La firme oposición de los nietos de Francisco Franco a la exhumación de los restos de su abuelo ha dejado en la sombra el verdadero deseo del dictador, que nunca quiso ser enterrado en el Valle de los Caídos y hubiera preferido descansar en el panteón familiar del cementerio de El Pardo-Mingorrubio, donde finalmente ha sido inhumado este jueves. Esta preferencia de Franco fue revelada por su hija Carmen en una novela de memorias y ratificada por otro libro que publicó su primo Francisco Franco Salgado-Araujo en 1976.
[Especial: Exhumación de Franco]
Si bien es cierto que no hay un testimonio directo que recoja la voluntad explícita del dictador sobre el lugar en el que debía ser enterrado tras su muerte, son varias las voces que confirman que él quería reposar en el cementerio de El Pardo, donde está enterrada su viuda, Carmen Polo. La más cercana es la de su propia hija, tal y como recoge la periodista Nieves Herrero en el libro Carmen: El testimonio novelado de la hija de Franco. Una mujer testigo de la historia, lanzado en 2017.
“Carmen ahora está cansada. No quiere ni oír que se pretende trasladar a su padre del Valle de los Caídos. Considera que a los muertos hay que dejarlos descansar (…) Otra cosa es que (Franco) nunca expresara que quisiera estar allí. Hubiera preferido descansar en el panteón familiar de El Pardo”, señala la novela.
Carmen Franco --fallecida en diciembre de 2017-- confesó, además, que a su madre “le hubiera gustado que su esposo estuviera allí enterrado (en El Pardo) y no en el Valle de los Caídos, donde ella acudió todos los 20 de noviembre tras su muerte”.
De hecho, cuando Polo murió en 1988, su hija cambió de idea sobre la necesidad de "dejar a los muertos descansar" y pidió al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, que exhumara al dictador para enterrarlo junto a su esposa en Mingorrubio, una solicitud que no se aceptó y que no concuerda con la resistencia que los nietos de Franco han mostrado en los últimos meses a que el traslado se llevase a cabo.
Franco nunca ordenó su entierro en el Valle
La afirmación que hace Carmen Franco sobre la preferencia de su padre de ser enterrado en el panteón familiar coincide con la que hizo mucho antes Salgado-Araujo en Mis conversaciones privadas con Franco (1976), un libro en el que el primo del dictador -también enterrado en Mingorrubio- recopila las notas que tomaba tras sus encuentros diarios con él.
Además, el fallecido periodista Rufo Gamazo, mano derecha del expresidente Carlos Arias Navarro, señalaba en un artículo publicado en La Opinión de Zamora en 2011 que la cripta de Mingorrubio había sido construida para acoger los restos mortales de Franco y de su esposa y rechazaba que el dictador quisiera yacer en el Valle de los Caídos: “la razón se nos antoja muy simple; no se consideraba un caído”, comentó entonces.
Lo cierto es que Franco nunca ordenó su entierro en el Valle de los Caídos y que su tumba se improvisó en tres días. Fue el Gobierno de Arias Navarro, de acuerdo con el rey Juan Carlos, el que consideró que ese era el lugar idóneo para darle sepultura.
El coordinador de ese entierro histórico hace casi 44 años, Gabino Abánades, explicaba el pasado miércoles en RNE que él se enteró de que el dictador sería sepultado en el Valle de los Caídos el mismo día de la inhumación: "Pensaba que iba a ser en El Pardo", contó el que fuera director de los servicios funerarios de Madrid durante dieciocho años, a quien años después, en 1988, Carmen Franco le reconoció que le habría gustado que los restos de su padre hubieran sido enterrados en Mingorrubio, junto a los de su madre.
La orden para llevar a cabo el entierro en Cuelgamuros, que fue escrita en el Palacio de la Zarzuela, se firmó como “Yo, el rey” a las 16:00 horas del 22 de noviembre de 1975. En ese preciso momento se allanó el camino para que el Valle de los Caídos se convirtiese en un lugar de culto al dictador que gobernó España desde 1939 hasta su muerte en 1975 y en uno de los monumentos más controvertidos de la historia de España.
