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Crisis en la frontera bielorrusa

Migrantes como peones diplomáticos: vieja arma arrojadiza entre gobiernos

  • Bielorrusia ha puesto en jaque la frontera con Polonia por el éxodo masivo de migrantes, muchos niños

  • El uso de las vidas de personas migrantes como arma arrojadiza contra otro país no es nuevo

ANNA BOSCH
7 min.

Cientos de migrantes, muchos niños, están atrapados en la frontera bielorrusa con Polonia en condiciones infrahumanas por el pulso de Minsk con la UE.

No es un subterfugio nuevo: usar las vidas de personas migrantes como arma contra otro país. Para vengarse, por intereses internos o como un recurso diplomático más.

1980: 125.000 marielitos

Fue uno de los momentos cumbre de la historia reciente. En 1980 Fidel Castro respondió a la presión interna permitiendo la salida de la isla desde el puerto de Mariel. En menos de siete meses 125.000 cubanos llegaron a la costa de Florida y cambiaron Miami para siempre. Fue una bomba demográfica y política para un país en plena crisis económica, los EE.UU. de Jimmy Carter.

El éxodo desde Mariel fue una válvula de escape que Castro utilizó para enviar a EE.UU. no solo disidentes, sino también presos comunes que liberó a condición de que se fueran. A los barcos de exiliados en Miami que iban al puerto cubano para embarcar a sus familiares Castro les impuso la condición que se llevaran también a personas que nunca habían visto. Un paquete envenenado para los Estados Unidos, que recibió buena gente y, también, delincuentes que siguieron delinquiendo.

1994: crisis de los balseros

En agosto de 1994 centenares de cubanos protestaron en el Malecón de La Habana contra el régimen castrista. Tras la caída de la URSS -y su ayuda económica- Cuba vivía una fortísima crisis de desabastecimiento, el periodo especial. La reacción de Fidel Castro fue, de nuevo, permitir las salidas de la isla. Miles de cubanos se echaron al mar, la mayoría con embarcaciones imposibles. Castro lo hizo para soltar presión interna y creársela al gobierno de Bill Clinton, que no cumplía con la política de visados prometida. En un mes EE.UU. interceptó a más de 32.000 balseros. Al poco, Castro logró su objetivo. EE.UU. dio más visados y aplicó la política de "pies secos, pies mojados". Acogida a quien tocara tierra, rechazo a quien rescataran en el mar.

2015: la gran crisis de refugiados en la Unión Europea

La llamada crisis de refugiados del verano de 2015 fue más bien la crisis de la Unión Europea. Cuando la UE aún no se había recuperado de la crisis económica de 2008, más de un millón de migrantes procedentes mayormente de la guerra en Siria, y también de Irak y Afganistán, llegaron vía Turquía a las islas griegas. A la Unión Europea. Esa crisis fracturó más una Unión ya dividida entre los países “ricos” del norte y los “pobres” del sur. Una grieta adicional se abrió entre los países del Mediterráneo, condenados por la geografía a ser la frontera sur de la UE, y el resto, y, sobre todo, entre los países occidentales y orientales del club. Los recién llegados del Este -Polonia y Hungría sobre todo- rechazaron la política de cuotas para acoger a los migrantes que optaban al estatuto de refugiados. Schengen saltó por los aires porque varios países reinstalaron controles fronterizos, y el liderazgo de Angela Merkel, la mandataria que lideró la acogida, se debilitó en Alemania.

Una fórmula para estabilizar la UE fue, entre otras medidas, pagarle a Turquía 6.000 millones de euros para que retuviera a esos migrantes. Turquía acoge en estos momentos a unos cuatro millones de refugiados.

2021: oleada migratoria en Ceuta y cierre del gasoducto argelino

Está a punto de cumplirse medio año de una de las mayores crisis entre España y Marruecos en las últimas décadas. En mayo en menos de dos días 8.000 personas, muchos de ellos menores, entraron en Ceuta. Es el equivalente a casi un 10% de la población de la ciudad. Todos los testigos aseguran que, de repente, Marruecos dejó de impedir ese tránsito.

La embajadora de Marruecos en España declaró que “hay actos que tienen consecuencias y hay que asumirlas”. No lo explicitó, pero se le entendió: era la respuesta de Marruecos a la acogida por parte de España del líder del Frente Polisario, semanas antes, por razones médicas. El status del Sáhara Occidental, excolonia española, es la cuestión más delicada, con diferencia, entre España y Marruecos. Marruecos reivindica su soberanía sobre el territorio y recibió a finales de 2020 el apoyo del gobierno Trump. La ONU y la UE apoyan una solución negociada que nunca llega.

La crisis de hace medio año ilustra claramente la situación extremadamente difícil en que se encuentra todo gobierno español, sea del signo que sea: no puede provocar reacciones como la de Marruecos en mayo y, al mismo tiempo, tiene que mantener esas buenas relaciones sin molestar a Argelia, que es el principal aliado del Frente Polisario, el país donde están los campamentos de refugiados saharauis en Tindurf. Argelia es, además, el principal suministrador de gas a España, como nos recuerda la actual crisis energética, a la que se le ha sumado la ruptura de relaciones entre Argelia y Marruecos, lo que reduce y encarece la cantidad de gas que llegará a España.

Hoy: crisis en la frontera entre Polonia y Bielorrusia

La crisis actual en Polonia, entre Bielorrusia y la Unión Europea, reúne los elementos de presión política, diplomática y económica con los migrantes como rehenes.

El traslado de personas, con indicios de ser organizado o consensuado con el gobierno bielorruso, desde Oriente Próximo hasta esa frontera es una nueva versión del conocido recurso de crear un problema para luego ofrecerse a solucionarlo. El presidente Lukashenko se presta a ayudar en esta crisis a cambio de que la UE levante las sanciones contra Bielorrusia, y Putin hace de mediador con la aún canciller Angela Merkel.

El 20% del gas ruso que llega a la Unión Europea lo hace a través de Bielorrusia, y el presidente Lukashenko amenazó con cerrar ese paso. ¿Y Rusia? Es difícil creer que Lukashenko cree una crisis con la UE sin algún tipo de complicidad con el presidente ruso, Vladímir Putin, y más aún que amenace con usar el gas ruso.

Por otra parte la Unión Europea se ve ahora apoyando a un miembro, Polonia, al que acaba de sancionar por atentar contra uno de los pilares del club.

Cada una de estas crisis debilita la cohesión entre socios de la Unión Europea y alimenta los grupos más xenófobos y anti UE y los partidos que los representan.

La Unión Europea: isla del bienestar acosada

La Unión Europea es, a pesar de los recortes, una isla de bienestar en el mundo, pero tiene algunos puntos débiles importantes. Uno es su dependencia energética de países externos; otro es una población cada vez más temerosa de perder esa calidad de vida; y un tercero, nada desdeñable, es que son países donde hay una sociedad civil crítica, y donde los gobernantes piensan en las urnas cuando toman decisiones. La dependencia de la opinión pública es mucho mayor en ellos que en Marruecos, Cuba, Bielorrusia o Rusia. Y eso, desde el punto de vista de los dirigentes autócratas, es un flanco vulnerable de la Europa democrática. Atacar por ahí es debilitar de una tacada veintisiete países, y, además, poder vender a su población que las llamadas democracias liberales son un caos y un foco de inestabilidad, mientras que sus regímenes son garantía de estabilidad.

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