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Guerra en Ucrania

Cien días de la guerra en Ucrania: un conflicto sin solución militar en el horizonte y con la vía diplomática congelada

LAURA GÓMEZ DÍAZ / PATRICIA ARANDA
5 min.

El 24 de febrero la invasión rusa de Ucrania pasó de ser una amenaza a una realidad. Muchos auguraban que Rusia se haría con el control del país vecino en tan solo unos días, un escenario que no se ha cumplido.

Después de 100 días en los que Ucrania ha recibido un gran apoyo de los países de Occidente y tras haber perdido la ciudad portuaria de Mariúpol, las tropas ucranianas siguen resistiendo a los ataques de Rusia.

Tras varias rondas de negociación fallidas, un alto al fuego parece lejano. La última ronda presencial tuvo lugar a finales de marzo y, desde entonces,  las conversaciones están estancadas.

Una rendición improbable de Ucrania

El ex viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia Andréi Fedorov llegó a afirmar que la orden inicial de Putin era completar la “operación militar con una victoria para el 2 de marzo”. Sin embargo, contra todo pronóstico, el plan de Moscú de llevar a cabo una guerra relámpago y establecer un gobierno títere no se ha cumplido. Tres meses después de que Rusia iniciara la invasión de Ucrania, las tropas de Kiev continúan resistiéndose al envite ruso.

“Han demostrado que son capaces de parar la maquinaria rusa hasta el punto de que han cronificado un conflicto que muchos esperaban que perdieran en apenas tres días”, señala a RTVE.es el politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, Bernardo Navazo.

Una rendición por parte de las fuerzas ucranianas es improbable, así como una cesión sin más de su territorio. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha rechazado recientemente de forma contundente la idea de ceder territorios a Rusia para lograr la paz, algo que han propuesto algunos dirigentes políticos occidentales, entre ellos el exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger.

Incluso con el apoyo de Occidente, es poco probable que las fuerzas ucranianas puedan infligir un golpe de gracia al Ejército ruso. Ucrania ha recuperado los alrededores de Járkov, la segunda más poblada del país, pero Rusia se ha hecho con el control de la ciudad portuaria de Mariúpol, la única victoria significativa lograda por las tropas rusas tras un asedio de 80 días.

La toma de Mariúpol despeja el corredor terrestre que busca Moscú desde los territorios del este de Ucrania hasta la península de Crimea, que Rusia se anexionó en 2014.

Escalada en la ofensiva rusa

Desde el 24 de febrero, la prioridad del presidente ruso ha sido tomar la región del Donbás. Tras semanas sin lograr hacerse con la capital de Ucrania, Rusia anunció que su principal objetivo era “liberar” esta región,  aunque algunos expertos afirman que es difícil conocer cuáles eran los planes de Putin.

“Nadie sabe lo que piensa Putin y nadie sabe cuáles eran los planes que tenía el presidente ruso”, señala la catedrática de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, Ruth Ferrero.

Ahora las fuerzas ucranianas intentan repeler el avance de Rusia en la ciudad de Severodonetsk, el último gran foco de la resistencia de Ucrania en la región de Lugansk y donde, según Kiev, las tropas rusas controlan en torno al 70% de la urbe.

Aunque el conflicto parece enquistarse en la región del Donbás, Rusia sigue teniendo munición para intensificar su ofensiva. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha advertido de que “realmente los riesgos (de una guerra nuclear) son más que considerables y no quisiera elevar esos riesgos artificialmente”.

Por su parte, Putin ha señalado que “si alguien tuviera la intención de intervenir en los eventos en curso desde el exterior y crear amenazas estratégicas para Rusia, debe saber que nuestras represalias serán rápidas como un rayo”.

Una guerra estancada

Occidente ha proporcionado a Ucrania armas, Inteligencia, apoyo financiero y entrenamiento militar que ha permitido que sus tropas sostengan la guerra en el tiempo. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha anunciado que su país enviará más sistemas de misiles avanzados a Kiev, algo a lo que Rusia ha respondido advirtiendo del riesgo de que un “tercer país” se vea arrastrado al conflicto.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha asegurado que “la mayoría de las guerras acaban en la mesa de negociación” y que, por esa razón, la Alianza ofrece “apoyo a Ucrania”. “Su posición en la mesa de negociación dependerá de la posición en el campo de batalla”, ha añadido.

La última ronda de negociaciones entre Ucrania y Rusia de forma presencial se llevó a cabo el 29 de marzo. Desde entonces las conversaciones se encuentran estancadas. El presidente ucraniano afirma que está dispuesto a hablar de paz con su homólogo ruso, pero solo si las tropas rusas vuelven a posiciones previas al 24 de febrero. Mientras, Rusia acusa a Ucrania de haber interrumpido el diálogo.

“En un tipo de guerra como esta no va a haber un claro vencedor ni va a haber un claro perdedor.  No va a haber alguien que pueda dictar victoria en términos absolutos”, recalca Ferrero a RTVE.es.

Después de haber sufrido grandes reveses durante los primeros meses de guerra, parece poco probable que Moscú logre derrotar a las tropas ucranianas a corto plazo. La ofensiva en el Donbás será decisiva porque de lo que Rusia logre en esa región, dependerá el transcurso de la guerra.

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