Es uno de los creadores más importantes de la historia, uno de los más influyentes y uno de los pocos a los que se puede calificar de diseñador, que según la RAE es ‘la persona que diseña’. La historia de la moda la han escrito, a golpe de aguja, afamados modistas, estrellas del estilismo y, por supuesto, los diseñadores, una categoría superior ya que son auténticos creadores. Issey Miyake es uno de ellos, y uno de los más relevantes e influyentes del siglo XX.
“Solo él es capaz de hacer oscilar la estructura tradicional del vestido”, dice Giles Lipovetsky, en El imperio de lo efímero mientras compara el talento del japonés con el de su compatriota, Rei Kawakubo, la creadora a la que el Metropolitan de Nueva York dedica ahora una retrospectiva.
Si Kawakubo tiene una exposición, Miyake tiene un libro. En él se repasa toda su obra, desde 1970, cuando funda su marca, hasta 2015. Pero… ¿es posible meter todas las colecciones que ha hecho el japonés a lo largo de su vida en una bolsa? La respuesta, aunque parezca mentira, es afirmativa. Taschen recoge 40 años de trabajo en una edición especial realizada por Midori Kitamura, un capricho para coleccionistas que viene ‘embolsado’.
El libro tiene 514 páginas que recogen las colecciones más famosas de Miyake pero también otras menos conocidas. Destacan algunas tan icónicas como Pleats Please, lanzada en 1993 e inspirada en el vestido Delfos del maestro Fortuny, el modisto que más ha marcado la obra de Miyake.
En ella llaman la atención los 'vestidos volante' hechos con discos ondulados que se balancean al contrario de la persona que los lleva aumentando el tamaño de las tiras de color, diseños que con sus formas y plisados recuerdan a las linternas de papel y los farolillos.
El vestido es fácil de llevar y guardar ya que plegado se reduce a un único disco que apenas ocupa espacio. Pero no faltan las piezas realizadas bajo el concepto A piece of cloth (un trozo de tela) con las que propone al cada cliente que forme parte del proceso creativo y diseñe su propio armario.
Miyake, como Kawakubo y Yohji Yamamoto, tiene un concepto distinto de la prenda, casi siempre alejada del gusto europeo.
Si los franceses juegan a desnudar el cuerpo, los japoneses reinventan el quimono jugando con las proporciones y las geometrías que transforman la forma la silueta, la envuelven, la visten; en este caso con un diseño de moda y la mayoría de las veces con un diseño plisado.
Es un diseñador pero también un artista que domina la técnica a la que da el mismo valor que a la artesanía.
También domina el material, que siempre marca el patrón de la prenda y es por eso que dedica gran parte de su tiempo a la investigación y experimentación de los tejidos.
Se dice que sus vestidos niegan el cuerpo pero en realidad le están ofreciendo libertad de movimiento o le ofrecen una nueva dimensión, como las prendas de abrigo que parecen paracaídas o los vestidos hinchables. Contrastan, sin embargo, los corsés de plástico lanzados en 1983 -prendas acrílicas con forma de torso- y las variaciones hechas en bambú lacado en negro; armaduras que no protegen ni marcan el cuerpo, más bien lo redefinen, transformándolo a la vez que copian su propia fisonomía, coexistiendo.
La obra de Miyake es muy extensa y tiene ramificaciones que lo vinculan también con distintas expresiones artísticas y las vanguardias, trasladando sus códigos al diseño de los frascos de perfume y a los objetos decorativos para el hogar.
El libro repasa sus colecciones pero también las principales exposiciones que se han hecho en todos estos años por todo el planeta y que han permitido conocer a Miyake a través de una prenda, de una colección o de un contexto específico.
Pero después de la clase de historia de las primeras 323 páginas llega el momento del disfrute, del éxtasis, del placer. Es cuando el libro se llena de belleza con las fotografías de Yuriko Takagi en las que la ropa de Miyake que convierte en una expresión de la naturaleza, en esculturas, en palabras de un lenguaje propio que va más allá del arte y la moda. Cada colección es un poema, cada prenda es un verso, un verso plisado de este dios de la moda.