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Globalización y nacionalismos en tiempos del coronavirus

GONZALO CARETTI
6 min.

Una gran crisis global para un mundo globalizado. En poco más de tres meses, la pandemia del coronavirus ha puesto del revés el orden mundial tal y como lo conocíamos. Las respuestas a ella están siendo diversas y, a veces, confusas. En la era de la globalización, muchos países han tenido que cerrar sus fronteras y paralizar su actividad económica. Pero eso no es suficiente, y la crisis se está abordando, también, con respuestas globales. Los Estados buscan mascarillas y respiradores en el mercado exterior porque sus producciones nacionales no son suficientes. La información es mundial y actualizada minuto a minuto, lo que a veces permite compartir experiencias en la lucha contra el virus. No es la primera pandemia ni la única del mundo globalizado, pero para algunos analistas quizá sí sea la primera a la que se responde con una mezcla de acción local y global.

"Esta vez se ha abordado, en los dos últimos meses, como un problema global", señala a TVE el catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Rafael Calduch. "Es la primera pandemia en la historia de la humanidad que se aborda como un problema global y eso es porque hay una globalización comunicativa", algo que no ocurrió en otras grandes pandemias del pasado, como la "mal llamada" gripe española de 1918.

Sin embargo, recuerda Federico Sáenz-Francés, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, la del coronavirus "no es la primera crisis que se está abordando a una escala global. Tenemos crisis previas, como la del terrorismo internacional, que han requerido e incluso han obtenido resultados más satisfactorios a escala global".

Y es que el COVID-19 ha puesto al mundo ante una paradoja. Algunos argumentan que la gran tasa de contagio quizá se haya visto favorecida por una dinámica mundial, la de la globalización, en la que los movimientos son rápidos, constantes y las fronteras porosas. Pero no está claro que se hubiera detenido con fronteras físicas y en la respuesta global se encuentra, precisamente, la solución. La lucha contra la pandemia, señalan los expertos consultados por TVE, no puede abordarse exclusivamente desde escenarios nacionales o locales.

La respuesta nacionalista

"Esta es la razón por la que necesitamos fronteras", tuiteó el presidente estadounidense, Donald Trump, el pasado 23 de marzo. Italia y España se encontraban inmersos en el colapso, y otros países europeos les seguían de cerca. En Estados Unidos, el número de contagios aún no se había disparado y su presidente seguía minimizando la crisis, más preocupado por la economía que por otra cosa.

Su respuesta ahondaba en su retórica aislacionista, como la del premier británico, Boris Johnson. "Estamos viendo primar en muchos aspectos, la irrupción de políticas nacionales por encima del brillo de las organizaciones internacionales que tendrían que coordinar e, incluso, inspirar, en esta situación", recuerda el profesor Sáenz-Francés.

Pero en muchos casos, señalan algunos analistas, la realidad les ha obligado a recular. "Discursos como el de Trump o como el de Boris Johnson, que hace dos semanas mantenían un discurso nacionalista, se han visto desbordados por la realidad", apunta el profesor Calduch.

Especialmente complicado será para Trump, que se encuentra en año electoral. "Su política ha quedado desautorizada ante muchos de sus propios votantes, que se han visto obligados al confinamiento, que es lo opuesto a lo que él decía", señala el profesor Calduch.

"No olvidemos que hace tres semanas estaba hablando del 'virus chino'. Esas narrativas, que les han sido muy útiles a uno para ganar elecciones y a Johnson para rentabilizar el Brexit, de repente se encuentran con que son machadas en dos semanas por la ineludible realidad de los hechos de una pandemia que no entiende de fronteras", añade.

La crisis, no obstante, ha hecho resurgir temporalmente fronteras que se habían desdibujado, como las del espacio Schengen de libre circulación en Europa. Pero, señalan algunos expertos, estas fronteras no ponen en cuestión las dinámicas integradoras. "Esas fronteras no han surgido por respuestas políticas al problema de la pandemia", señala Calduch. "Han surgido por requerimientos técnicos... científicos, médicos, si se quiere de otra manera".

No obstante, para Sáenz-Francés, existe un riesgo. "Es posible que esta crisis haga reverdecer determinadas posturas que podemos vincular con nacionalismos, movimientos populistas, que ven la frontera tradicional como un elemento positivo en estas circunstancias sin darse cuenta de que esas fronteras están traspasadas, tamizadas por la globalización", señala. "Pero -matiza- pese al mensaje pesimista sobre el futuro, muchas de las sociedades en las que tienen presencia esos liderazgos son lo suficientemente desarrolladas como para comprender que ese discurso simplista no explica la completa realidad de las cosas".

¿Políticas sanitarias globales?

Ante una crisis global, los mecanismos globales son débiles. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene limitadas sus competencias, y las respuestas que se pueden dar están siendo mayoritariamente nacionales. "Hemos respondido con las armas que teníamos, que eran las políticas sanitarias públicas nacionales", señala el profesor Calduch.

"Son respuestas reactivas. Esperemos que se saquen lecciones aprendidas y la OMS deje de ser una organización que solo puede hacer recomendaciones y sacar cifras o estadísticas para empezar a tener capacidad de establecer, más que imponer, políticas sanitarias globales", asegura.

"Lo deseable sería que de esta crisis salieran organismos internacionales reforzados", añade el profesor Sáenz-Francés. "Una OMS que lleva predicando en el desierto sobre una pandemia global debería de verse reivindicada en su función, más allá de los errores y los fallos que se hayan podido cometer en ese proceso", señala.

Las respuestas, no obstante, no han estado ausentes de críticas; en Europa, por ejemplo, especialmente tras el bloqueo de Holanda y Alemania a conceder coronabonos para hacer frente a la posible recesión económica que podría llegar como consecuencia de la crisis. Pero algunos analistas recuerdan que las instituciones comunitarias sí están respondiendo de manera global y solidaria, como la concesión de 870.000 millones de euros del Banco Central Europeo.

"No es cierto eso de que la Unión Europea no esté respondiendo de manera solidaria", señala el profesor Calduch. "870.000 millones de euros, para que la gente se haga una idea, es aproximadamente el 75% del Producto Interior Bruto (PIB) de España".

Sea como fuere, parece que el coronavirus ha cambiado, al menos a corto plazo, las dinámicas del mundo, aunque no aún no se sepa el impacto de ese cambio. "Hemos vivido hasta ahora en una sociedad cosmopolita, basada en la transmisión de ideas, valores, de personas, de bienes... y esa sociedad seguirá existiendo, pero cabe preguntarse hasta qué punto resultará debilitada por una crisis que, sobre todo, se materializa en inseguridad", señala el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Comillas.

"Es posible que dentro de algunos años podamos decir que la globalización se matizó en muchos de sus elementos fruto de esta crisis", concluye Federico Sáenz-Francés.

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