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Expresionismo alemán: el "arte degenerado" para los nazis que fascinó al barón Thyssen

  • El Museo Thyssen expone por primera vez la colección íntegra de expresionismo alemán del barón

ANA BELÉN GARCÍA FLORES
5 min.

La pasión por el arte se da por sentada en un coleccionista de la talla del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (La Haya, 1921-San Feliu de Guíxols, 2002), pero algunas de sus motivaciones más enraizadas quizás no sean tan conocidas para el gran público.

Durante décadas el barón Thyssen 'Heini' adquirió obras de pintores expresionistas alemanes que fueron purgados por el nazismo y cuyo arte fue calificado de “degenerado” o “maldito” y exhibido en exposiciones para humillarles. Es el caso de la obra Metrópolis 1916 de George Grosz, que se mostró bajo el epígrafe “arte como propaganda marxista contra el servicio militar”.

“El hecho de que estos artistas habían sido oprimidos por el régimen nacionalsocialista y el arte etiquetado oficialmente como degenerado fue para mí un aliciente adicional para coleccionarlos”, aseguró el barón sobre su rescate coleccionista.

Ernst Ludwig Kirchner.'Mujer delante de unos abedules', c. 1907 Thyssen-Bornemisza Collections

Esta faceta rehabilitadora de Hans Heinrich Thyssen con el fin de hacer “justicia y recuperar la memoria de los cuadros” aparece nítida en la exposición Expresionismo alemán en el Museo Thyssen-Bornesmiza de Madrid (Hasta el 14 de marzo de 2021).

Por primera vez se exhibe la colección completa de expresionismo alemán de la familia Thyssen, compuesta por las pinturas permanentes del museo más las que ha aportado su viuda Carmen Cervera y los hijos del barón.

Una oportunidad inédita que recoge obras de Kirchner (su autor favorito), Heckel, Marc, Grosz, Beckman, Klee o Kandinsky y un repaso por sus influencias. Una condensación de belleza y saber académico.

“Era un coleccionista muy serio, muy enciclopédico. Con esta colección se puede estudiar el expresionismo alemán por entero desde los pintores del norte más exagerados y utópicos a los del sur que conectaron con una mayor espiritualidad. Además este tipo de pintura abrió al barón a otros movimientos de vanguardia que reivindicó”, explica a RTVE.es Paloma Alarcó, comisaria de la exposición y jefa de Pintura Moderna del museo.

Emil Nolde. 'La joven pareja',1931.Thyssen-Bornemisza Collections ©Nolde-Stiftung Seebüll

La epifanía alcanzó a Hans Heinrich Thyssen en 1961 cuando compró la acuarela La joven pareja (1931-1935) de Emil Nolde, rendido por su magnetismo visual y la atmósfera que recreaba (Esta pintura se exhibe por primera vez en España). La palanca emocional fue doble: el barón se consagra a la modernidad y rompe con el coleccionismo de pintura antigua de su padre Heinrich Thyssen del que heredó 525 cuadros.

Su guía en este empeño fue el marchante Roman Norbert Ketterer, propietario de una sala de subastas, que se convirtió en su principal proveedor y gran amigo en una suerte de intercambio frenético de arte.

Obra que debe ser exhibida

En su afán coleccionista, y ya con el expresionismo alemán rehabilitado para el público, el barón actúa casi como un detective, rastreando muchas veces obras que escondían historias interesantes, las que más le atraían.

Como muestra, no paró hasta conseguir El sueño 1912 de Franz Marc [Mira la imagen que encabeza la noticia], que el artista regaló a su compañero Kandisky y que tras muchas vueltas acabó en manos de su segunda esposa.

Hombre refinado, criado entre una impresionante colección de pintura, el aristócrata tenía un olfato afinado para el arte, contacto con los principales marchantes mundiales y un deseo fijo: que sus cuadros llegaran a los visitantes. De hecho, dieron la vuelta al circuito internacional hasta la apertura del Museo Thyssen de Madrid en 1992.

Wassily Kandinsky.'Bagatella', 1915. Thyssen-Bornemisza Collections ©Wassily Kandinksy

“Tenía la mentalidad de un director de museo. Pensaba que si el arte no se veía perdía su función. Estoy segura que en estos tiempos de pandemia diría que el mundo necesita el arte más que nunca no solo como disfrute sino por su aporte espiritual, porque es algo que él nos decía muchas veces”, recuerda Paloma Alarcó que anima a los visitantes a acudir a las salas en las que el aforo “se mantiene a rajatabla” y que paradójicamente “se pueden disfrutar con mucha tranquilidad porque hay poca gente”.

El año 'Heini' en el Thyssen

Con esta exposición, el Thyssen arranca la conmemoración del centenario del nacimiento del barón que se celebrará en 2021. El ‘Año Heini’ como lo ha definido Guillermo Solana, director del museo, recordando el nombre con el que le conocían sus allegados, contará con otros montajes que abordarán distintas facetas de la colección del barón.

La más ambiciosa es un montaje sobre la presencia de la pintura americana en la colección del aristócrata, uno de sus fuertes junto al expresionismo alemán, y que contiene nombres como Richard Estes, Roy Lichtenstein, Edward Hooper, Georgia O’Keefe, Mark Rothko o Jackson Pollock, entre otros.

Los barones Thyssen, Carmen Cervera y Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza en una fotografía de archivo de 1997 . EFE/ARCHIVO/CARMEN CLARA

En marzo, las salas de la colección permanente acogerán un préstamo de las colecciones de Francesca Thyssen -una de sus hijas-, que ha continuado el legado familiar en el sector del arte y que contará con pintura antigua, piezas de orfebrería y escultura.

Como parte de este aniversario, en octubre, el museo recibirá la visita de doce obras que tiene en depósito en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y entre las que se encuentra La Virgen de la Humildad, de Fra Angélico.

Mientras, se han prorrogado las negociaciones hasta diciembre de este 2020 entre la baronesa Thyssen y el Ministerio de Cultura para renovar el alquiler de su colección que permanece en depósito en el museo.

Un acuerdo que si llega a buen puerto, podría traer de vuelta el Mata Mua (1892) de Gauguin que Carmen Cervera sacó hace unos meses con la intención de exhibirlo. El retorno de esta obra maestra es una de las condiciones de Cultura para el avance de las conversaciones, tal y cómo aseguró el ministro, José Manuel Rodríguez Uribes, hace un mes en RNE.

“Yo no pierdo la esperanza de que vuelva Mata Mua. Es una obra esencial que explica muy bien los movimientos de vanguardia que vinieron después”, asegura la comisaria.

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