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¿Es posible perdonar al asesino de tu padre? Diez años de los encuentros entre víctimas y presos de ETA

  • Quienes participaron en los encuentros restaurativos reivindican que son la "mayor deslegitimación de la violencia"

  • Otras víctimas piden a los terroristas colaborar con la Justicia para demostrar su arrepentimiento

ÁLVARO CABALLERO
10 min.

¿Es posible perdonar a aquellos que han matado a tu marido, a tu hermano, o a tu padre? A este dilema se han enfrentado muchas de las víctimas del terrorismo de ETA que decidieron reunirse con los verdugos de sus familiares. Algunos fueron con la voluntad de perdonar, otros no quieren ni "hablar de esa palabra" y otros lo hicieron con el fin de saber más sobre casos en los que aún hay mucho por esclarecer.

Maixabel Lasa, viuda del político socialista Juan María Jáuregui, asesinado en el año 2000 por la banda armada, se convirtió en símbolo de estos encuentros restaurativos tras reunirse con dos de los terroristas que acabaron con la vida de su marido. "Todos nos merecemos una segunda oportunidad. Ellos han cometido barbaridades, pero después de haber hecho su recorrido personal de autocrítica entendía que yo les debía esa segunda oportunidad", explica a RTVE.es.

Su caso ha vuelto a la luz tras el estreno de Maixabel, la película de Icíar Bollaín que relata su historia, pero no es el único. En 2011, Instituciones Penitenciarias organizó un programa de encuentros restaurativos entre víctimas y aquellos presos arrepentidos y que hubieran renunciado a ETA. Entre ellos estaban el empresario Emiliano Revilla y uno de sus secuestradores, el histórico etarra Urrusolo Sistiaga. El primero en acogerse a estos encuentros fue Iñaki García Arrizabalaga, hijo del delegado de Telefónica en Gipuzkoa, Juan Manuel García Cordero, asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una escisión de la banda.

24 horas - El Cuarto De Atrás - Maixabel Lasa: "La palabra es una de las armas más importantes que tenemos" - Escuchar ahora

Él no se reunió con los asesinos de su padre -los dos murieron en Sudamérica sin haberse arrepentido públicamente-, sino con otro preso, Fernando de Luis Astarloa, que asumió como propias todas las muertes que había causado ETA. "Lo primero que hice fue contarle con pelos y señales cómo se había quedado mi familia, mis hermanos, mi madre, tras el asesinato. Esta gente nunca es consciente de la magnitud del daño causado, relata.

"Sus primeras palabras fueron 'joder, qué fuerte lo que me estás contando'". García Arrizabalaga le preguntó todo aquello que nadie le había explicado durante los 30 años que habían pasado desde la muerte de su padre: "Por qué entró a ETA, qué pasa por la cabeza de un ser humano después de matar a otro, si se levanta de la misma manera…".

Consuelo Ordóñez, hermana del concejal del PP en San Sebastián Gregorio Ordóñez, también se reunió con uno de sus verdugos, aunque fuera de los encuentros restaurativos, con los que se muestra crítica. "Iba con la excusa de que me tenía que pedir perdón, pero yo quería probar si estaba de verdad arrepentido o era oportunismo puro y duro", asegura Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).

"Salí con la sensación de haberme quitado un peso de encima"

Mediante aquel programa se celebraron 11 reuniones entre víctimas y los miembros de ETA acogidos a la Vía Nanclares -aquellos que renegaron de la lucha armada y se comprometieron a reparar a sus víctimas-. Algunos se reunían con el propio autor del crimen y otros, como García Arrizabalaga, con otro terrorista. Antes de llegar al encuentro un mediador se encargaba de preparar psicológicamente a las dos partes ante una situación en la que se reviviría con crudeza el traumático pasado. La condición fundamental para poder asistir es que los presos no obtendrían beneficios penitenciarios, una manera de asegurar que la voluntad de ayudar a las víctimas era sincera.

