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Inmunidad cruzada: ¿Pasar un catarro puede proteger de la COVID-19?

SAMUEL A. PILAR
7 min.

La respuesta inmunitaria es uno de los grandes misterios que envuelven a la COVID-19. En estos compases iniciales de la enfermedad, muchos esfuerzos científicos se centran en comprender cómo despliega su escudo protector el organismo humano cuando se ve atacado por el coronavirus. De esta información dependen en buena medida estrategias cruciales para combatir la pandemia, como el desarrollo de posibles vacunas y tratamientos.

Sin embargo, igual que ocurre en casi todos los aspectos relacionados con la nueva patología, los interrogantes son todavía mucho más numerosos que las certezas. Comenzando por que ni siquiera se tiene claro no ya el tipo de respuesta inmunológica que produce el coronavirus, sino lo más básico: si esta existe en todas las personas que superan la enfermedad.

Aunque en este sentido los primeros estudios invitan al optimismo. Los pacientes parecen desarrollar las células y los anticuerpos característicos de una respuesta duradera. Y no solo eso; también se han apreciado indicios sólidos de que haber superado otros coronavirus puede dejar una cierta inmunidad contra la COVID-19. Es lo que se denomina inmunidad cruzada.

Ya estaba descrito en la literatura científica que los coronavirus tienen una cierta reacción cruzada unos con otros.

Estos dos supuestos (respuesta inmunológica adecuada e inmunidad cruzada) parecen respaldados por los resultados de un estudio publicado recientemente en la revista Cell, que abre un camino a la esperanza en la lucha contra la enfermedad. Un 38% de las personas analizadas en el trabajo científico registraron inmunidad celular, de forma que sus organismos, aunque no habían tenido contacto previo con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, presentaron una defensa celular significativa frente a este cuando después se infectaron.

Así, la hipótesis que plantea el estudio es la siguiente: en algunas personas, las infecciones pasadas con coronavirus típicos del resfriado podrían dar lugar a una inmunidad cruzada, lo que les conferiría una cierta protección.

"En el artículo de Cell encuentran buena respuesta celular en convalencientes de COVID-19 de los denominados linfocitos cooperadores ('directores de orquesta' de la respuesta inmunitaria específica) y linfocitos citotóxicos (los que asesinan a las células infectadas por los virus)", explica Alfredo Corell, inmunólogo y profesor de la Universidad de Valladolid, quien recalca que, sin embargo, "el hallazgo más prometedor es que encuentran también estas células colaboradoras en personas que no han pasado la COVID-19, lo que les hace proponer que se pudieron generar frente a los coronavirus de los catarros, y tener reacción cruzada con el SARS-CoV-2".

Enfermos leves o asintomáticos de COVID-19

Tal y como expone, no se trata de algo extraño, puesto que este efecto ya estaba descrito en el pasado y por tanto se sabía que los coronavirus "tienen una cierta reacción cruzada unos con otros". "Los autores de este trabajo científico han encontrado personas entre las que han pasado la infección de manera leve o asintomática que tenían células frente a los coronavirus catarrales, y que eso les ha ayudado a defenderse de este coronavirus de modo cruzado", desgrana Corell.

Los científicos del Instituto de Inmunología de La Jolla en California (Estados Unidos), que son los autores del estudio, examinaron la respuesta de las células T en muestras de sangre que se habían recogido entre 2015 y 2018, antes de que el SARS CoV-2 comenzara a circular. Muchos de estos individuos han tenido después una importante reactividad de células T frente al nuevo coronavirus, aunque nunca habían estado expuestos a este. Todos habían sufrido al menos tres de los cuatro coronavirus del resfriado común, lo que podría explicar la reactividad cruzada observada.

