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¿Cuarta dosis de la vacuna contra la COVID?: "No se sostiene científicamente"

SAMUEL A. PILAR
7 min.

Cuando una parte importante de la población española, especialmente los más jóvenes, aún no ha completado la pauta vacunal contra la COVID-19, y la tercera dosis avanza a duras penas en la población de 40 a 60 años, un nuevo debate asoma en el horizonte: la conveniencia de una cuarta dosis destinada a la población general. Países como Israel y Chile ya han comenzado a administrarla, pero los especialistas consultados por RTVE.es ven poca utilidad a esta medida, argumentando que otros elementos del sistema inmunitario -como las células T- mantienen su protección contra el virus incluso sin ningún pinchazo de refuerzo.

Israel, que al igual que sucedió al comienzo de la campaña mundial de vacunación ha tomado la delantera, ya ha realizado las primeras investigaciones sobre los efectos de esta cuarta dosis en el sistema inmunitario. La principal conclusión, aún preliminar, es que multiplica por cinco los anticuerpos contra el virus. Sin embargo, los expertos consideran que es un error evaluar la respuesta inmune únicamente en base a la cantidad de anticuerpos. "Desde el punto de vista de la inmunología básica, no tiene ningún sentido que en poco más de un año se esté planteando una cuarta dosis", declara a RTVE.es el inmunólogo Alfredo Corell, quien cree que "la diferencia entre tenerla y no tenerla no merece la pena".

"La madre del cordero aquí son las células T, que son las que coordinan toda la respuesta de nivel, de élite, y ómicron no escapa a ellas. El objetivo de vacunarse es generar memoria, no generar anticuerpos. Mientras que yo tenga células T, que monten la respuesta cuando llegue el virus, no hay problema. Como mucho van a tardar cinco días, en los que voy a tener una reacción de tipo leve o moderado, catarral…", describe.

"Esas dosis cuestan muy caras, y lo que se debería es dedicar ese dinero a llevarlas a otro sitio. No vale de nada que vayamos a la cuarta, quinta o sexta dosis para subir anticuerpos, mientras tengamos a más de medio planeta sin vacunar. Este planteamiento de reiteradas dosis no se sostiene científicamente", argumenta este profesor de la Universidad de Valladolid.

La también inmunóloga Carmen Cámara opina que una cuarta dosis "en la situación actual, con el contagio masivo de ómicron, no tiene absolutamente ningún sentido". "Empezamos ya a tener datos de que ómicron está haciendo un buen booster, un buen recuerdo al sistema inmunitario, por lo que nos estamos vacunando de una manera natural con una variante muy leve, casi catarral", manifiesta a RTVE.es.

La secretaria de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) opina que sí que estaba justificada la tercera dosis en el escenario previo a la irrupción de ómicron, a pesar de que "con dos dosis ya estábamos protegidos de enfermedad severa". "La tercera dosis se decidió en un momento en el que veíamos que toda Europa estaba cayendo ante una variante delta desatada, antes de ómicron. Hubo exceso de precaución, y creo que se hizo bien, por orden, como había que hacerlo. Pero en este momento nos estamos vacunando con ómicron, y para la población que no es de riesgo no es necesaria la tercera dosis, y mucho menos la cuarta", afirma.

"Sobresaturar" al sistema inmune

En general, las agencias reguladoras internacionales también se muestran contrarias a esta nueva dosis de refuerzo para la población general. Reino Unido ya ha dicho que de momento la descarta, mientras que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha expresado sus dudas al respecto, ante el temor de "sobresaturar el sistema inmune con repetidas vacunaciones". Desde el regulador de la Unión Europea, ven con "preocupación" una estrategia que suponga vacunar cada pocos meses, con la excepción de los inmunodeprimidos y otros grupos de riesgo.

Sobre estos problemas que podrían derivarse de una estimulación excesiva del sistema inmune, Alfredo Corell aclara que harían falta muchas dosis de refuerzo, y todas basadas en la misma fórmula vacunal. "A la larga sí que puede haber un problema, no ahora con tres o cuatro dosis, pero si entramos en una vorágine de refuerzos y siempre con la misma variante, puede producirse un exceso de anticuerpos capaz de producir reacciones dañinas, una patología mediada por anticuerpos", explica.

"Lo que sería muy negativo para el sistema inmunitario es que estuviese basada siempre en la misma variante, y por eso lo que hay que producir es una vacuna que genere una inmunidad mucho más larga, y que dejen de estar poniéndonos dosis cada cierto tiempo", determina.

Las sociedades científicas, también contrarias

Las sociedades científicas españolas consultadas por RTVE.es tampoco avalan una estrategia de salud pública a largo plazo basada en la administración reiterada de dosis de refuerzo. "Plantear una vacunación cada seis meses no se puede entender como una situación razonable", expresa a RTVE.es Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), para quien la opción de futuro más viable es la endemización del virus, "trabajar para convertir este microorganismo en uno más de los que tenemos a nuestro alrededor". "Una vez que tengamos consolidadas unas coberturas vacunales poderosas, junto con el contexto de alta difusión de la variante ómicron, es posible que ya pase a formar parte de nuestra vida cotidiana, pero eso requiere un ejercicio de planificación muy adecuado", prevé.

Sin embargo, este especialista en medicina preventiva no considera "razonable" abrir debates antes de que haya evidencia científica "que indique la necesidad de una cuarta dosis". "Puede que la haya en un futuro, pero en estos momentos no la hay. Es más, los órganos reguladores en las fichas técnicas de los productos disponibles no indican la posibilidad de una cuarta dosis, con lo cual es un debate que creo que no se debe abrir, porque genera todavía más confusión en la ciudadanía", advierte.

García Rojas considera que "lo importante ahora no es plantearse si es necesaria una cuarta dosis o no, sino darle la tercera dosis a las personas que todavía no la han recibido y conseguir que se vacunen las personas que todavía no lo han hecho". "Abrir debates previos a constatar la necesidad no es una herramienta adecuada de comportamiento en ciencia. Cuando haya evidencia, si la hay, empezaremos a hablar", expone.

Juan Antonio Sanz, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), coincide en descartar los refuerzos vacunales continuos como estrategia de salud pública a largo plazo. "Podría valorarlos como útiles si fueran anuales, pero es que estamos planteando refuerzos semestrales. Hay que tener en cuenta que queremos vacunar a toda la población, y ya nos cuesta bastante vacunar de la gripe todos los años, y solo son las personas por encima de 60-65 años, por lo que no lo veo del todo viable", asegura a RTVE.es.

Sanz también destaca el hecho de que las dosis de refuerzo que se están administrando están basadas en el virus originario de Wuhan. "Da la sensación de que estamos confiando excesivamente en una vacuna contra un virus que ya ha desaparecido", manifiesta, y apunta a que "antes que dar una cuarta dosis, habría que terminar de vacunar a los que están con una pauta empezada, y después a lo mejor sería más útil vacunar frente a variantes nuevas cuando sea posible".

"El objetivo es reducir el número de contagios, y no podemos hacerlo con confinamientos porque la sociedad ya no soporta eso. La ciencia tiene que buscar esa vacuna que limite mucho la transmisión a largo plazo, y desde luego hay que vacunar más a nivel mundial, que es lo que olvidamos en todo momento. Podemos ponernos cinco o seis dosis, pero si en un país en vías de desarrollo surge una variante nueva, es muy difícil frenarla en este mundo globalizado", avisa.

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