Los que participaron están convencidos de su utilidad, no solo para ellos, sino de cara a reparar la profunda herida social causada por décadas de terror. "Después del encuentro con Luis Carrasco salí con la sensación de haberme quitado un peso de encima solamente con pensar que ya no se consideraba un héroe, sino una persona que ha cometido un asesinato y si volviese atrás no lo volvería a hacer", cuenta Lasa.

El etarra Ibon Etxezarreta (izquierda), junto a las víctimas Maixabel Lasa, Iñaki García Arrizabalaga y en segundo plano los terroristas arrepentidos Urrusolo Sistiaga y Luis Carrasco EFE

Carrasco fue uno de los tres miembros del comando que acabó con la vida de Jáuregui. Él mismo solicitó reunirse con su viuda en la prisión alavesa de Nanclares de Oca, en 2011, dentro del programa de encuentros. Más tarde lo haría Ibon Etxezarreta, otro de los etarras condenados por aquel asesinato, aunque ya no sería en la cárcel. La llegada del PP al Gobierno supuso el fin del programa en 2012, por lo que Lasa y Etxezarreta se vieron fuera, aprovechando uno de los permisos del preso.

Lasa, que fue también directora de la Oficina de Víctimas del Gobierno vasco en aquellos años, cree que fue una "pena" que se cancelaran aquellos encuentros, y se muestra convencida de que hubieran sido "muchos más" de haber continuado con el programa. Denuncia que incluso su encuentro con Etxezarreta, así como el hecho de que este acudiera al homenaje a Jáuregui al año siguiente, conllevaron "consecuencias penitenciarias" para él.

"El perdón abre escenarios nuevos, es una apuesta de futuro"

Este año se ha iniciado el proceso para retomar el programa de encuentros restaurativos, aunque no se ha producido aún ninguno, según explican a RTVE fuentes de Prisiones. Calculan que la primera reunión entre terroristas y víctimas de ETA tendrá lugar aproximadamente dentro de un año, ya que el proceso de preparación de las víctimas es largo.

En su encuentro, el etarra Astarloa pidió perdón a García Arrizabalaga. "Me impresionó, era la primera vez en 31 años que alguien de ese mundo me pedía perdón por lo que había hecho a mi familia", recuerda.

"Yo le perdoné. El perdón abre escenarios nuevos, es una apuesta de futuro en lugar de mirar sistemáticamente al pasado, aunque no hace que desaparezcan los errores del pasado". El ahora profesor en la Universidad de Deusto recuerda que "el perdón no anula la justicia": "Que yo haya tenido un encuentro con esa persona no le convierte ni en menos asesino ni le exime de la justicia penal".

"Yo no puedo perdonar por mi hermano, que está muerto"

Para Ordóñez, en cambio, el perdón no tiene cabida en estos crímenes, por lo que su encuentro con el etarra Valentín Lasarte fue distinto. "Me pidió perdón y le respondí que lo que había hecho era irreversible. En delitos que tienen como resultado el asesinato de alguien el perdón es absurdo. Yo no puedo perdonar por mi hermano, que está muerto".

Me pidió perdón y le respondí que lo que había hecho era irreversible

"Soy agnóstica, no me gusta hablar de perdón, yo prefiero comprobar el arrepentimiento", afirma Ordóñez. "A mí lo que me restaura es que realmente sientan daño por lo que han hecho, que ayuden a desprestigiar ese mundo y que me cuenten todo lo que saben de cuando salían a matar".

La presidenta de Covite se reunió con Lasarte en 2012, tras solicitarlo a Prisiones. Llegó con un cuestionario de 40 preguntas para que el antiguo miembro del "comando Donostia" esclareciera el asesinato de su hermano y otros crímenes de ETA sin resolver. No se sabía, por ejemplo, quién le disparó, ni quién dio la orden, asegura. Sin embargo Lasarte no contestó a las preguntas sobre aquellos crímenes no esclarecidos.

