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Autoritarismo, democracia, y la gestión de la crisis del coronavirus

GONZALO CARETTI
4 min.

Dos meses después de que China decretara el confinamiento, la provincia de Hubei reabre sus controles. Las medidas que entonces tomó China han hecho que algunos vean al país asiático, un regímen autoritario, como un modelo de eficacia. Y habitualmente, se comparan las cifras. China, algo más de 3.200 muertos, frente a los más de 7.500 de Italia y los 3.400 de España. Pero esas cifras pueden ser engañosas. "Las cifras que vienen de China, como de otros países autoritarios, siempre hay que cogerlas con pinzas", recuerda la profesora de Ciencias Política de la Universidad Complutense de Madrid, Ruth Ferrero Turrión. Es decir, que no se sabe en realidad cuantos fallecidos ha habido en la provincia.

"Los regímenes autoritarios es lo que tiene, que al principio parece que puede ser que den respuestas contundentes pero a costa de recortar mucho derechos", recuerda la profesora Turrión. "Y ese es uno de los grandes riesgos.

La respuesta china no fue inmediata

Aunque las medidas de Pekín hayan sido aplaudidas por la OMS, los analistas recuerdan que tardó un mes en responder. "China tampoco tuvo una respuesta inmediata", señala la profesora Ferrero Turrión. "Se lanzó la voz de alarma en diciembre, y hasta enero no se dio una respuesta".

Según un informe de la Universidad de Southampton, de haber hecho caso desde el primer momento, el número de casos se habría reducido en un 86%. Además, Pekín, como recuerda Reporteros sin Fronteras, también ocultó las primeras alertas, como ocurrió con el doctor Li Wenliang, el médico chino que intentó advertir a otros médicos sobre el coronavirus el 30 de diciembre. El médico, que trabajaba en Wuhan, epicentro de la epidemia llegó a escribir a sus amigos para que estos advirtieran a sus seres queridos. Fue acusado de difamación y reprendido de las autoridades.

La censura china evitó, durante las primeras semanas, que la prensa y las redes sociales transmitieran la alarma la sociedad. "Como era un sistema autoritario, ocultaron determinados rasgos de la pandemia que quizás, habiéndolo adelantado unas cuantas semanas, también hubieran ayudado a que no se extendiera de esa forma", recuerda la profesora Ferrero Turrión.

Otras gestiones de regímenes autoritarios

Pero hay más regímenes autoritarios. Por ejemplo, nada se sabe de la situación de Corea del Norte. Poco, más bien poco, de un régimen como el del general Al Sisi en Egipto. Según los datos oficiales de Irán, el país tiene 27.000 casos y 2.700 muertos, aunque muchos expertos sospechan que Teherán no está contando la realidad.

También hay muchas dudas sobre cuál es la situación, por ejemplo, en Rusia, donde solo hay un fallecido reconocido, algo que según muchos, es poco creíble. Mientras, en los países democráticos, hay modelos de gestión de la crisis, como el de Corea del Sur o Alemania, muy eficaces.

"La eficacia no tiene nada que ver el tipo de régimen", señala la profesora Ferrero Turrión. "Más bien con el cómo está dotada la administración pública, cómo funciona la administración pública, y qué respuestas se da a esta crisis".

El liderazgo político sí parece más importante. "Tenemos por ejemplo el caso de Estados Unidos, que es una de las grandes democracias del planeta pero tenemos un liderazgo político que es casi un negacionista de todas estas cuestiones", añade la analista.

La falta de previsión

Con una crisis tan veloz, "las respuestas que se están dando se basan en prueba y error". Pero, quizás, lo que más sorprende en el caso de las democracias occidentales es la falta de previsión. "Nos creíamos que éramos incontagiables. Ya nos pasó con el SARS. En Europa nunca nos preocupamos de que pudiera pasarnos a nosotros y, por lo tanto, no teníamos unos servicios rápidos de respuesta en relación a un tipo de peste en el siglo XXI", señala Ruth Ferrero.

Nos creíamos que éramos incontagiables. Ya nos pasó con el SARS

Pero además, las democracias enfrentan ahora otro riesgo: que el miedo aliente los discursos autoritarios y populistas, dispuestos a recortar derechos a cambio de una prometida 'seguridad'. "Todos ellos quieren jugar la carta de la amenaza a las sociedades occidentales", alerta la profesora de ciencias políticas de la Universidad Complutense, "y si no hay una buena gestión de esta pandemia, de esta alerta sanitaria, muy probablemente puedan calar entre la sociedad".

En tiempos de grandes crisis, decía el filósofo Raymond Aron, las democracias tienen una respuesta más lenta, porque requiere de consensos. Pero eso no significa que sean menos eficaces y Corea del Norte y Alemania son hoy un ejemplo. Pero es que en tiempos de crisis es cuando revive un viejo debate: seguridad frente a derechos. Algo que ya vivió el mundo tras el 11-S.

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