"Si hubiéramos visto sólo respuestas inmunológicas marginales, nos hubiésemos preocupado. Pero lo que hemos visto es una respuesta muy contundente de las células T contra la proteína punta, que es el objetivo de la mayoría de los esfuerzos actuales en la lucha contra la COVID-19, así como de otras proteínas virales. Estos hallazgos son realmente buenas noticias para el desarrollo de la vacuna", asegura Alessandro Sette, líder del estudio científico.

Siete cepas de coronavirus

En este sentido, conviene recordar que, dentro de la familia de los coronavirus, existen siete cepas relacionadas con enfermedades respiratorias en humanos. A las tres más agresivas (MERS-CoV, SARS-CoV y SARS-CoV-2), se suman otras cuatro muy comunes y menos virulentas, que se relacionan con resfriados.

"Lo que cambia principalmente entre los diferentes coronavirus son sus proteínas de superficie, y con la inmunidad cruzada lo que se produce es un anticuerpo que sirve para neutralizar al nuevo virus, debido a la semejanza entre estas proteínas", matiza Alfredo Corell, quien recuerda que "las células T, al final, van a conducir a la producción de anticuerpos".

Los resultados del estudio publicado en Cell todavía son preliminares, pero si finalmente se confirman podrían servir para arrojar luz sobre algunas de las cuestiones que más se han repetido desde que surgió el patógeno, como la de por qué el nuevo coronavirus no afecta a todos por igual; o por qué a los niños la COVID-19 les afecta con mucha menor agresividad (los menores padecen catarros mucho más frecuentemente que los adultos).

Casi un 40% de los individuos estudiados tenían una reactividad importante de células T frente al nuevo coronavirus. iSTOCK

Inmunidad innata y adaptativa

A grandes rasgos, la inmunidad se puede clasificar en dos tipos: innata y adaptativa. La inmunidad innata, que es con la que todos nacemos, tiene un carácter inespecífico y supone la primera línea de defensa frente a los agentes infecciosos. En cambio, la inmunidad adaptativa es más selectiva frente a los patógenos, ya que tiene una memoria destinada a prevenir futuras infecciones.

La inmunidad adaptativa se divide a su vez en dos: inmunidad celular, basada en linfocitos T, e inmunidad humoral, basada en anticuerpos. La inmunidad celular no funciona como lo hace la humoral. Los anticuerpos neutralizan directamente al virus, mientras que el objetivo de los linfocitos T es destruir las células infectadas, entre otros. No impiden la entrada del virus en las células, sino que evitan que el virus se disemine por el organismo humano inutilizando el lugar donde se replican.

El estudio demuestra que haber padecido infecciones de coronavirus anteriores da lugar en algunos casos a estos linfocitos-T. Pero el hecho de tenerlos no va a impedir la nueva infección de COVID-19, aunque la cantidad de virus producida por estos pacientes será probablemente mucho menor, al igual que su capacidad de contagio durará menos tiempo.

Células T cooperadoras o linfocitos T cooperadores

"Las células son mucho más importantes en la respuesta inmunitaria que los anticuerpos, aunque no todas las células", explica Alfredo Corell, y añade: "hay unas en concreto que son las células T cooperadoras, los linfocitos T cooperadores, que son los 'directores de orquesta', y estos son justamente unos de los que se han encontrado en estas respuestas cruzadas del estudio publicado en Cell".

Las células son mucho más importantes en la respuesta inmunitaria que los anticuerpos, aunque no todas las células.

"Las células cooperadoras toman decisiones según el tipo de infección, y hacen que funcionen unos elementos u otros. En algunos casos deciden que hay que sintetizar anticuerpos; aunque en otros, no. Dicho de otra manera: el linfocito cooperador es el que toma la decisión de qué es lo que se necesita para defenderse de una determinada infección", apunta.

"De estas células, una vez activadas, se quedan unas poquitas en circulación como células de memoria, que es lo que hace que si tengo una segunda o una tercera infección, mi sistema inmunitario va a contestar de un modo mucho más rápido y más efectivo", concluye el inmunólogo.

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