Son las siete de la tarde de un viernes en el centro de Madrid, pero a simple vista podrían ser las dos de la madrugada de una noche prepandémica: terrazas y pubs atestados, colas para entrar a las discotecas y una marea de jóvenes buscando un lugar donde salir de fiesta. Las únicas diferencias son las mascarillas y la frecuencia con la que se escucha el francés, prácticamente en la misma proporción que el español en las populares zonas de copas de la capital.
"Somos mediterráneos como vosotros, necesitamos nuestra ración de sol y terrazas. Tenemos el mismo estilo de vida, y si nos lo impides nos deprimimos". Así justifica Saul, un francés de 35 años, el motivo de su viaje a Madrid. Muchos vienen aquí para “disfrutar” de lo que no pueden hacer en Francia, donde los locales de ocio y hostelería llevan cerrados desde hace seis meses, el toque de queda es a las 19:00 y gran parte del país está inmerso en otro confinamiento domiciliario.
Así lo cree Martine, estudiante universitaria que ha venido a pasar tres semanas en la capital aprovechando que sus clases son en línea. "Es como una nueva vida, porque allí todo está cerrado y aquí podemos disfrutar de la vida estudiantil otra vez", explica en una calle cercana a la Puerta del Sol donde no cabe un alfiler. Entre sus compatriotas entrevistados para este reportaje, la gran mayoría coinciden en elegir Madrid como destino por sus laxas restricciones a la hostelería.
Los turistas vienen "porque Madrid es la única ciudad europea abierta", asegura Paul, estudiante residente en la capital, que ha recibido estos días la visita de varios amigos desde Francia. "La gente iría a Turín o Bruselas si fueran las únicas abiertas", añade, mientras que su amiga Alexandra destaca que los visitantes franceses, que antes iban a "Barcelona o a Ibiza", ahora descubren la capital española.
"Me da igual": la respuesta a la recomendación de no viajar
La llegada de turistas galos a la capital ha estado en el foco mediático en los últimos días y se ha convertido en una baza electoral en la precampaña de las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo. La candidata de Más Madrid, Mónica García, criticó que vinieran "hordas de franceses" y acusó a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, de "hacer un efecto llamada al turismo de borrachera" convirtiendo la ciudad en el "after de Europa".
Tanto Ayuso como el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, defendieron que los turistas venían por el "atractivo innegable" de tener toda la cultura abierta, según aseguró Almeida. A la polémica se sumó la Embajada francesa, que en un primer momento respondió a García que a los turistas del país vecino no les "hace falta ni alcohol ni alfombra roja" para viajar a Madrid.
En una entrevista en Radio Nacional, el encargado de negocios de la embajada francés, Gautier Lekens, calificó de "exagerada" la situación y pidió no estigmatizar a los turistas galos, ya que ni siquiera eran mayoría entre los visitantes que llegaban a España. Sin embargo, Lekens recomendó "no venir a España por turismo" y "cumplir todas las normas sanitarias" en caso de hacerlo.
La petición de no viajar no parece haber surtido mucho efecto entre los que sí han decidido venir a pasar unos días a la capital. "Bueno, es solo una recomendación, podemos hacer lo que queramos", afirma Sara, una joven que viene con su pareja a disfrutar de "los bares y restaurantes y también para escapar de la situación del coronavirus en Francia", dice a su llegada desde París en el aeropuerto de Barajas. "Me da igual. No nos gusta cómo el gobierno francés está gestionando la crisis, así que hemos decidido venir", dice Martine cuando se le pregunta sobre esta recomendación.
Este sábado aterrizan en Madrid 14 vuelos procedentes de Francia, una quinta parte de todos los vuelos internacionales, cuando el tráfico aéreo está bajo mínimos por la pandemia. Los visitantes del país vecino son la "salvación" para los taxistas que trabajan en el aeropuerto, cuenta uno de ellos, que en su día a día lleva casi únicamente lleva a franceses al centro, concretamente a exclusivos hoteles.
"Ya llevamos un año con el virus. Nos rendimos"
En la zona de fiesta cerca de la Puerta del Sol coinciden camareros, porteros de discoteca y relaciones públicas. Los turistas franceses son, junto a los españoles, toda su clientela. Son pocos, explican, los visitantes provenientes de otros países, como ingleses o alemanes.
