La sinergia entre Andrea y Bea es total: ella le está ayudando a él con sus problemas de ansiedad y pánico y él ha intervenido para salvarle a ella la vida en uno de los momentos de mayor tensión de 4 estrellas.
Santiago, un antiguo paciente de Bea, se obsesionó con ella y había empezado a acosarla. Su acercamiento en los últimos días había sido progresivo, lo cual había llevado a las fueras de seguridad a elevar el nivel de protección sobre la psicóloga. Y, finalmente, en el momento crítico, Andrea ha conseguido reaccionar y superar sus propios fantasmas para impedir que Santiago hiriera de gravedad a Bea.
A punta de cuchillo
La Guardia Civil estaba alerta ante la posible e inminente aparición de Santiago, un hombre que había sido paciente de Bea, la nueva psicóloga de Vera del Rey, y que se había obsesionado con ella hasta el punto de acosarla. Y la jornada de concienciación sobre la salud mental se convirtió en una ocasión para que Santiago se acercase a su víctima.
Andrea estaba acompañando a Bea para brindarle protección después de que ella viera a su acosador en el acto celebrado en el hotel, y ha sido entonces cuando se ha producido el ataque. Primero, Santiago ha dejado fuera de combate al carabinieri, que ha sufrido, además, la reaparición de sus peores recuerdos y miedos. Ya en el mano a mano con Bea, el atacante había sacado un puñal para agredirla, quién sabe si con intenciones de matarla. Afortunadamente, Andrea ha conseguido rehacerse a tiempo, disparándole en la pierna y evitando males mayores.
Bea y Andrea, uña y carne
Desde que Bea llegó a Vera del Rey a visitar a su tía Marifrán no han dejado de sucederle cosas. Y su vida empezó a cambiar cuando conoció a Andrea, que había aterrizado en el pueblo como parte de un programa de colaboración entre la Guardia Civil y los Carabinieri italianos. Además, su estancia en Vera iba a coincidir con la próxima boda entre su prima Menchu y su compañero Martínez.
Andrea se convirtió en el primer paciente de Bea, a quien acudió para superar sus ataques de pánico y ansiedad, relacionados con el incidente que le costó la vida a su mujer en acto de servicio. Sin embargo, la conexión entre ellos fue trascendiendo el ámbito clínico para convertirse en un vínculo personal que culminó en un apasionado beso. Aun así, Bea ha preferido mantener la cabeza fría y dejar que sea el tiempo quien indique si su relación se queda en lo profesional o salta a lo sentimental.
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