El ingreso mínimo vital que el Gobierno ha aprobado este viernes podría ser un soplo de aire para numerosas familias que se encuentran 'asfixiadas' económicamente y que en los últimos tres meses han tenido que recurrir a la caridad para poder salir adelante. Muchas de ellas ya han contactado con los servicios sociales para informarse sobre la gestión, con la esperanza de poder beneficiarse de dicha ayuda.
Recibir esta renta mínima, que oscilará entre los 461 y los 1.100 euros mensuales, podría ser crucial para el día a día de personas como Marisa, una madrileña de 36 años con seis hijos menores a los que, a duras penas, puede alimentar.
“Estoy en una situación en la que jamás me he visto. Estoy luchando mucho para que lleguen alimentos calientes a casa, pero cuesta. Y dos de mis hijos son bebés”, explica Marisa a RTVE.es.
El sufrimiento de una madre con seis hijos menores
El presente de esta madre no está siendo nada fácil, pero además carga con un pasado todavía difícil de asumir. Es víctima de violencia de género y hace cuatro años perdió a uno de sus hijos, de 15. Por eso, este nuevo obstáculo supone un sufrimiento añadido para una familia que ya contaba con un duro historial.
Hasta la irrupción de la pandemia de COVID-19, Marisa trabajaba cuidando de un anciano de 95 años y el dinero que le pagaban por esa labor permitía, al menos, que a sus hijos "no les faltara comida”. Actualmente no recibe la renta mínima ni tiene otra ayuda a la que agarrarse porque en ese último empleo previo a la pandemia trabajaba "en negro".
Marisa se siente ahora más desprotegida que nunca y cree que el ingreso mínimo vital podría ser su salvación, hasta que pueda encontrar un nuevo empleo.
“Hablé con los servicios sociales pero me dijeron que todavía no sabían nada y que me avisarían, pero espero que me lo den porque tengo que sacar adelante a seis hijos y estoy desesperada. No tengo ni un céntimo y si la más pequeña necesita un jarabe o algo de la farmacia no tengo ni para comprarlo”, dice la joven, que lleva varios meses sin poder pagar el alquiler y ha tenido que acudir al banco de alimentos de la Fundación Madrina para recoger comida y algunos productos de higiene para los bebés.
Marisa asegura que seguirá luchando porque no puede ni imaginar lo que sería tener que "entregar" sus hijos a los servicios sociales "por no poder atenderlos".
"No duermo pensando en cómo salir de esto"
El Gobierno prevé que el ingreso mínimo llegue a unos 2,3 millones de personas que viven en esos hogares en los que escasean los recursos. Se cobrará mensualmente y se otorgará teniendo en cuenta la renta familiar.
La prestación completaría los ingresos hasta alcanzar los 462 euros para un adulto que viva solo, y un máximo de 1.015 euros en hogares con dos adultos y dos hijos. A las familias monoparentales se les garantizaría una renta de entre 700 y 977 euros, dependiendo del número de hijos.
Ana Belén ya conoce cuáles son los requisitos fundamentales para solicitar el ingreso mínimo vital porque un trabajador social la mantiene informada.
“Tengo que solicitar la ayuda porque nuestra situación es muy extrema“
“Nos ha dicho que en cuanto se entere de cómo gestionarlo nos dirá para que nos pongamos manos a la obra si hay que presentar algún papel. Tengo que solicitarlo porque nuestra situación es muy extrema”, asegura.
Ni su marido ni ella, ambos madrileños, tienen trabajo actualmente. Él está en el paro desde hace varios años y no logra encontrar empleo, y ella tiene problemas de salud que le impiden trabajar. Además, tienen que cuidar las 24 horas de una hija con parálisis cerebral.
“Ahora mismo cobramos 430 euros del subsidio y 380 de ayuda a la dependencia por mi hija, pero estoy haciendo malabares porque la enfermedad de la niña supone mucho gasto. También tiene piel atópica y continuamente necesita cremas. Y esta semana he tenido que comprarle un aparato que ha sido muy caro”, detalla Ana Belén.
A día de hoy, la situación familiar ya es insostenible, pero en un mes se les termina el subsidio de 430 euros y si no tienen otro ingreso que lo sustituya no saben cómo podrían salir adelante.
“Yo me voy a volver loca. Estoy que no duermo pensando en cómo salir de esto... ”, revela esta madre. Tiene la esperanza, dice, de que su familia pueda acogerse al ingreso mínimo vital pero sobre todo suplica que su marido, que fue conserje durante más de 20 años, encuentre al fin un trabajo.
"Vivimos por la ayuda de los bancos de alimentos"
El caso de Alba es algo distinto, porque la situación de pobreza a la que se ha visto arrastrada su familia comenzó con la crisis del coronavirus.
“En mi casa somos seis. Tenemos cuatro niños, todos menores, y mi marido está en ERTE. Yo ahora no estoy trabajando. Antes era autónoma y trabajaba en la limpieza, pero desde que nació la última niña no había vuelto a incorporarme”, cuenta Alba.
El único dinero con el que puede disponer su familia es el que procede del ERTE, pero solo han recibido un ingreso inicial y están a la espera del resto.
“Tenemos el pago del piso ‘superatrasado’ y vivimos por la ayuda que me dan en los bancos de alimentos. Y también una conocida me da pañales y leche para la niña, que cumple un año. Vamos tirando gracias a eso y a los familiares”, confiesa la mujer, una dominicana que llegó a España hace más de 20 años.
La trabajadora social a la que ha recurrido “cree que sí” podrán beneficiarse del salario mínimo vital y Alba confía en que así sea.
Jóvenes menores de 23, sin posibilidad de pedirlo: "No tengo ninguna ayuda"
Quien lo tendrá más complicado es Jeni, una joven de 19 años que también se encuentra en una situación límite. Debe dos meses de alquiler y el casero le ha dicho que “en cuanto termine lo del COVID” tendrá que marcharse.
No tiene ningún ingreso fijo porque perdió su trabajo como camarera, así que para poder comer también ha tenido que solicitar ayuda a un banco de alimentos.
Ella, sin embargo, no podrá beneficiarse del ingreso mínimo vital porque, en principio, solo podrán solicitarlo los mayores de 23 años.
“En estos días a veces me llaman para trabajar limpiando en una casa, pero me pueden echar y no tengo ninguna ayuda de nada. He hablado con una asistenta social y va a intentar que al menos me ayuden dándome alojamiento en algún piso”, explica la joven.
Jeni preguntará, no obstante, si hay alguna posibilidad de acogerse a esa ayuda, aunque tristemente intuye cuál será la respuesta.