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Viaje a la última frontera (II)

Gotland, "el portaaviones insumergible del Báltico" de Suecia ante Rusia

ANNA BOSCH (Enviada especial a Suecia)
5 min.

"El portaaviones insumergible del Báltico". Así describen los militares y expertos en defensa la isla sueca de Gotland. Es una isla de un tamaño similar al de Mallorca, a unos 200 kilómetros de la Suecia, y a poco más de 300 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado. Sus aguas son navegables todo el año, no se hielan. Esas características la convierten en el punto más estratégico del mar Báltico: “Si controlas Gotland controlas mucho espacio bajo el mar, en superficie y en el espacio aéreo”, resume Johan Rudhe, mayor del Ejército sueco.

En la isla de Gotland han tenido lugar las últimas maniobras de la OTAN este mes de junio, y ahí ha estado un equipo de RTVE.

Militares toman imágenes durante unas maniobras en la isla de Gotland. ANNA BOSCH

Gotland es una isla cuya capital, Visby, rezuma historia y es perfecta para ilustrar el modelo de sociedad ideal nórdica: bella, limpia y ahora en junio, repleta de lilos y mimosas en flor. Como un apéndice de Gotland, al norte está una isla pequeña, Farö, conocida también como la isla de Bergman porque allí vivió y rodó varias películas Igmar Bergman.

La capital de Gotland es ordenada, limpia, apacible y, además, rezuma historia. ANNA BOSCH

Durante la Guerra Fría, los extranjeros tenían el acceso prohibido a Farö y los suecos debían pasar concienzudas inspecciones policiales. “Esa parte norte era un fuerte, estaba completamente militarizado, éramos los vigías de Occidente frente a la costa de la URSS. Había días en que nuestros radares estaban llenos de puntos blancos: barcos y submarinos soviéticos”, recuerda John Stovring, mayor de la Guardia Costera retirado.

“Lo desmantelaron todo cuando cayó la URSS, creyeron que la paz estaba garantizada, sin darse cuenta de que construir una defensa como aquella lleva diez años”, comenta Rutger Bandhohz, otro guardia costero jubilado. Ambos nos hacen de guías en la parte del museo militar dedicada a la Guerra Fría. “Éramos oficialmente neutrales, pero eso no quiere decir que no estuviéramos en un bando, a quien le pasábamos la información”, matiza Bandhohz.

Un guardia costero retirado nos señala la posición estratégica de la isla de Gotland en un mapa del museo militar. ANNA BOSCH

Suecia y su neutralidad

Los suecos están muy orgullosos de llevar dos siglos sin participar como combatientes en ninguna guerra, desde 1914 contra Noruega.

Suecia, como Finlandia, no son miembros de la OTAN y no entraron en la Unión Europea hasta desaparecida la Unión Soviética y oficialmente finiquitada la Guerra Fría, en 1995, nueve años después que España y Portugal. Igualmente, a partir de 1994 Suecia estableció una relación cada vez más estrecha con la Alianza, como ilustran estas maniobras del mes de junio, BALTOPS 22, con la participación de militares de 16 países, 14 miembros de la OTAN más Suecia y Finlandia.

Como socio, Suecia ha participado en operaciones de la OTAN en Afganistán, Irak y Kosovo.

A pesar de esa clara alineación militar con Occidente, el concepto de neutralidad se ha incrustado en la sociedad sueca y, sobre todo, en el principal partido que ha gobernado el país, el socialdemócrata. A diferencia de Finlandia, Suecia no tiene memoria reciente de una invasión rusa, ni tiene frontera con Rusia.

Finlandia ha sido un “buffer”, una cámara de aislamiento, para Rusia y también para Suecia. Cuando el Gobierno finlandés tomó la decisión de pedir el ingreso en la OTAN el sueco dudó. El apoyo social no es tan amplio como en Finlandia, a pesar de que también se ha disparado tras la invasión rusa de Ucrania. Pero al mismo tiempo, si Finlandia entraba y Suecia, no, este país se quedaba como una isla extraña, asociada, pero fuera de la OTAN.

Al final, el Partido Socialdemócrata, y con él el Gobierno, se decantó por ser miembros de pleno derecho y, de nuevo, Suecia y Finlandia han ido de la mano en un paso post-guerra fría.

“Un seguro a todo riesgo”

Durante las maniobras, al pedir a varios oficiales del Ejército sueco que explicaran la diferencia entre la colaboración actual con la OTAN con ser miembros de pleno derecho, la respuesta ha sido la misma y con la misma metáfora: “El artículo 5". "Es como el seguro de un coche, lo puedes tener parcialmente asegurado o a todo riesgo. Entrar en la OTAN es tener el seguro a todo riesgo”. El famoso artículo 5 significa que un ataque a un miembro de la OTAN es un ataque a todos, como el juramento de “Los tres mosqueteros”, “uno para todos, y todos para uno”.

Un mural crítico con la entrada de Suecia en la OTAN. ANNA BOSCH

"Eso es absurdo. No hay necesidad. Con los acuerdos en vigor, si atacaran Suecia, la OTAN acudiría en nuestra defensa”, es la réplica de Robert Hall, candidato de Los Verdes por Gotland. "La diferencia es que, una vez dentro, el resto decidirá en qué conflictos debemos intervenir y nos podemos ver involucrados en situaciones poco democráticas". Los verdes critican también la premura con que el gobierno socialdemócrata ha tomado la decisión, sin un verdadero debate nacional. Que el veto de la Turquía de Erdogan sea de repente un aliado de quienes se oponen en entrar en la OTAN lleva a Hall a la siguiente reflexión: "Que Turquía, un país que lleva años en retroceso democrático y que viola derechos humanos de la población kurda, tenga tanto peso en la OTAN demuestra que no es una organización de democracias".

La política de acogida por parte de Suecia es precisamente el argumento de Erdogan para su bloqueo. A la vez, al margen de cuestiones ideológicas, la mayoría parlamentaria del gobierno sueco actual depende del voto de una diputada nacida en el Kurdistán iraní.

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