El nombre de Donald Trump no estará en ninguna de las papeletas del 6 de noviembre, pero la mayoría de los electores votarán pensando en él. Son las midterm (elecciones de medio mandato), llamadas así porque se celebran en la mitad de la legislatura y sirven para juzgar a los presidentes, como una especie de pulsómetro de lo que opinan los estadounidenses del actual inquilino en la Casa Blanca.
Esta es la primera cita electoral a la que se enfrenta el presidente de Estados Unidos, dos años después de las presidenciales de 2016, y a falta de dos para que se vuelvan a celebrar las próximas. En juego, su consolidación o el principio del fin de la era TrumpTrump tiene a su favor las buenas cifras económicas que le acompañan, aunque no todo el mérito sea suyo. En contra, sus bajos índices de popularidad y algunas controvertidas decisiones como la elección para el Supremo del juez Kavanaugh, acusado de abusos sexuales.
Estas elecciones legislativas servirán también para comprobar si el Partido Republicano afianza su estrecha mayoría en el Congreso y si, de paso, se ha convertido en el partido de Trump. Para el Partido Demócrata, serán un referéndum sobre su futuro sin ningún candidato presidenciable a la vista.
Gran expectativa ante la repercusión en la era Trump
Los estadounidenses renuevan el próximo martes un tercio del Senado (33 de los 100 senadores, además de dos escaños vacantes de Minesota y Misisipi), los 435 escaños de la Cámara de Representantes, además de 36 gobernadores, algunos alcaldes y parlamentos locales. Por lo general, las elecciones de medio mandato suelen tener un alto nivel de abstención y, por tanto, muy poca repercusión informativa.
“Las elecciones de medio mandato son una especie de castigo al presidente“
Pero por primera vez en mucho tiempo, las elecciones de 2018 han despertado el interés de todos los medios nacionales e internacionales porque pueden suponer un antes y un después para la presidencia de Trump. Tradicionalmente, el partido en el gobierno pierde casi siempre el control de la Cámara de Representantes. Sucede desde los 30: "Es una especie de castigo al presidente de Estados Unidos", asegura el director del Real Instituto del Elcano, Charles Powell. A su juicio, hay tres posibles escenarios ante los comicios del 6 de noviembre.
Primer escenario: un Congreso aún controlado por los republicanos
En primer lugar, que el Partido Republicano mantenga el control de las dos cámaras, una revolución porque no es lo habitual. "Sería un éxito para Trump", asegura Powell, ya que supondría un espaldarazo a sus políticas y aseguraría su candidatura para la segunda reelección.
El excorresponsal de TVE en EE.UU., Carlos Franganillo, cree que además Trump ha logrado impulsar un movimiento casi religioso y ha convertido al Partido Republicano en 'trumpista'. Según las encuestas, los republicanos mantendrán el dominio en el Senado con una probabilidad del 60-70%.
No ocurre lo mismo en la Cámara de Representantes: disponen de 241 escaños en la actualidad y tienen seguros 147 asientos. Hay entre 45 y 48 que se estiman disputables porque históricamente no están garantizados para ningún partido. Los demócratas necesitan mantener los 194 actuales y arrebatarles 24 a los republicanos para llegar a la mayoría de 218 congresistas.
Segundo escenario: la revolución demócrata
El segundo escenario posible, según Powell, es que se produzca una revolución azul (color del Partido Demócrata) y la formación logre dominar el Congreso, "algo muy improbable", en su opinión. Para que eso ocurriera, los votantes de izquierdas tendrían que movilizarse, algo poco habitual en estas elecciones.
El índice de participación suele ser bajo, entre un 37% y un 40%, mientras que en las presidenciales acude a votar un 60% de la población. Históricamente, los militantes republicanos son los más fieles a la hora de acudir a las urnas. Si se diera este caso, los demócratas podrían abrir un impeachment (juicio político) contra Donald Trump por casos como el Russiagate. Pero las posibilidades son remotas porque, aunque ganaran el Senado, el Partido Demócrata no cuenta con los dos tercios de la cámara alta necesarios para destituir al presidente.
En opinión del excorresponsal de ABC en EE.UU., Pedro Rodríguez, estos comicios pueden además convertirse en "un ajuste de cuentas" para el Partido Demócrata después de sucesivas derrotas. Y, sobre todo, en un escaparate para aspirantes demócratas que ya se perfilan para las presidenciales de 2020.
Tercer escenario: los demócratas toman la Cámara de Representantes
El escenario más previsible según las encuestas y los analistas es que los demócratas controlen la Cámara de Representantes pero no el Senado. Así, el Congreso quedaría dividido y restaría poder a Trump, a quien le costaría más aprobar sus leyes y reformas.
En resumen, estas elecciones tienen más sabor a plebiscito sobre Donald Trump que a unas elecciones legislativas. Prueba de ello es su apretada agenda de actos y mítines de campaña por medio Estados Unidos, donde saca pecho de la bonanza económica del país y de su rebaja de impuestos.
Economía, inmigración y el auge de las mujeres, asuntos candentes
Para la investigadora del Real Instituto de Elcano, Carlota G. Encinas, el actual presidente "puede caer mal y tener bajos índices de popularidad pero le avala su gestión económica": hubo un 4,1% de crecimiento en el segundo trimestre y unas tasas de desempleo como en los años 60, por debajo del 4%. Pero los economistas recuerdan que estas exitosas cifras macroeconómicas se deben a 9 años seguidos de crecimiento en uno de los mayores periodos de prosperidad de Estados Unidos.
La otra pata de esta campaña electoral es la inmigración. La admistración Trump amenaza con una ola de inmigrantes ilegales si gana el Partido Demócrata. "Los demócratas quieren caravanas de inmigrantes como la que trata de llegar ahora", dijo Trump hace unos días en un acto de campaña.
“Trump puede caer mal y tener bajos índices de popularidad pero le avala su gestión económica“
La profesora Encinas cree que el presidente ha conseguido con asuntos como este "nacionalizar" estas elecciones. En su opinión, hay además temor en muchos ciudadanos a que manipulen su voto ante la obsolescencia y vulnerabilidad del sistema informático en unas elecciones muy complejas. Cada estado tiene sus normas y su sistema de votación, por lo que hay tantas elecciones como estados.
Falta por saber qué ocurrirá con el voto femenino. Por primera vez se presenta el mayor número de candidatas: 235 optan a la Cámara de Representantes y 22 al Senado. Habrá que ver cómo se canaliza el voto de esas mujeres después de la ola feminista desatada en los últimos tiempos en EE.UU. a raíz de movimientos como el #MeToo o la multitudinaria marcha de las mujeres al día siguiente de que el candidato republicano tomara posesión de su cargo.
Cada vez más, las mujeres votan a los demócratas y los hombres a los republicanos. Es hora de comprobar si esa fuerza femenina llegará también a los más altos puestos del Capitolio donde la política sigue siendo cosas de hombres.