Alexandra dice que está "de acuerdo" con el consejo de no hacer turismo en España de las autoridades francesas, pero se queja de que "es difícil estar al día" de las recomendaciones. "Un día recomiendan a los niños ir a la escuela, otro dicen que no; un día dicen que vayas a trabajar y otro dicen que no. Ya llevamos un año con el virus. Nos rendimos", dice.
“Si quisieran que nos quedáramos en casa simplemente prohibirían viajar“
"Llevamos mascarillas, nos lavamos las manos, no besamos a la gente por la calle. Si quisieran que nos quedáramos en casa simplemente prohibirían viajar", señala su amigo Paul. Están a la salida de una tienda en una turística calle del centro. Allí, otro de los integrantes del grupo señala una bolsa con ropa que ha comprado y defiende que la llegada de turistas es "buena para la economía".
"Estoy segura de que todos los españoles vendrían a París, y son bienvenidos", piensa Alexandra. Para Hélène, otra joven que ha llegado a Barajas procedente de la capital francesa, no se deberían limitar los viajes "porque estamos en Europa", y defiende que todos los turistas llegan con una PCR negativa, gratuita en Francia, y cumplen con las medidas sanitarias.
No todos los turistas son jóvenes. En los aviones procedentes de Francia hay algunas familias o jubilados con segundas residencias en España. Hay otros que vienen a hacer turismo cultural, incumpliendo el confinamiento perimetral vigente esta Semana Santa. "Vengo a hacer un taller de fotografía y el domingo nos vamos a Toledo", explica Henri, un jubilado francés que viaja con su mujer.
Críticas por "incoherencia" a la apertura de fronteras a extranjeros
La llegada de turistas internacionales en estas fiestas, que se dan mientras que los españoles no pueden desplazarse entre comunidades sin justificación, ha puesto contra las cuerdas al Gobierno, que se ha defendido de las acusaciones de incoherencia por parte de los partidos de todo el arco parlamentario.
El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, argumentó en la última sesión de control en el Congreso que "España sigue las recomendaciones de la Unión Europea, permitiendo los viajes esenciales" y aseguró que se garantiza la seguridad al exigir PCR negativas. "La Comisión Europea ya dijo hace meses que el cierre de fronteras no garantiza la no transmisión del virus. Mantenemos las fronteras abiertas y que aquellos franceses o alemanes que vengan tengan las mismas restricciones que los españoles", defendió ante una pregunta parlamentaria del PNV.
En la misma línea se expresó la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que aseguró que cualquier español "puede ir a París, Berlín o Bruselas", mientras que un ciudadano extranjero que llegue a España "tampoco se podrá mover" entre comunidades. Este sábado el Gobierno ha extendido la obligación de mostrar una PCR negativa a aquellos turistas franceses que lleguen por vía terrestre, una regla ya vigente para los que lo hacían por vía aérea o marítima.
Las imágenes de la noche del viernes, sin embargo, han despertado las críticas de buena parte de los partidos, incluso de Unidas Podemos, socio de Gobierno. En redes sociales, Pablo Iglesias ha contrapuesto una foto de los turistas con una de una UCI con el texto "Comunismo o libertad", uno de los lemas de la campaña del PP en las elecciones de Madrid.
También el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, ha ironizado sobre las palabras de Ayuso y Almeida, que defendían que la llegada de turistas se debía sobre todo a la apertura de museos, mientras que el líder de Más País, Íñigo Errejón, ha escrito que "no hay libertad sin responsabilidad".
Algunos franceses también comparten las críticas al turismo que llega estos días a la capital. "No sé si es bueno que todo esté abierto. España o Francia deberían cerrar la frontera", asegura Arlene en el aeropuerto. Ha venido por trabajo a Madrid, pero reconoce que también disfrutará de la apertura de la hostelería. Defiende que los franceses "siguen las reglas sanitarias".
En las calles del centro de Madrid sigue la fiesta a la hora de la cena. En algunas de ellas es incluso difícil caminar por la cantidad de gente y terrazas, mientras que conforme se acerca el toque de queda de las 23:00 se relaja el respeto a las normas: menos mascarillas, menos distancia social y más intervenciones de la policía para garantizar el aforo en los locales.
Según denuncian las asociaciones de vecinos, la fiesta no se acaba en la calle, sino que se traslada a pisos turísticos donde se alojan los turistas. Como asegura Alexandra, "hemos venido a estar tres días y vamos a intentar estar fuera todo lo posible".