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El suicidio en niños y adolescentes: "Solo quien lo vive entiende la profundidad del dolor"

LAURA GÓMEZ
9 min.

“Te entiendo” es el mensaje que lanza Julia (nombre ficticio), una joven de 26 años que intentó suicidarse cuando tenía el convencimiento de que "quería estar muerta". "Es una situación muy extrema y, desde fuera, los problemas siempre se ven como tonterías que pueden o no tener solución. Solo quien lo vive entiende la profundidad del dolor". Para ella, los jóvenes se enfrentan a una "falta de salidas y de comprensión", bañada también por el tabú, cada vez menor, eso sí, que rodea a la muerte autoinfligida. "Intento hablar lo menos posible sobre el tema", cuenta a RTVE.es, y añade: "Nadie quiere estar cerca de una persona con ideación suicida o depresión porque la tristeza se contagia".

La muerte por suicidio afecta gravemente a la juventud española: es la primera causa de muerte no natural en los jóvenes, incluso por encima de los accidentes de tráfico. Según el Observatorio del Suicidio en España, 300 personas de entre 15 y 29 años se quitaron la vida en 2020. Julia reconoce que todavía no se encuentra totalmente recuperada, pero tiene claro que las muertes por suicidio pueden prevenirse. "Me habría gustado que alguien cercano, del círculo, que sabía cómo estaba, me hubiera hecho sentir querida y no prescindible".

Los jóvenes constituyen uno de los grupos más vulnerables respecto a la ideación suicida, como recuerda la profesional de la salud mental Beatriz Jiménez. Se estima que hasta los 21 años el cerebro no está formado al completo y durante la etapa de la adolescencia se pasa por una serie de cambios "importantes" a nivel hormonal, físico, de identidad y de personalidad. "Existen muchas inseguridades, muchos miedos, falta de comunicación con los padres y una precaria regulación emocional", observa en una conversación con RTVE.es.

Repunte de suicidios en los más jóvenes

De acuerdo con el informe Crecer Saludable(mente) que Save the Children dio a conocer este mismo martes, la pandemia ha incidido sobre este riesgo al triplicar el número de trastornos mentales en niños y adolescentes, uno de los múltiples factores que pueden contribuir al desarrollo de la conducta suicida. Sin embargo, para la psicóloga Beatriz Jiménez, y tal y como remarca el propio informe, el coronavirus no ha sido sino la gota que ha colmado el vaso de “un problema que ya lleva tiempo siéndolo y que no se está abordando”.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge desde 1980 hasta 2020 los datos sobre las muertes por suicidio y lesiones autoinfligidas. Se observa un aumento de casos en la última década, desde 2010. En ese año fallecieron 28 chicos y chicas de una edad comprendida entre los 15 y los 19, mientras que en 2019 perdieron la vida 68 y, en 2020, 48. Sucede lo mismo con los niños de hasta catorce años: 3 murieron por suicidio en 2010 frente a los 13 de 2020 y los siete de 2019.

Otro dato a destacar que ofrece el INE es la diferencia entre el sexo femenino y el masculino. Según las estadísticas, los chicos representan el 75%. En 2020 se quitaron la vida 13 chicas frente a los 48 chicos. Una proporción histórica de 1 a 3 que, aunque con ciertos matices en las edades, también constata la OMS al hacerse eco de una tasa de suicidio de más del doble en hombres.

Los factores de riesgo, "una tormenta perfecta"

La conducta suicida, apunta la psicóloga Beatriz Jiménez, es un fenómeno multicausal y multifactorial. "Una mezcla de distintos factores pueden unirse y llevar a esa situación". Es como "una tormenta perfecta", añade. Sin embargo, sí es posible tener en cuenta ciertos riesgos que han demostrado tener relación con la muerte por suicidio en jóvenes y menores.

La depresión, el abuso de sustancias como el alcohol y los trastornos de la conducta alimentaria son algunos de los que más asocian. También lo son la autoexigencia, el perfeccionismo, la tendencia al pensamiento dicotómico, la baja autoestima, el carácter retraído y la "incapacidad o dificultad para entablar relaciones sociales". Los menores que han vivido conflictos familiares graves, actos violentos o abusos como el bullying son igualmente vulnerables, así como los jóvenes de la comunidad LGTBI que se enfrentan al rechazo social.

Asimismo, el desempleo, las bajas rentasy la dificultad para acceder a los servicios de atención sociosanitarios especializados influyen en las muertes por suicidio.

Como recoge Save the Children, los menores que viven en hogares con bajos ingresos tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir trastornos mentales o de conducta que los de hogares de renta alta. Jiménez apunta, además, a la falsa perfección y felicidad perenne que transmiten las redes sociales como causa de la autoexigencia y la invalidación emocional que puede contribuir a desarrollar, por ejemplo, una baja autoestima y trastornos alimentarios.

