internet. Llegados a este punto, es crucial demostrarles que otros modelos de masculinidad sí son posibles.

¿Vínculos con los partidos políticos?

"No podemos decir la manosfera que está conectada con la extrema derecha. Sería una afirmación de brocha gorda", advierte Elisa García Mingo. La socióloga puntualiza que solo existen vínculos políticos claros en el caso de los activistas por los derechos de los hombres en tanto que "líderes de Vox y casos concretos del Partido Popular más alineados a la extrema derecha" han participado como invitados en vídeos de algunos de estos influencers y comparten tesis en contra de lo que llaman "ideología de género". En cualquier caso, no sería una alineación diferente a la de algunos medios de comunicación.

Asimismo, García Mingo habla de una "correa transmisión en los dos sentidos", ya que no es raro que los partidos políticos buceen en internet para nutrir sus argumentarios y aprovechar las formas de comunicación, memes, etc.

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