El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, está de visita en Moscú en un momento en el que en Rusia se respira un ambiente de tensión por las protestas en las calles y el encarcelamiento del líder opositor, Alexéi Nalvany.
El futuro de Rusia se presenta con su presidente, Vladímir Putin, intentando silenciar las protestas que pueden ir debilitando su liderazgo y con Navalny como la figura que va camino de aglutinar el malestar de una parte de la población rusa, aunque con pocas opciones reales de ganar unas elecciones.
De momento, la oposición está dividida y carece de un proyecto común, aunque a partir de ahora podrá contar con una mayor presión de Estados Unidos a las autoridades rusas con Joe Biden en la Casa Blanca.
Las protestas, el gran temor del Kremlin
Durante las últimas semanas se han celebrado manifestaciones en contra de la detención de Navalny en diferentes ciudades de Rusia, la mayoría de ellas en la capital, en las que miles de personas han sido detenidas. Las últimas protestas, que acabaron con más de 1.500 arrestados, se llevaron a cabo tras la condena impuesta contra el opositor este martes.
Desde que un tribunal en Moscú hizo efectiva la pena de tres años y medio de prisión dictada en 2014 contra Navalny por acusaciones de fraude, el círculo más próximo al opositor ha llamado a la población a salir a las calles a manifestarse y este es el gran temor del Gobierno ruso, según ha afirmado a RTVE.es Nicolás de Pedro, jefe de investigación del Institute for Statecraft.
"Putin teme cualquier elemento que no controle. La gran pesadilla del Kremlin es que pueda haber protestas y que se escapen de su control", afirma De Pedro, aunque subraya que la posición del Gobierno "no parece que esté amenazada".
Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano, considera que las protestas a favor de Alexéi Navalny son un desafío al mandatario ruso y opina que le debilitarían en caso de que se celebraran todos los fines de semana, como están planificando las personas más cercanas al opositor. "Si se producen cada fin de semana sería un despertar cívico en Rusia y se podría decir que están en contra de Putin y del Kremlin", señala Milosevich.
Solo el 20% de los rusos aprueba políticamente a Navalny, a pesar de que las manifestaciones son multitudinarias. Por esta razón, Milosevich opina que las protestas no son políticas, prodemocráticas o contra el líder ruso, sino contra "la impunidad judicial de los que han envenenado a Navalny y de los que han organizado este juicio fraudulento que ha sido una farsa".
De hecho, según los estudios, el 55% de la población rusa cree que el opositor fue envenenado por agencias de inteligencia extranjeras y no por Putin o personas cercanas a él, como denuncia Navalny.
En cuanto a las detenciones durante las protestas, ambos expertos dicen que continuarán. "El Kremlin sabe que dispone de violencia policial y del marco legal para detener a la gente, porque las manifestaciones que no han sido aprobadas cuentan como ilegales y pueden detenerles e incluso ponerles multas que llegan a los 9.300 euros", asegura la investigadora del Real Instituto Elcano.
La jugada de Navalny
El político opositor decidió volver a Rusia el 17 de enero desde Alemania, a donde fue trasladado en coma y recibió un tratamiento durante casi cinco meses tras ser envenenado en agosto con un agente nervioso del grupo Novichok.
Navalny fue inmediatamente detenido al llegar al aeropuerto moscovita de Sheremétievo y un día después publicó un vídeo en el que mostraba un lujoso palacio construido en Gelendzhik, a orillas del mar Negro, supuestamente para Putin. El macrocomplejo cuenta con una mansión de 17.700 metros cuadrados y el Kremlin ha negado su existencia.
Nicolás de Pedro dice que el opositor, al regresar a Rusia y publicar ese vídeo, ha logrado debilitar al mandatario ruso. "Navalny ha mostrado mucho coraje, mucha determinación y ha dejado al Kremlin un poco a contrapié", asevera.
Un segundo intento de asesinato
En el juicio celebrado este martes, Navalny afirmó que Putin será recordado como "envenenador" y subrayó ante el juez que el mandatario "cometió este intento de asesinato", refiriéndose a cuando fue intoxicado en Siberia. Tras su regreso a Rusia y la condena, los expertos no descartan la posibilidad de que vuelvan a intentar acabar con su vida.