La duda sobre la preferencia de Franco viene de lejos
No obstante, hay otra referencia significativa que se inclina hacia el otro lado. En la biografía sobre Franco que firma Paul Preston, este historiador señala que durante la inauguración oficial del Valle de los Caídos el 1 de abril de 1959, el dictador le dijo al arquitecto Diego Méndez: “Bueno, Méndez, y en su día, yo aquí, ¿eh?”.
Ese apunte también aparece en el libro La verdadera historia del Valle de los Caídos (1976), de Daniel Sueiro, en el que se recoge una curiosa conversación entre Méndez y el almirante Luis Carrero Blanco en la que, precisamente, dudan sobre si Franco querría ser enterrado en el Valle.
“-- Oye, Luis, tenemos que preguntarle un día al Generalísimo a ver qué idea tiene él, a ver si quiere que le preparemos algo en el Valle'.
-- Pues habla tú con él, hablale tú; un día que vaya por allí, por las obras, se lo preguntas.
-- ¿Pero cómo voy a preguntarle yo...? Es muy difícil, para mí es muy violento.
-- Claro, tienes razón, pero para mí también, no creas...", relata el libro.
"En fin, así se quedó la cosa. Pero yo le dije a Carrero:
-- Mira, yo de todas formas voy a prepararle allí la sepultura; igual que hemos hecho la de José Antonio, en la parte de atrás, allí voy a prepararle la sepultura para él. ¿Qué te parece?
-- A mí me parece muy bien. Sí, prepárasela, porque yo tengo la seguridad de que él querrá ir al monumento. Házsela, y ya tendremos ocasión de preguntárselo”, continúa la conversación.
No hay constancia de si esa pregunta le fue formulada finalmente a Franco. Podría haberse llevado su preferencia a la tumba, pero, si se da por cierta la versión de su hija, la reinhumación realizada este jueves cumpliría post portem con la última voluntad del dictador, pese a la enorme polémica suscitada.
El panteón de los Franco fue un regalo de Arias Navarro
En el cementerio de Mingorrubio, la sepultura destinada a acoger los restos de Franco lleva décadas vacía. La cripta fue construida en 1969 debido a "circunstancias imprevisibles y de urgencia", de acuerdo con el expediente del pequeño mausoleo que guarda el Archivo de la Villa y fue un regalo de Carlos Arias Navarro, quien anunció con tristeza la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975.
El panteón en el que será enterrado Franco se alza, además, sobre terrenos de Patrimonio Nacional en el madrileño barrio de El Pardo y está rodeado de bosques a la orilla del río Manzanares, junto al embalse de El Pardo, que fue construido precisamente durante el régimen franquista y finalizado en 1970.
Para su construcción se emplearon fondos de las arcas municipales. Concretamente, se sufragó con fondos del Ayuntamiento de Madrid para parados y costó 11,5 millones de las antiguas pesetas del año 1969 (69.000 euros de los actuales), si bien el salario mínimo en la época se situaba en lo que hoy serían 18 euros al mes.
Las obras de construcción y la decoración interior a cargo de diversos artistas se cargaron a los fondos del Recargo de la Décima para la Prevención del Paro Obrero, el impuesto sobre propiedades rústicas e industriales creado en 1931 por los ministros socialistas Indalecio Prieto y Largo Caballero que debía destinarse a obras municipales en las que se contratase a parados.
El dictador compartirá cementerio con otros dirigentes de la dictadura
Con ese dinero se pudo construir un panteón en el que destacan sus muros de granito y pavimento de mármol y en el que caben 60 personas sentadas. Se sabe, además, que tiene capacidad para una decena de sepulturas, pero hasta el momento solo descansaban los restos de Carmen Polo desde 1988.
La obra se compone de una sola nave de planta cuadrada presidida por el atrio, rectangular, por donde se accede a la cripta y en su lateral izquierdo está la sacristía, con puerta de acceso al atrio y a un vestíbulo con entrada directa mediante una escalera exterior, según los planos originales.
En el camposanto de Mingorrubio, que tiene 19.472 metros cuadrados de superficie y más de 2.500 unidades de enterramiento, resposan también los restos de destacados dirigentes del régimen franquistacomo sus dos últimos presidentes del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, asesinado por ETA en 1973, y el propio Arias Navarro.
Además, están enterrados allí ministros del régimen, militares y numerosas personalidades vinculadas al franquismo.