Señales para la alerta: apatía, cambios de hábito y conductas de cierre

La mayoría de las personas que se suicidan, "entre un 90% y un 80%, dieron señales de alerta en la última semana antes de suicidarse". Es lo que Jiménez contempla desde su experiencia como acompañante profesional de un grupo de apoyo en Ávila, que entre sus objetivos arropar psicológicamente a quienes han perdido a sus seres queridos de esta forma repentina junto con el de prevenir el suicidio.

Para Julia, son características "la apatía, la reclusión en el espacio personal y la soledad". La psicóloga apunta también a los síntomas de ansiedad, el cambio de hábitos de sueño o de alimentación, la caída del rendimiento académico y conductas cierre como repartir objetos. Los adolescentes, además, "es muy normal que manifiesten dolor emocional a través de quejas físicas como el dolor de estómago o de cabeza", explica.

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El tabú y la falta de educación sobre el suicidio hace también que pasen desapercibidas incluso las manifestaciones verbales. “No valgo para nada”, "mi vida no tiene sentido", "estaríais mejor sin mí" y "soy una carga para todo el mundo" son algunas de las frases que muchas de las personas que intentan acabar con su vida manifiestan días antes.

El psicólogo Javier Jiménez, de la Asociación Red AIPIS, cuenta al respecto la historia de una madre cuya hija manifestó querer quitarse la vida al día siguiente: "La madre le dijo que no esperase a mañana ya que creía que lo que estaba diciendo no era verdad". Pero la joven, que finalmente recibió ayuda, trató de hacerlo ese mismo instante.

"Cuando la gente acaba muerta esas 'llamadas de atención' acaban siendo 'señales' y vienen los lamentos", expresa Julia, que aboga por "aprender a no cuestionar las emociones de los demás".

El daño emocional: un "tsunami" para las familias

Según explica el psicólogo, las personas con ideación suicida tienden a presentar un “alto grado de sufrimiento” que son incapaces de ver como transitorio y a considerarse prescindibles en su entorno. Pero "son dos visiones distorsionadas", observa. Lo saben bien los padres, los amigos, los hermanos... Los conocidos como "sobrevivientes" del suicidio. "Debería conocerse el tsunami que queda en las familias después de un suicidio", explica Emi Caidas, quien perdió a su hijo adolescente hace 10 años.

Se te va una parte de tu vida y no vuelves a ser el mismo

Cuando sucede, "se te va una parte de tu vida y no vuelves a ser el mismo y lo que quieres es morirte", cuenta a RTVE.es. "Los padres no estamos preparados para perder un hijo. Esa desesperanza y ese sentimiento tan doloroso a lo mejor es el que han sentido ellos", cuenta, tras ponerse en la piel de los jóvenes. En su caso, no tuvo "ninguna señal", por el contrario, su hijo se mostraba "divertido, amoroso, motivado". Por este motivo recomienda a los allegados que les escuchen, "que les dejen expresar todo lo que tienen dentro".

Marina (nombre ficticio) también perdió a su hijo con 21 años y todavía no logra entender por qué: "Él no veía futuro y el pasado le pesaba mucho". Cuando se quitó la vida, su hermano tenía 20 años y también precisó, como su madre, ayuda psicológica. "Eran amigos y hermanos. Le afectó bastante y tuve que dormir con él en su habitación los siete primeros meses", narra ella. La culpa, el "por qué" y el "qué hubiese pasado si" persiguen a toda la familia, como reconocen ambas madres.

Ahora, quieren ayudar a otros padres que estén pasando por el mismo duelo, pero también a aquellos que sospechen ideación suicida en sus hijos o a los propios niños y adolescentes. “Es vital hacerles entender lo importante que son en nuestras vidas”, aporta una de las madres.

Familiares de víctimas y profesionales de la salud mental piden un plan estatal para la prevención del suicidio

Guías, aplicaciones y teléfonos para prevenir el suicidio

Las siguientes guías, aplicaciones y teléfonos tienen el objetivo de prevenir el suicidio y también, en algunos de los casos, el de ayudar tanto en el proceso de duelo por una muerte autoinfligida como en el de una recuperación tras un intento de quitarse la vida. La prevención, como recuerda la psicóloga Beatriz Jiménez, debe ser "un trabajo de todos". Son necesarios muchos cambios en el sistema educativo y el sanitario, reconocen a RTVE.es tanto las madres, como Julia y los profesionales. Pero tú también puedes contribuir: descarga, comparte y habla sobre el suicidio.

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