"En los últimos 20 años, toda figura que ha representado peligro potencial a Putin y a los que le rodean, la mayor parte ha acabado muerta o se ha tenido que ir", apunta el jefe de investigación del think tank con sede en Londres. De Pedro opina que en el caso de Navalny, que haya un segundo intento de asesinato no es lo más probable, ya que "sería una muestra de desprecio por parte del Kremlin hacia una parte muy importante de su opinión pública y podría perder mucha legitimidad a ojos de gente que ni simpatiza con Navalny ni va a las manifestaciones".
Por su parte, Milosevich cree que el caso del opositor ruso ha logrado "llamar la atención mucho más que en otros casos, porque ha sido envenenado en Rusia, por lo que solo los tribunales rusos tienen competencia para investigarlo". "La presión de Occidente es verbal. Pueden introducirse sanciones, pero poca cosa más", aclara.
El futuro de Rusia
Rusia se encuentra en un momento de tensión a tan solo unos meses de que se celebren las elecciones parlamentarias y aunque la oposición no tiene un proyecto común, la figura de Navalny podría ayudar a que se una.
"La figura de Navalny puede unir y creo que ya está uniendo a la oposición al régimen", afirma la investigadora del Real Instituto Elcano, aunque destaca que para que tenga un efecto en las elecciones "debe tener con un programa político, y no existe".
De Pedro asegura que Navalny puede aportar "la capacidad de que la oposición se una", ya que la denuncia de la corrupción es el principal eje de su actividad política, un asunto que en Rusia "genera un malestar muy transversal". "Lo comparte mucha gente porque afecta a la vida cotidiana y tiene un impacto clarísimo en la falta de expectativas y horizontes vitales y eso la gente lo ve", explica.
Además considera que el escenario más probable en Rusia es el estancamiento político, social y económico, y que el Kremlin "no moverá ficha", aunque subraya que el hecho de que la gente salga a las calles en varias ciudades del país y que haya manifestaciones "es un cambio". "Pero estamos todavía en un primer estadio, no veo que esto vaya a llevar a cambios radicales", añade.
Relaciones con la UE y EE.UU.
El mismo día de la detención de Navalny, tanto Estados Unidos como la Unión Europea condenaron la acción del Gobierno ruso y exigieron su liberación inmediata, así como la de sus seguidores arrestados en las manifestaciones.
El responsable de Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, afirmó que "la politización de los asuntos judiciales es inaceptable" y que la condena a Navalny "va en contra de los compromisos internacionales de Rusia sobre el Estado de Derecho y las libertades fundamentales".
Borrell se ha reunido este viernes en Moscú con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y ha afirmado que las relaciones bilaterales con el país están en un "punto bajo" por el caso de Navalny. Se trata de la primera visita de un alto representante para Política Exterior del bloque desde 2017.
En el encuentro, el titular de Exteriores de la UE ha pedido a Lavrov la liberación del opositor ruso y una investigación imparcial de su envenenamiento. "Por supuesto, hemos estado hablando del caso Navalny y de las personas detenidas en las manifestaciones y le he trasladado al ministro nuestra profunda preocupación y le he reiterado nuestro llamamiento a una investigación imparcial de su envenenamiento", ha dicho en una rueda de prensa.
El ministro ruso ha señalado que las relaciones entre su país y el bloque "están lejos de vivir sus mejores tiempos", algo que ha atribuido a las "restricciones ilegítimas y unilaterales que la UE impone bajo pretextos inventados". Además ha subrayado que lo importante es que "ambas partes han confirmado su interés en mantener y ampliar los canales de comunicación".
El Kremlin ya advirtió de que no aceptaría ningún sermón de Borrell y que si lo había, lo consideraría como una violación de la política doméstica rusa. "Los diplomáticos no deben inmiscuirse en los asuntos internos de Rusia y, menos aún, realizar acciones que puedan ser interpretadas como un intento de presionar a la Justicia", subrayó el portavoz del Gobierno ruso, Dmitri Peskov.
En cuanto a las relaciones de este país con Estados Unidos, Milosevich afirma que "están en su peor momento desde la Guerra Fría" y que con el caso de Navalny podría haber una nueva ronda de sanciones. "Va a ser una tensión más y el caso formará parte de las conversaciones entre Biden y Putin, pero más allá de las sanciones no se va a poder hacer mucho", asevera.
En la misma línea, De Pedro señala que la nueva Administración de Estados Unidos, con Joe Biden a la cabeza, tendrá un "nivel de presión mayor sobre el Kremlin" y que con el caso del líder opositor se pondrán "un poco más pesados".