Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, Mariúpol ha sido una de las ciudades más castigadas por los bombardeos de las tropas rusas. La acería de Azovstal de esta ciudad portuaria en el sur de Ucrania se ha convertido en un símbolo de la resistencia ucraniana. Desde ahí los soldados de Kiev han luchado hasta el último momento para que Mariúpol no cayera en manos de Rusia. Tras la rendición de los defensores de esta planta siderúrgica, Moscú ha logrado una de sus mayores victorias en más de 80 días de guerra.
“La caída de Mariúpol tiene un simbolismo para Putin, porque es la única medalla que se puede colgar hasta ahora en la campaña militar”, asegura el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Isidro Sepúlveda.
Para Moscú esta planta ha sido clave para los planes de Moscú de hacerse con el control de Mariúpol, una ciudad vital para el objetivo ruso de lograr un corredor terrestre desde los territorios del este hasta la península de Crimea, que Rusia se anexionó en 2014.
“El control del mar de Azov y del mar Negro por Rusia cada vez está más cerca y mientras Rusia controle esta zona, cortocircuita la posibilidad de acceso al mar a Ucrania”, explica el profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, José Ángel López. “Ahora mismo Ucrania no tiene completamente podado el acceso al mar, pero si las operaciones se prolongan hacia Odesa sería muy negativo para Ucrania”, asevera.
Otra de las cuestiones tras la caída de Azovstal es qué pasará con los combatientes ucranianos que estaban en la planta siderúrgica. Según la viceministra ucraniana de Defensa, Hanna Maliar, serán intercambiados por militares rusos, aunque desde la Duma, algún diputado ha afirmado que estos soldados “merecen la pena de muerte”.
El simbolismo de la caída de Azovstal
Después de meses de combates en los que las tropas rusas han luchado por controlar Mariúpol bajo la firme resistencia de Ucrania, Rusia ha logrado hacerse con la acería de Azovstal. Esto supone una significativa victoria para Moscú, mientras que Ucrania ha perdido una ciudad portuaria integral en el mar de Azov y una de sus mayores acerías.
Para López, la caída de Mariúpol tiene el simbolismo de que “es la primera victoria real de Rusia” en la guerra de Ucrania. “Es simbólico y es importante desde un punto de vista geoestratégico. Es la primera victoria que puede ofrecer Putin”, asevera.
“Azovstal se ha convertido en un símbolo de la resistencia ucraniana y a su vez se ha convertido en un símbolo de la tenacidad rusa”, indica a RTVE.es el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Josep Puigsech.
En la planta siderúrgica, el último bastión de la resistencia en Mariúpol, la situación era desesperada desde hace semanas y, según Puigsech, “la rendición de Mariúpol era inevitable”. “Solo hace falta ver las imágenes de cómo ha quedado la ciudad: prácticamente arrasada, la población civil evacuada, quedaba un reducto militar… tarde o temprano iba a caer de forma definitiva”, añade.
Por su parte, el politólogo ucraniano Víktor Savkiv opina que, a pesar de que la ciudad portuaria haya caído en manos de Rusia, Ucrania podría considerar un triunfo el hecho de haber logrado retener a las fuerzas rusas. “El haber resistido tanto tiempo en Mariúpol y haber conseguido retener a todas estas tropas de participar en la segunda ofensiva en Donetsk y Lugansk podrían presentarlo en Kiev como una pequeña victoria”, afirma.
Un paso en el control ruso del sur de Ucrania
Desde el 24 de febrero, Mariúpol ha sido uno de los objetivos prioritarios para Rusia, ya que el control de esta ciudad priva a Ucrania de uno de sus puertos más importantes y permite a Moscú dar un paso en dirección al establecimiento de un corredor terrestre desde la frontera oriental rusa hasta la península de Crimea, anexionada en 2014 por Rusia.
“Es una suma más del proyecto ruso de controlar toda esta franja del sur de Ucrania, el control del mar Negro, del mar de Azov, y dejar abierta la posibilidad de extender esa franja hasta Odesa y hasta Transnistria”, explica el profesor de la UAB.
La fuerte resistencia ucraniana en Mariúpol ha obligado a Moscú a dedicar efectivos a esta ciudad portuaria en lugar de desplazarlos a otros frentes. “Para Kiev, la propia resistencia de los soldados en la acería ha servido para distraer una buena parte de las tropas y del avance ruso, mientras los ucranianos han utilizado tropas de refresco para hacer contraataques en el norte del Donbás”, afirma Sepúlveda.
“En algunas franjas del este de Ucrania, las tropas ucranianas han reconquistado algunas zonas que habían ocupado los rusos (...). Parece que la situación está más estancada y un poco negativa para los intereses rusos en el Donbás”, indica Puigsech, quien subraya que “la clave rusa ahora será sobre todo la capacidad para mantener las conquistas militares que ha obtenido”.
En este sentido, José Ángel López cree que “mientras las conquistas se centren en la zona más oriental, es previsible que Rusia pueda mantener el control, pero si se desplaza hacia localidades occidentales le resultará mucho más complicado”. “Se me hace muy cuesta arriba pensar que Rusia pueda controlar Odesa”, recalca.
Para Sepúlveda, “Rusia se encamina hacia una guerra de desgaste” y “va a tratar de mantener las conquistas, pero no le va a salir gratis como Crimea”. “Esa es la gran diferencia”, subraya el profesor de la UNED.
¿Qué pasará con los combatientes ucranianos de Avostal?
Tras la evacuación de civiles de la planta siderúrgica de Azovstal, ahora la atención se centra en los combatientes ucranianos. Rusia afirma que desde este lunes 959 militares se han entregado y según el Ministerio de Defensa ruso han sido trasladados a un hospital en Novoazovsk, en la república separatista de Donetsk. Por su parte, Ucrania habla de una operación de evacuación de los combatientes y ha anunciado que se negocia realizar un intercambio por prisioneros de guerra rusos.
Hasta el momento, el futuro de estos militares es incierto. Un comité de investigación ruso interrogará a los combatientes ucranianos que se han rendido en Azovstal, según ha informado la agencia de noticias TASS, como parte de la pesquisa sobre lo que Moscú llama “casos penales relacionados con los crímenes del régimen ucraniano”. Al mismo tiempo, el diputado ruso Leonid Slutski ha afirmado que los miembros del Batallón Azov merecen la pena de muerte y ha propuesto hacer una excepción en la moratoria sobre la aplicación de la pena de muerte en Rusia.
“Si nos atenemos a lo que dicen algunos diputados de la Duma, no auguro nada bueno a esta pobre gente, con independencia del carácter de ese batallón”, afirma el profesor López. “Se les tendría que aplicar el Derecho Internacional de los conflictos armados y los de todas las convenciones de Ginebra. Las declaraciones de este tipo de diputados no hacen prever nada bueno”, asevera.
Por su parte, Sepúlveda opina que “una parte (de los combatientes ucranianos) será repatriada a Ucrania a cambio de prisioneros y otra parte vamos a ver qué ocurre”. “Ha habido acusaciones de terrorismo por parte de las autoridades rusas. Los terroristas eran los que estaban defendiendo la acería, según Rusia. Su suerte puede ser bastante triste y oscura”, añade.