¿Qué se puede meter en una caja? En la de Eugenio Recuenco cabe de todo: un hecho histórico, una obra de arte, un sentimiento, el infinito… Este célebre fotógrafo español ha montado una apabullante exposición con casi 370 fotografías de un metro de alto que se retroiluminan por detrás y que juntas conforman un puzle que retrata los últimos cincuenta años de la historia (nuestra historia) revisando hitos como la llegada del hombre a la luna, la era Trump, la contaminación del planeta, la Mona Lisa, la muerte de Lady Di, el empoderamiento de la mujer... “No he fotografiado hechos históricos a los que he tenido que ser fiel sino la sensación que me ha quedado de esos hechos históricos”, revela.
Recuenco construyó una caja de madera gigante con una única ventana por la que entran estímulos del exterior y durante ocho años ha fotografiado escenas de fuerte carga estética formadas por personas y objetos, algunos tan cotidianos como camas, sellos, relojes o escaleras, y otros más peculiares como lápidas o un trapecio. Elementos que se integran en un discurso que habla de soledad, miedo, locura, deseo, vida, muerte.
“Las fotografías son frases y con las frases tú haces el texto”. Un texto que varía porque todas las fotografías se transforman según dónde se coloquen pero también según las experiencias personales de la persona que las mira. “Hay partes muy críticas, pero tú eliges. Y puedes pasar por encima de la crítica y quedarte con la propuesta estética que también es muy válida. Es esa parte estética la que te invita a evadirte de la realidad porque si no estuviera estaríamos haciendo un documental".
Y es que Recuenco se limita a mostrar, no a juzgar. “Hay toda la objetividad que te permite el sentimiento. Las fotografías son objetivas pero la avalancha de imágenes va a provocar reacciones libres. Cada fotografía es independiente y a la vez todas son modulables, por eso el diálogo entre ellas y el discurso narrativo se transforma según la relación que se crea entre las fotos”.
La cuidada escenografía mezcla poesía y teatralidad, lo que otorga mucha fuerza a las imágenes. En algunos las fotografías parecen escenarios en los que se interpretan dramas y comedias personales y universales, todos concebidos exclusivamente para la caja.
“El espacio ha sido el límite para contar esas historias”, dice.
Un espacio en el que sucenden cosas, se retratan emociones y se provocan sentimientos. Y él, disparando desde la cuarta pared del cubo, lo ha fotografiado todo.
“Quiero forzar a la gente a que se detenga en cada fotografía pero también que vea el conjunto, por eso importa tanto el espacio que hemos elegido para hacer la exposición”.
Habla del Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada (CEART), un lugar que le ha permitido tener la luz y el montaje deseados y jugar con la arquitectura de la imagen. Un reto con el que ha disfrutado.
Esta muestra abierta y viva se puede visitar hasta el 20 de enero y después viajará a otros lugares, entre ellos la galería que el fotógrafo tiene en Berlín. “Esta exposición como un puzle que desarmas y vuelves a armar en otro sitio y que entonces tendrá otra lectura y cada espectador tendrá la suya propia asociando ideas y experiencias”, añade mientras se lamenta de no poder disfrutarla de otra manera, descubriéndola ya montada como lo hará el público.
El recorrido invita reflexionar, a mirar dentro de la caja, a mirar dentro de nostros mismos, a vernos en el otro, a encontrarnos. También a no olvidar que ese pasado, a veces terrible, también es el nuestro y que y que todos vivimos la misma historia, aunque luego cada uno guarde la suya en su propia caja.
Eugenio Recuenco es uno de los pesos pesados del arte visual y trabaja con la fotografía y el vídeo, soporte que, según vaticina, terminará imponiéndose. “La fotografía va a quedar como algo antiguo muy de moda porque el vídeo, a nivel informativo, es más completo. En pocos años la fotografía solo tendrá valor estético. Hoy hay mucha cultura visual y es muy fácil hacer una buena fotografía pero no es tan fácil que te salga una narrativa”.
Una visión del sector que no afecta a la prensa, especialmente a la prensa de moda y que se enmarca en la crisis que vive el papel. “En España y el resto de Europa sigue prevaleciendo la fotografía pero en EE.UU. es más importante el vídeo. En moda todo es estética y yo intento añadir algo más, mostrar la ropa pero a la vez contar una historia y trasmitir emociones, ¡por eso me han desahuciado de la moda! El cambio de mentalidad traerá el cambio de formato”.
Y hablando de cambios. De todas las cosas que han marcado estos cincuenta años destaca el 11-S. “Nos cambió la forma de pensar y la forma de someternos. Ellos ganaron y nosotros hemos bajado la cabeza. Contra eso me gustaría que hubiera más voces críticas”. Algunas surgen desde el arte, un arma potente para gritar contra las injusticias o batallar por causas justas. Eso sí, a veces se topa con la censura. O lo que es peor, la autocensura. “La censura tiene sentido cuando algo es dañino pero no cuando algo es solo molesto”, recalca.