El sarcófago de la central nuclear de Chernóbil, que contiene la radiación del accidente atómico de 1986, se eleva sobre la carretera que llega de Kiev, la capital de Ucrania.
Fue el desastre atómico más grave de la historia y Prípiat, la población más cercana, es hoy una ciudad abandonada. Hasta que su fantasmagórico silencio se rompe de golpe por el sonido de los disparos.
Soldados de la Guardia Nacional disparan en sus calles desiertas, drones militares sobrevuelan su espacio aéreo, los blindados abren fuego real sin cesar entre la nieve y los árboles que han invadido sus plazas en estas décadas sin nadie viviendo en ellas.
El accidente nuclear de Chernóbil convirtió esta zona en una de las más radiactivas del planeta. Ahora Ucrania ha tenido que desplegar a su ejército ante la acumulación de tropas rusas en la cercana Bielorrusia. El Gobierno ucraniano teme que puedan avanzar sobre Kiev si el presidente ruso, Vladímir Putin, da la orden, porque es la ruta más corta.
Maniobras en una zona altamente contaminada
Para evitarlo han preparado su defensa con estos ejercicios, que incluyen combate urbano, evacuación de heridos, desminado e intervenciones de rescate. Todo ello en una zona altamente contaminada.
"Decidiremos si combatimos al invasor dentro de la zona de alta radiación o los contenemos allí llegado el momento", ha dicho un portavoz de la Guardia Nacional, que ha explicado que antes de 2014 eran un cuerpo parecido a la Guardia Civil española o a la Gendarmería francesa, pero que tras el conflicto con Rusia y las milicias prorrusas ha tenido que adaptarse a las nuevas amenazas y adquirir armamento pesado.
Una evolución con la que el ejército y las fuerzas de seguridad ucranianas tratan de hacer frente a la máquina militar rusa, más numerosa y mucho mejor armada.