Se le conoce como el pintor de la luz, pero a partir de ahora muchos verán a Joaquín Sorolla como el pintor de la moda, una pasión que marco su vida y que ha quedado reflejada a en su obra. Sorolla fue un cazador de tendencias, un sabueso que rastreaba las novedades de cada temporada y un esteta que cayó rendido ante las creaciones de los modistos más vanguardistas y rompedores de finales del XIX y principios del XX, unos años de cambios decisivos para la moda.
“Sus retratos reflejaron, de una manera explícita y muy intuitiva, la importancia que tenía la moda para él a la hora de realizar su proceso creativo. Pero a la vez se convierte en cronista del cambio que se produce en la mujer y en la moda entre 1880 y 1920. Sorolla viajó a Londres, Nueva York, Washington, y estuvo en el París de la Exposición Universal de 1889, cuando se inauguró la Torre Eiffel, ese París de modernidad de la que sale la palabra moda”, decía Eloy Martínez de la Pera, comisario de la exposición Sorolla y la moda que el Museo Thyssen y el Museo Sorolla hicieron de forma conjunta en 2018.
Sorolla, el más moderno
En aquella exposición la obra de Sorolla adquiría una nueva dimensión porque sus cuadros son los armarios y las revistas de la época que vivió, los años de la gran revolución de la indumentaria femenina. “No he conocido en la historia a nadie más moderno que Sorolla. Lo vemos en la ropa que compraba en sus viajes para su mujer, Clotilde, y sus hijas. Como el vestido Delphos que adquirió tan solo un año y medio después de que Fortuny lo creara, un vestido que revolucionó la moda de principios de siglo y que compró para su hija Elena que tan solo tenía 14 años, Sorolla sabía las tallas de su mujer e hijos, ¡fue el primer personal shopper!”, decía Eloy Martínez de la Pera.
Los expertos remarcan la modernidad del pintor valenciano, que fue fiel a una estética elegante, sin extravagancias ni estridencias. Era un esteta, un enamorado de los objetos bellos que nunca perdió de vista el refinamiento y el protocolo, como en las escenas junto al mar en las retrató con detalle tanto el vestuario como los complementos. Un poeta del blanco, pero también del negro, colores que declinó con maestría para lograr inmensos matices, tantos como texturas encontró en su vida.
Piezas de los cuatro continentes
Tres años y medio costó materializar este sueño, con casi cuatro años de conversaciones y peticiones a instituciones de todo el planeta para lograr que las piezas pudieran viajar -en óptimas condiciones- a Madrid y después lograr que todas encajaran, como piezas de un puzle de historia y belleza. Para una exposición tan ambiciosa se contó con cuarenta prestadores diferentes y piezas de los cuatro continentes: cuadros del Metropolitan de Nueva York, del Museo del Bellas Artes de La Habana, de Buenos Aires, Saint Louis, San Diego, vestidos que vienen del Victoria and Albert, del Galliera, del Museo de Artes Decorativas de París, complementos del Museo del Diseño de Barcelona, del Museo Textil de Tarrassa, del Museo del Traje, del Museo del Ejército… de toda la geografía española”.
El retrato de una mujer se puso junto a un vestido idéntico al que lleva en el cuadro y al lado, el mismo collar que pintó Sorolla e incluso la silla sobre la que descansaba la modelo mientras él pintaba, un mueble de su propia casa.... Momentos mágicos, encuentros de piezas que cuentan lo que Sorolla quiso contar en sus cuadros.
Hablar de Sorolla y la moda es un cuento que va más allá de la ropa, porque no fue ajeno a los cambios sociales de unos años en los que la mujer rompió con ataduras y reclamó su hueco en la sociedad. “Siempre quiso empoderar a la mujer, lo hizo en sus retratos y lo vemos en las miradas y en las poses, a veces haciendo que la mujer que posa se contorsione y gire el cuerpo, pero también en la ropa que eligió para lograr la perfección de la imagen que quería proyectar de cada una de ellas”.
No todo es arte, no todo es moda
Pero no todo lo que entra en un museo es arte, la moda que se expone en los museos españoles es arte: Balenciaga es un artista y Givenchy es un artista como lo son Worth, Lanvin, Poiret, Vionnet…. Son artistas porque narran un momento. Se pueden narrar historias a través de un pincel, pero también se puede utilizar una aguja, unas tijeras y los tejidos más nobles de la alta costura para contar una historia y para para crear belleza, ¡porque la belleza es uno de los ideales de la historia del arte!
El recorrido de la exposición terminaba con una película titulada 'Yo estuve allí' con imágenes de las ciudades que visitó Sorolla y que sirven para ambientar y enmarcar su obra, pero también para trasladar al público a esos lugares y esos años que tanto influyeron al pintor. Paseo a la orilla del mar, es una de las obras más delicadas y como no se ha pudo descolgar se llevaron cuatro vestidos a la que fue la casa de Sorolla, hoy convertida en museo.