Las espadas están en alto entre las economías más fuertes del euro y las más frágiles, y las expectativas de los inversores son muy elevadas ante la reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) de este jueves, que se presenta como vital para la supervivencia del euro.
Los inversores esperan una acción contundente del órgano emisor de la eurozona, después de que su presidente, el italiano Mario Draghi, declarara la semana pasada que el BCE “hará todo lo necesario” para defender la moneda única. Esas expectativas del mercado se han plasmado desde entonces en una relajación de la presión sobre el coste de la deuda de países como España e Italia.
En concreto, después de las declaraciones de Draghi, la rentabilidad que se exige en el mercado secundario de deuda a los bonos españoles a 10 años ha bajado un punto porcentual, desde su máximo histórico del 7,62% (marcado el pasado 24 de julio) hasta el 6,7% de este miércoles. Y la prima de riesgo se ha desinflado más de 100 puntos, desde el récord de 638 puntos de ese 24 de julio.
Aparte de la compra de deuda soberana en el mercado secundario y la concesión de la licencia bancaria al fondo europeo de rescate permanente, el instituto emisor europeo podría adoptar otro tipo de medidas.
Difícil saciar a unos mercados escépticos
Así, los analistas barajan desde un poco probable nuevo recorte de los tipos de interés (situados ya en su mínimo histórico del 0,75%) hasta la autorización a los bancos centrales nacionales para que compren activos del sector privado con el objetivo de inyectar liquidez en las economías más perjudicadas. Tampoco descartan que realice nuevas subastas masivas de liquidez como las realizadas en diciembre y febrero pasados.
Más factible parece que decida penalizar a los bancos que depositen su capital en el BCE en busca de seguridad, castigando sus depósitos con un interés negativo. Se trataría así de empujar a las entidades europeas a que vuelvan a intercambiarse crédito, algo poco probable visto el actual grado de balkanización del sistema bancario europeo.
Según los últimos datos difundidos por el Bundesbank, los bancos alemanes prestaron 60.000 millones de euros menos a los del resto de la eurozona en los primeros seis meses de este año. El caso más llamativo es el de Italia, a cuyos bancos han prestado un 25% menos hasta junio, mientras que en todo 2011, el crédito alemán a entidades italianas se redujo un 7%.
Los bancos franceses también están haciendo lo mismo que los germanos y sus préstamos a las entidades españolas, italianas, chipriotas, griegas e irlandesas se han reducido a la mitad del nivel que tenían en abril de 2010, según los cálculos de Morgan Stanley.
Así, si las decisiones del BCE no sacian las exigencias de unos mercados escépticos del proyecto de unión monetaria y hambrientos de seguridad para sus inversiones, se retomará con fuerza renovada la presión sobre España, Italia, Grecia y los demás eslabones débiles de la cadena europea. Y ese embate puede ser el definitivo para economías como la española, cuya debilidad no le permite financiarse a precios tan elevados durante un largo período de tiempo.
Y todo parece apuntar a que decida lo que decida el BCE, no será suficiente para los mercados, cuyas expectativas se han disparado animadas por las palabras de Draghi, o las anteriores del representante de Austria en el BCE, Ewald Nowotny, quien se declaró favorable a conceder una licencia bancaria al fondo europeo de rescate para que pueda obtener liquidez ilimitada en el emisor europeo. De hecho, este miércoles la bolsa española ha caido ligeramente y la atonía ha sido generalizada en todas las bolsas, anticipando una decepción en las medidas de la autoridad monetaria europea.
Berlín se afianza en sus líneas rojas
Pero el margen de maniobra del BCE parece muy limitado debido a la firmeza con la que Berlín se niega a traspasar sus históricas líneas rojas. En la última semana, los dirigentes del Bundesbank -el banco central alemán- y varias voces del Gobierno germano han repetido sin cesar que no han movido un ápice sus posiciones: se siguen oponiendo a esa concesión de la licencia bancaria al fondo europeo de rescate, a la compra de bonos soberanos por parte del BCE y a todo lo que suponga una intervención del BCE que exceda su mandato de controlar la inflación.
La lucha contra la subida de los precios es prioritaria para las autoridades alemanas -dominadas por un pavor a la inflación originado en los años de entreguerras, cuando la tremenda escalada de precios ayudó al ascenso del nazismo- y en su defensa, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha llegado a subrayar este miércoles que el alemán es “el banco central más grande y más importante del Eurosistema y no solo una más de las 17 voces de los bancos centrales”.
Para vencer –o al menos, ablandar- esa oposición alemana, el primer ministro italiano, Mario Monti, se ha lanzado a una ofensiva de contactos con las capitales clave en esta crisis de deuda europea. Monti inició su ronda con quien guarda la llave para abrir la puerta de las soluciones: la canciller Merkel, con quien conversó por teléfono el pasado domingo. Continuó con el presidente Hollande, quien se ha revelado como apoyo fundamental para las economías en peligro de rescate.
Tras recabar de nuevo el respaldo del presidente estadounidense, Barak Obama, Monti se ha dirigido a Helsinki, convertido en el nuevo bastión de la mano dura contra los “incumplidores del Sur”. Y como etapa final, el líder italiano llegará a Madrid, donde conocerá junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, las decisiones del BCE, con lo que ofrecerán una imagen simbólica del destino común de ambos países ante cualesquiera que sean esas medidas.