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Europa esquiva los peores escenarios energéticos, pero los expertos avisan: "Cuidado con el próximo invierno"

  • Un invierno suave y las medidas de ahorro impuestas han evitado apagones y cortes en la calefacción masivos

  • Aunque las reservas de gas siguen llenas, la UE puede sufrir un déficit del 9% y busca contra reloj alternativas a Rusia

  • Sigue la última hora de la guerra Rusia-Ucrania

ÁLVARO CABALLERO
8 min.

Cuando estalló la guerra en Ucrania, hace ahora un año, Europa se echó a temblar. No solo por la amenaza militar rusa, sino por lo que suponía para su seguridad energética. Rusia, el principal proveedor de gas natural y uno de los mayores exportadores de petróleo, había dejado de ser un socio fiable, y la posibilidad de apagones y cortes en la calefacción empezó a hacerse real en buena parte del continente.

Sin embargo, cuando ya ha pasado lo peor de este invierno, ninguno de los peores pronósticos se ha cumplido. Unas temperaturas inusualmente cálidas, el éxito de las medidas de ahorro energético, la reducción de la demanda, y una rápida diversificación hacia otras fuentes de combustible han permitido a la Unión Europea salvar los muebles en una de sus peores crisis.

Los ojos europeos miran ahora con preocupación hacia el próximo invierno, el de 2023-2024. Por ahora, las reservas de gas se han mantenido llenas -están casi al 70%, 20 puntos por encima de la media de los últimos años-, pero sin contar con el abundante y barato combustible ruso para rellenar estos almacenes, ¿qué puede pasar cuando vuelva el frío?

Un invierno suave y el parón chino, clave para mantener las reservas llenas

"Hay que reconocer que Europa ha tenido suerte este año. Ha habido dos factores fundamentales: un invierno extraordinariamente suave y unos confinamientos en China muy importantes", que han reducido drásticamente la demanda del gigante asiático, según explica a RTVE.es Víctor Burguete, investigador sénior en el área de Geopolítica Global y Seguridad de CIDOB.

Cuidado con el próximo invierno, esto no se ha acabado.

Con dos elementos tan volátiles, es posible que no tengamos esa suerte en los próximos meses. "Cuidado con el próximo invierno, esto no se ha acabado. El tema del gas posiblemente siga encima de la mesa en 2023", advierte, aunque quizá no con los graves problemas de precios o de cortes abruptos de suministro que se dieron el pasado año.

Para huir de la dependencia del gas ruso, que llega por gasoductos, Europa ha recurrido como nunca lo había hecho al gas natural licuado (GNL), transportado en forma líquida en barcos metaneros y regasificado en los puertos europeos. Aunque este combustible, que viene sobre todo de Estados Unidos y el Golfo Pérsico, ha permitido a la UE salvar los muebles, tiene un inconveniente: los Veintisiete debe competir por él con el resto de mercados globales, incluido el asiático, que se espera mucho más activo -y sediento de GNL- en los próximos meses.

Europa gana "tiempo" para ahorrar y diversificar

Un reciente informe del BCE ya avisaba de que un repunte de las importaciones de GNL por parte de Pekín "podría limitar la capacidad de la UE para garantizar el suministro de gas durante 2023" y señalaba que aunque Europa "ha reducido sustancialmente su dependencia del gas ruso, se ha vuelto mucho más sensible a las oscilaciones de la demanda energética del resto del mundo, en particular de China.

Lo que hemos ganado, y es algo "fundamental", continúa Burguete, es tiempo, "tiempo para diversificar, ganar en eficiencia y buscar alternativas". Gonzalo Escribano, director del programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano, se pronuncia en la misma línea. "Efectivamente, el invierno del 2024 va a ser más complicado porque ya no vamos a tener nada de gas ruso", señala.

Apunta, sin embargo, que la UE ya se está preparando para ello: "Se ha puesto en marcha una central de compras, se va a intentar coordinar el rellenado de existencias, se está intentando hablar con nuevos proveedores…". En el último año, Moscú ha pasado de representar cerca de un 40% de las importaciones de gas natural de los Veintisiete a un 15%. Su puesto lo han ocupado Noruega, Estados Unidos, Reino Unido o Catar.

Un déficit de gas por la caída de importaciones rusas de hasta el 9%

Otro elemento clave para que Europa haya esquivado una crisis mayor el pasado año ha sido la reducción de la demanda energética, de un 19% en el caso del gas entre agosto y enero, según ha señalado esta semana la comisaria de Energía, Kadri Simson.

