La primera ministra británica, Theresa May, ha decidido posponer la votación sobre el acuerdo del votación sobre el acuerdoBrexit prevista en principio para este martes en la Cámara de los Comunes. "He escuchado con mucho cuidado todo lo que se ha dicho tanto en esta Cámara, como fuera. Está claro que sigue habiendo una profunda preocupación sobre [la solución en Irlanda] y, si celebrásemos la votación, [el acuerdo] sería rechazado. Por eso la vamos a retrasar", ha dicho.
“He escuchado con mucho cuidado todo lo que se ha dicho en esta Cámara y por todas las partes“
Aunque May no ha proporcionado una nueva fecha, el Parlamento británico ha dicho vía Twitter que esta podría producirse incluso el 28 de marzo de 2019, un día antes de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
De nada han servido las dos intensas semanas de campaña para conseguir los 320 votos necesarios: los 257 diputados laboristas, los 10 unionistas de Irlanda del Norte –que sustentan el Gobierno de May-, los 11 del Partido Liberal Demócrata y los 35 parlamentarios escoceses han expresado abiertamente su voto en contra, a los que se habrían adherido en torno a un centenar de conservadores euroescépticos.
May ha cedido a la presión del Parlamento, que reclama cambios en la salvaguarda para evitar una frontera física entre la República de Irlanda y la provincia de Irlanda del Norte, aunque ha seguido recibiendo duras críticas de los parlamentarios que piden su dimisión.
De hecho, el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, ha tildado de "descortés" con los parlamentarios que el Gobierno haya filtrado a los medios la decisión antes de anunciarla en una poco habitual intervención. Aunque Bercow ha abierto la puerta a que fuera la Cámara la que decidiese si cancelaba o no la votación, finalmente el Gobierno ha confirmado que toma la decisión de manera unilateral.
Gira europea para salvar el acuedo
La presión sobre Theresa May crece por momentos ante la delicada e imprevisible situación política en una semana clave para el Brexit, una situación que ha provocado la mayor caída de la libra en 18 meses con respecto al dólar (una libra = 1,25 dólares), mientras que una libra equivale a 1,10 euros.
La conservadora se ha enfrentado a una Cámara convulsa y escéptica, que se ha revuelto al ser preguntados si realmente "quieren entregar el Brexit". "Si la respuesta es sí, entonces [la Cámara] debe estar preparada para hacer concesiones", ha añadido. Pero también ha pedido a los diputados que reflexionen sobre las consecuencias de celebrar un segundo referéndum o de un divorcio sin acuerdo.
No obstante, la primera ministra ha sido tajante: volverá a la UE para buscar "garantías" para la salvaguarda, a pesar de que su acuerdo sigue siendo "la mejor opción". May iniciará la ronda de contactos con el primer ministro holandés, Mark Rutte, y se reunirá con distintos líderes europeos esta semana. No será tarea fácil, puesto que la Comisión Europea ha repetido este mediodía que el texto no puede volver a negociarse y lo mismo ha recordado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras la comparecencia de May.
La frontera irlandesa, el eterno obstáculo
Si la denominada red de seguridad para Irlanda fue el mayor escollo de las negociaciones, la solución pactada con Bruselas es ahora el mayor obstáculo para el plan de May. En concreto, por la permanencia del Reino Unido en la unión aduanera durante el periodo de transición -previsto entre el 29 de marzo de 2019 y diciembre de 2020-, una situación que podría darse de forma indefinida, tal y como reconoció el Gobierno la pasada semana en su análisis legal del Brexit.
Este es precisamente el principal punto de fricción para el acuerdo, ya que muchos parlamentarios consideran que la solución dejaría a Londres quede "sometida" de forma indefinida a las normas europeas sin voz ni voto.
Los primeros en rechazar abiertamente este plan fueron los unionistas del DUP. Su líder, Arlene Foster, ha calificado la decisión de May de "humillante" y le ha reclamado en conversación telefónica que se deshaga de este plan, según ha anunciado vía Twitter.
May, en la cuerda floja
Uno de los retos importantes ahora para May ahora es salvar su futuro político, porque, aunque nadie sabe lo que puede ocurrir, cada vez más diputados piden su dimisión por no dejarles expresar su rechazo en una votación y por querer ganar tiempo.
El Partido Laborista pretende impulsar una moción de censura para asumir las negociaciones, porque cree que el Gobierno "ha perdido el control de los eventos", tal y como ha señalado su líder, Jeremy Corbyn. "La primera ministra debe hacer sitio para los que pueden salvar el Brexit", ha indicado. Tras la sesión de este lunes, 50 diputados laboristas han enviado una carta a Corbyn pidiendo la moción de censura de inmediato, aunque la formación pretende esperar a que May regrese de Bruselas.
De celebrarse, la ministra principal escocesa y líder del SNP, Nicola Sturgeon, ya ha dicho este lunes que votaría a favor de expulsar a May de Downing Street y lo mismo hará el Partido Liberal Demócrata y los diputados del Plaid Cymru. Peligran también las riendas del Partido Conservador, ya que una derrota podría animar a más diputados a presentar sus cartas de no confianza para disputarle el liderazgo. De hecho, el cabecilla del ala euroescéptica de la formación, Jacob Rees-Mogg, considera el aplazamiento un "sinsentido" porque la situación solo se resolverá "con un nuevo primer ministro".