La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, en rueda de prensa tras reunirse con Valentín Lasarte, uno de los condenados por el asesinato de su hermano EFE

Hay otras víctimas que ni siquiera se plantean reunirse con los terroristas. Miguel Folguera, quien sufrió el atentado contra la Dirección General de la Guardia Civil en la calle de Guzmán el Bueno, en Madrid, en 1988, critica que el arrepentimiento de los presos que participaron en las reuniones "no es sincero". En aquel atentado murieron dos personas: el responsable de largometrajes de RTVE, Jaime Bilbao, y Luis Delgado, un niño de apenas dos años y medio.

"A quienes se han reunido puede ser importante por la posibilidad de que les pidan perdón, pero los presos tienen que colaborar con la Justicia. Ninguno de los encuentros está sirviendo para dar luz, saber qué ocurrió, quiénes participaron", denuncia Folguera, también consejero de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. "Me encantaría que Henri Parot -uno de los autores del atentado y autor de 39 asesinatos- se reuniera conmigo, pero nunca ha mostrado arrepentimiento".

Los encuentros, la "mayor deslegitimación" del terrorismo

Pese a las diferencias sobre la posibilidad del perdón, si en algo coinciden quienes participaron en los encuentros es en el poder que tuvieron en deslegitimar el terrorismo. Presos arrepentidos como Carrasco y Etxezarreta son "las que más deslegitiman el uso de la violencia" y "un ejemplo a seguir", reivindica Lasa. Escuchar a antiguos miembros de la banda renegar de la actividad criminal es "desidealizar lo que para muchos era ETA".

"El que yo me haya reunido con Ibon y con Luis no quiere decir que pensemos lo mismo, es una muestra clarísima de que se puede convivir entre diferentes", una lección en tiempos de polarización política exacerbada, asegura.

El que yo me haya reunido con Ibon y con Luis no quiere decir que pensemos lo mismo, es una muestra clarísima de que se puede convivir entre diferentes

También comparte su mensaje García Arrizabalaga, quien defiende que "qué mayor deslegitimación de la violencia que la que formula quien la ha practicado". Este arrepentimiento es fundamental para compartir una sociedad una vez los presos salgan de la cárcel, sostiene. A la vez, evita hablar de equidistancias entre víctimas y verdugos: "Tendremos que convivir, pero el trayecto que hay que hacer es mucho más largo para unos que para otros".

"Frente al asesinato de mi padre, el arrebatar una vida a una persona, tuve la sensación de estar llevando a la vida a otra, ayudándola a salir del mundo de la barbarie y vivir en sociedad", subraya. Destaca, como Lasa, su firme creencia en la reinserción de unos presos que tarde o temprano tienen que salir de la cárcel.

Consuelo Ordóñez defiende también la justicia restaurativa "si se hace bien". "Trabajar con los presos de ETA para buscar ese arrepentimiento, que desprestigien la organización, que deslegitimen el terror, hace un daño brutal a ese mundo", asevera. Y cree que, si no han ido más allá, es porque la izquierda abertzale lo impide por su uso de los presos como arma arrojadiza.

Yo hace diez años llevaba escolta y ahora ya no

Diez años después del fin del terrorismo, las víctimas coinciden en el gran cambio que ha vivido la sociedad. "Yo hace diez años llevaba escolta y ahora ya no, y como yo cientos de personas", recuerda Lasa. Pone como ejemplo el acto que cada año se celebra en Legorreta (Gipuzkoa) en homenaje a su marido, y al que en los últimos tiempos ha empezado a acudir gente que antes era "impensable que pudieran estar".

Aún queda, sin embargo, mucho por hacer. Folguera recuerda los más de 300 crímenes sin resolver perpetrados por la banda armada, muchos de los cuales han prescrito, y sobre los que se podría arrojar luz si los presos arrepentidos "colaboraran con la Justicia".

Para García Arrizabalaga, lo fundamental es "transmitir a nuestros jóvenes que aquel horror nunca tuvo que suceder, que el fin no justifica los medios". "Si no conseguimos que eso cale entre la gente joven, si no aprendemos una lección de lo que ha pasado, corremos el riesgo de que esto vuela a reproducirse. No podemos cerrar la herida en falso", remata.

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