"Esta tiene un aspecto negativo, y es que del 20% de la reducción que se produce en Europa, aproximadamente la mitad es industrial, lo que significa pérdida de actividad económica. Y la otra parte se ha debido a medidas de eficiencia energética y de temperaturas favorables", señala José María Yusta, profesor de la Universidad de Zaragoza experto en mercados energéticos.

Entre estas medidas han estado la limitación de la calefacción en edificios públicos o el apagado de luces en escaparates, monumentos y oficinas, en vigor en España, Alemania o Francia.

Yusta advierte de que, aun así, seguimos en "déficit estructural" de gas. Aunque la UE ha aumentado un 65% las importaciones de GNL, se estima que este déficit es de 30.000 millones de metros cúbicos de gas (bcm), según informó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El BCE calcula que el déficit podría ir desde un 2% en el escenario más benigno hasta un 9% en el más adverso, dependiendo, de nuevo, del tiempo y de la demanda china.

"No es un déficit muy grande, pero todas las medidas que se están tomando habrá que seguir aplicándolas, ya no solo para pasar este invierno, sino para llenar de nuevo los almacenamientos de gas en el próximo verano", subraya este profesor. Para afrontar este déficit, los países deberán aumentar, aún más, su capacidad de regasificación, como ya están haciendo Alemania o Italia, instalando nuevas terminales flotantes de GNL, según defiende Yusta.

Precios históricos del gas: ¿hasta cuándo?

Además de garantizar el suministro energético, los países europeos estarán muy atentos al precio que paguen por esta energía. El pasado agosto, el gas alcanzó su máximo histórico en el continente, alcanzando los 339 euros el megavatio hora (MWh), cuando un año atrás estaba en 27 euros, según el índice de referencia TTF.

Entre septiembre de 2021, ya antes de la guerra, y octubre de 2022, los precios medios de la energía para consumidores y productores en la zona del euro aumentaron un 49,5% y un 93,4%, respectivamente, según el BCE. En las últimas semanas, sin embargo, los precios se han desplomado, y rondan los 50 €/MWh, su nivel más bajo desde 2021.

"Si se recupera, la demanda asiática de gas tirará de los precios hacia arriba en el verano", expone Yusta. Europa ya pagó una factura muy alta para llenar los almacenes antes del pasado invierno, y para evitar situaciones similares, aprobó un tope al precio del gas, situado en 180 €/MWh, aunque "sigue siendo un precio muy elevado".

En general, y salvo sorpresas, sigue el profesor, "va a haber un gran desequilibrio entre oferta y demanda y los precios se van a mantener elevados respecto a la media histórica de los últimos años".

La crisis, un empujón a la unidad política europea

Ante la invasión de Ucrania, y a una velocidad inusitada para los tiempos que suele manejar la maquinaria europea, Bruselas emprendió duras sanciones contra Moscú. Para acordar estas sanciones, y aprobar medidas como el tope al gas, los Veintisiete han mostrado una unidad política no vista en crisis anteriores, como la de la deuda de 2008.

"Hemos estado bastante unidos. Con nuestras diferencias, porque ha habido diferencias importantes, pero sí que ha habido una voluntad de solventarlas. Los avances que se han hecho en el mercado eléctrico y de la energía han sido extraordinarios", apunta Burguete, que cree que "tener un objetivo común tan importante como es lidiar con una guerra justo al otro lado de la frontera, hace que se mejore mucho la coordinación y la unidad".

Siempre que la Unión Europea se ve ante la espada y la pared, cuando parece que está abocada a la crisis definitiva, revive

Coincide con él Escribano: "Siempre que la Unión Europea se ve ante la espada y la pared, cuando parece que está abocada a la crisis definitiva, revive". Opina que se le puede achacar a Bruselas "no haber actuado a tiempo", por haber mantenido durante años su dependencia de Rusia, o no haber establecido un tope al gas cuando lo pidió España, en otoño de 2021.

Pero finalmente "ha reaccionado bien", considera. "Ha habido excesos y errores, pero la realidad es que un año después no tenemos las tensiones en precios que teníamos" y no se ha producido la esperada recesión. La inflación, provocada en gran parte por la crisis energética, parece haber tocado techo, y los organismos internacionales mejoran sus perspectivas de crecimiento de la UE para los próximos meses.

Las temperaturas de este invierno y el siguiente, el desarrollo de la guerra en Ucrania, las decisiones de Moscú sobre el grifo del gas o la recuperación económica de China dirán si estos brotes verdes son un espejismo o Europa habrá evitado definitivamente una crisis mucho más profunda que la que ha vivido.

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