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Evaristo Villar: "No se puede servir a Dios y al dinero"

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  • Este teólogo fundó en 2006 la asociación Redes Cristianas que aglutina a numerosos colectivos de base dentro de la Iglesia

  • Evaristo Villar coordina la revista Éxodo y su posición dentro de la Iglesia ha estado siempre al lado de las clases más populares

CRISTINA FERNÁNDEZ
7 min.

Evaristo Villar es teólogo. Su posición dentro de la Iglesia ha estado siempre al lado de las clases más populares. En el año 2006 fundó Redes Cristianas, una asociación que aglutina a numerosos colectivos de base, que apuestan por una apertura dentro de la Iglesia. Villar es portavoz de esta asociación y coordina la revista Éxodo. No es ajeno al debate que ha despertado la inmatriculacón de bienes por parte de la Iglesia Católica.

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Pregunta.- ¿Cuál es la posición de Redes Cristianas respecto a este tema?

La mayoría de lo que ha inmatriculado la Iglesia son bienes de dominio público y hay que devolverlos a la sociedad, que es la auténtica propietaria

R.- Nosotros la postura que tenemos es que esto es una aberración, una aberración que no tiene nada que ver con el Evangelio. Lo que hay que hacer es devolver a la sociedad lo que es de todos. La mayoría de lo que ha inmatriculado la Iglesia son bienes de dominio público y hay que devolverlos a la sociedad, que es la auténtica propietaria. Son bienes públicos que no son de nadie porque son de todos.

P.- La Iglesia argumenta que las propiedades son suyas a lo largo de la Historia.

R.- Nosotros estamos dentro de la asociación Recuperando, que está trabajando muy fuerte con todo esto, con la recuperación de estos bienes inmatriculados. Todos sabemos que nadie le va a quitar a la Iglesia el uso de ninguno de los edificios, de ninguna de las iglesias, eso nunca está sobre la mesa. La iglesia puede utilizar los centros como lo ha hecho hasta ahora, pero sin necesidad de apropiarse de lo que no es de ellos. Muchos de estos son lugares que no son de nadie, de ninguna institución, de ningún particular, son bienes demaniales, que no se pueden vender, que no se pueden enajenar, que no se pueden hipotecar. Son bienes que son de todos. Ni siquiera el Estado tiene por qué escriturarlos, porque todo el mundo sabe que son de todos y todas.

Que la jerarquía católica haya inmatriculado esos bienes representa una falta de confianza en la sociedad

Que la jerarquía católica haya inmatriculado esos bienes representa una falta de confianza en la sociedad. Cuando yo me apropio de una cosa y le pongo una verja, le pongo algo para que tú no puedas pasar, yo desconfío de que si tú pasas me lo vas a quitar. Eso es, por lo pronto, una falta de confianza en la sociedad. Y ese no es el caso.

P.- La Iglesia también tiene derecho a tener propiedades, ¿no?

R.- Nadie se lo quita, como cualquier otra institución, o particular, porque la iglesia es una institución privada, pueda tener propiedades, indudablemente nadie lo niega. Cuando se habla de las inmatriculaciones, y el reclamo de esos 100.000 bienes, nadie le quita el derecho a que como institución pueda tener o adquirir todos inmuebles, los bienes que quiera. Otra cosa es si su ética evangélica se lo permite. La Iglesia tendrá que preguntarse previamente si el apropiarse de cosas es algo que se puede compaginar con el Evangelio.

La propiedad es, en principio, lo más contrario del Evangelio

Yo como teólogo, me he dedicado al estudio del Evangelio, al estudio bíblico y el Evangelio va en la dirección contraria. Va en compartir todo lo que es de todos. No se puede robar, eso ya viene del Antiguo Testamento; no se puede apropiar uno de lo que es de otra persona, de otra gente. Pero, sobre todo, aquello de que no se puede servir a dos señores: No se puede servir a Dios y al dinero. Y la propiedad es, en principio, lo más contrario del Evangelio. El Evangelio, y la gran utopía del Evangelio, es eso de que Jesús no tenía donde reclinar la cabeza y, sobre todo, de los primeros cristianos, que todo lo ponían en común y cuando algún momento alguien quiso reservarse algo tuvieron como símbolo un castigo ejemplar.

P.- La iglesia asegura que los espacios de culto son de uso y disfrute de todos, aunque sean privados.

Ellos no van a echar a nadie, pero hay muchas de las catedrales y otros lugares donde no puedes entrar si tú no pagas

R.- Pues eso es verdad y no es verdad. Ellos no van a echar a nadie, pero hay muchas de las catedrales y otros lugares donde no puedes entrar si tú no pagas. Eso es lo que está pasando en la mezquita de Córdoba. Tú no puedes entrar si no tienes un tiquet, si no pagas tu entrada. Se saca mucho dinero de todo eso. Si vas a la Giralda o vas a cualquier otro sitio, en la mayoría de catedrales tienes que sacar un tiquet para poder entrar. Y las puertas están cerradas. O sea, que yo creo que hay una incoherencia. Yo cuando digo esto no es porque quiera ser destructivo. A mí me duele porque yo creo que en el fondo nos estamos perjudicando nosotros mismos. La primera perjudicada en todo esto es la propia Iglesia Católica. En una de las últimas encuestas que se hicieron sobre la valoración de las instituciones por parte de la gente del pueblo, justamente la menos valorada de todas era la Iglesia Católica. Pero ¿cómo es posible? Es un contrasentido. Una institución cuyo objetivo fundamental es propagar y difundir el pensamiento y la vida de un ser humano, que fue una entrega total a la gente, la donación total y que su mensaje fundamental es eso, la entrega total a todo el mundo.

P.- Por qué cree usted que hay está valoración negativa

R.- Porque la gente ve puntos. Dicen que ayudan a los pobres, pero los pobres no son más que objeto de caridad. Hay una cosa muy clara y es que Jesús empezaba siempre educando, enseñando a la gente, después ayudaba, pero lo primero era denunciar, dar fuerzas para liberarte de lo que te oprime y hacerte una persona. La mayor parte de las cosas que se narran en el Evangelio van en esa dirección: Recobra tu autonomía, recobra tu identidad y cuando tú la recobres, rompas todas esas vinculaciones que te someten y te doblegan ante los demás, cuando tú recobres tu autonomía verás como puedes librarte, de lo que se considera una enfermedad.

P.- ¿Hay un alejamiento de la jerarquía católica con la gente de la calle?

Los obispos están fuera de la realidad, no caen en la cuenta en qué mundo están viviendo

R.- Yo creo que es evidente. ¿Quién le hace caso a lo que dice la Conferencia Episcopal hoy en día? Ahora, sí se le da crédito a lo que viene del Vaticano, porque el papa Francisco, con todas las limitaciones que tiene un ser humano, está dando un espíritu evangélico muy distinto a la Iglesia. Pero, ¿quién cita una frase que diga la Conferencia Episcopal, si no lo hacen por oficio? Hay gente que tiene obligación de decir lo que dicen los otros. Pero yo creo que hay una cosa, que a veces pensamos los teólogos, y es que los obispos están fuera de la realidad, no caen en la cuenta en qué mundo están viviendo. Estamos viviendo en un mundo que ha recobrado su autonomía. Un mundo que es autónomo, un mundo que no necesita prácticamente a ningún “superpoder”, iba a decir, perdón, ni a un Dios. Entendido como se está dando desde la Iglesia no lo necesita. El mundo es autónomo. La gente puede moverse por sí misma, no necesita ese tipo de religión. La religión la necesitamos como seres humanos.

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