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Elecciones EE.UU. 2020

El coronavirus irrumpe en el primer debate Trump-Biden, con EE.UU. afrontando una posible tercera oleada

JOSÉ Á. CARPIO
7 min.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata, Joe Biden, celebrarán este martes su primer debate electoral, el primero de los tres previstos antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Cleveland, en el estado de Ohio, será el lugar de un encuentro dialéctico que se prevé duro y en el que la situación sanitaria, económica y política de Estados Unidos por el coronavirus será una parte importante, ante el país con mayor número de casos y fallecidos del mundo, que podría estar afrontando un tercer repunte de contagios en apenas seis meses.

Estados Unidos es la principal democracia mundial que se enfrenta a unos comicios presidenciales en el contexto de la nueva pandemia, y tanto la situación epidemiológica del país como la crisis económica causada pueden ser claves para elegir al próximo inquilino de la Casa Blanca.

El pasado viernes, se notificaron 55.054 nuevos casos diarios en EE.UU., el máximo registrado desde mediados de agosto, lo que elevaba la media diaria de nuevos contagios en los últimos siete días a 44.111, unas cifras que evidencian un gran nivel de transmisión comunitaria y dispara las alertas para afrontar el otoño y el próximo invierno.

La trayectoria de la curva de contagios muestra el inicio de un nuevo repunte, que de confirmarse sería el tercer brote descontrolado de la pandemia desde los registrados en marzo y junio, apenas contenido a primeros de septiembre.

Sin embargo, el coronavirus no será el punto principal de este primer debate. El programa, de 90 minutos y sin pausas publicitarias, tocará seis temas: el historial político de ambos candidatos; el Tribunal Supremo y la nominación de Trump de una nueva juez para esa corte; la pandemia de la COVID-19; la economía; el racismo y la violencia ciudadana; y la integridad de las elecciones, según ha desvelado el moderador, el periodista Chris Wallace.

El doble de muertos estadounidenses que en las últimas cinco guerras

En la víspera de este debate, EE.UU. superó los 205.000 muertos y los 7,1 millones de casos de COVID-19, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins. El Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) realiza un cálculo muy similar. En cualquier caso, el balance provisional de fallecidos supera con creces las estimaciones más optimistas de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes a causa de la pandemia.

Y alcanza una gran magnitud simbólica si se compara con el total de estadounidenses que murieron en el campo de batalla durante las últimas cinco guerras: la guerra de Vietnam (1955-1975), la de Corea (1950-1953), la de Irak (2003-2011), la de Afganistán (2001-actualidad) y la del Golfo (1990-1991). En esas cinco guerras combinadas 86.658 estadounidenses perdieron la vida, menos de la mitad de los fallecidos hasta ahora desde que se contabilizó el primer muerto por COVID-19, el pasado 29 de febrero.

Obviamente, no se detendrá ahí. El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que para las elecciones del 3 de noviembre Estados Unidos llegará a los 240.000 fallecidos y para el 31 de diciembre a los 370.000.

Estados Unidos no es el país de América con más casos en relación con su población. Con 2.188 casos por cada 100.000 habitantes, le superan Panamá (2.664 casos), Perú (2.528), Chile (2.454) y Brasil (2.265). Los estados con más contagios son California, con más de 800.000, Texas (más de 760.000) y Florida (más de 700.000), y es el estado de Nueva York el más golpeado en cuanto a muertes, con 33.140, al nivel de países como Francia y España, con una población mucho menor, que no llega a los 20 millones de habitantes, pero es la segunda ciudad con más densidad de población del país.

Y el ritmo de contagios está creciendo sin control en los estados del sur, con Louisiana en primer lugar, seguida de Florida, Misisipi, Alabama y Arizona, todas con incidencias de más de 3.000 casos por cada 100.00 habitantes. A día de hoy, 21 estados están por encima de la incidencia media del país.

Trump, contra los científicos y contra China

En el debate estará presente la actitud de Trump hacia la pandemia. El candidato a la reelección ha desafiado con mítines multitudinarios las normas sobre COVID-19, ha enviado señales contradictorias, ha mostrado falta de compasión ante la devastación provocada por el virus, ha criticado en público a sus asesores científicos y ha arremetido contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo del que ha renegado, y contra China, a quien considera responsable de la enfermedad.

Incluso ha reconocido que minusvaloró a propósito la gravedad de la COVID-19 al principio de la pandemia, para no crear pánico en su intento de no dañar la economía del país.

Hace unos días, el principal epidemiólogo del Gobierno, Anthoy Fauci, dio que el impacto de la COVID-19 en Estados Unidos habría sido menor si se hubiesen seguido las recomendaciones de las autoridades médicas.

En una conferencia ante la Asociación de Cámaras de Comercio Mexicano Americanas de Texas (TAMACC), Fauci señaló que "aquello de fase 1, fase 2, no debió considerarse un obstáculo para la reactivación económica, sino una vía para alcanzarla". Trump ha insistido en numerosas ocasiones en una reactivación apresurada de la economía y, más recientemente, en la reapertura de escuelas y universidades, menospreciando los consejos de los científicos.

También ha arremetido en varias ocasiones contra China, a la que ha responsabilizado de "infectar al mundo" y a la que exige que "rinda cuentas". Llegó a denominar a la COVID-19 como "virus chino" o "kung flu" (haciendo un juego de palabras entre el arte marcial del kung-fu y la palabra inglesa para la gripe, flu).

Por su parte, Joe Biden no ha desaprovechado la oportunidad de atacar a su rival con el coronavirus y ha achacado las muertes a la gestión de Trump. Para el candidato demócrata, la actitud del presidente ha sido "casi criminal". "El virus no es su culpa, pero las muertes son su culpa, porque podría haber hecho algo", dijo este mes el que fue vicepresidente en el mandato de Barack Obama.

La promesa de la vacuna

Entre tanto, en EE.UU. las esperanzas de victoria sobre el virus está, como en otros lugares, en el hallazgo de una vacuna viable. En lo que se interpretó como un truco de campaña, Trump llegó a prometer que en octubre o en el mes de noviembre -el 3 de noviembre se celebran las elecciones presidenciales-, estaría disponible una vacuna contra el coronavirus.

Ahí Fauci no discrepa tanto del candidato a la reelección, y sostiene que "es razonable" pensar en tener "una vacuna efectiva contra el coronavirus hacia noviembre o diciembre, y es concebible, aunque improbable", que se cuente con ella en "en octubre o antes", tal y como desea Trump.

Estados Unidos tiene en la actualidad cuatro vacunas candidatas en los ensayos de Fase 3, lo que para el secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), Alex Azar, es algo "extraordinario" teniendo en cuenta que no ha pasado ni un año desde que se tuvo conocimiento de este virus. Hace una semana empezó el reclutamiento de voluntarios para un cuarto ensayo clínico de la Fase 3 de la vacuna que desarrolla la farmacéutica Janssen.

"Al crear una cartera de vacunas candidatas, se maximiza las posibilidades de que tengamos suministros sustanciales de una vacuna segura y eficaz, y tal vez múltiples opciones de vacunas, para enero de 2021", añadió.

En todo caso, ya se han escuchado acusaciones mutuas entre Biden y Trump de politizar la llegada de la vacuna, y es probable que vuelvan a ponerse sobre la mesa en este debate, al margen de las que se escuchen sobre todo lo demás.

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