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¿Por qué los padres deberían comer junto a sus hijos? Las ocho razones de Julio Basulto

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  • Julio Basulto explica cómo influye comer en familia en los hábitos de los más pequeños

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¿Cómo influye comer en familia en la alimentación de los niños y las niñas? ¿Puede prevenir trastornos alimentarios? ¿Qué importancia tiene en la salud que coman en el comedor del colegio? El dietista y nutricionista Julio Basulto reflexiona al respecto en el espacio “Vida sana” de Las tardes de RNE. Señala ocho razones por las que padres y madres deberían comer junto a ellos y ellas.

Vida Sana con Julio Basulto - La importancia de las comidas en familia - Escuchar ahora

1. 10 minutos más para comer más saludable

“Se puede aumentar el consumo de frutas y hortalizas solamente intentando estar un rato más en la mesa y puede traducirse en un mejor comportamiento de los niños”, explica Julio Basulto que esta es la conclusión a la que llegó un estudio con el título El efecto de las comidas familiares más largas en la ingesta de frutas y verduras de los niños publicado el 3 de abril de 2023 en la revista Jama Network Open.

La investigación que firmó, entre otras investigadoras, Mattea Dallacker del Max Planck Institute for Human Development, consistió en someter al azar a una serie de niños y niñas de 6 y 11 años junto a sus padres y madres a dos condiciones. Por una parte a un grupo les dicen que coman como de normal y a otro que estén 10 minutos más. Estos últimos, destaca el dietista y nutricionista, “comieron significativamente más frutas y hortalizas”.

Este estudio no dice que los padres y madres tengan que obligar a los niños y niñas a estar 10 minutos más en la mesa. Basulto señala que la investigación defiende que son los padres los que se tienen que obligar: “Tú tienes que respetar el apetito de tu hijo y si quiere o no quiere estar sentado a la mesa”.

“¿Qué ocurre?”, se pregunta el dietista y nutricionista y explica que los padres “tenemos tanta prisa y lo que hacemos es que acabamos la mesa lo antes posible. Eso hace que estos niños tengan menos posibilidades de comer con tranquilidad”. Apunta que si los pequeños son “expuestos más tiempo a frutas y hortalizas”, no son obligados a comerse una zanahoria, sinó que “te comes la zanahoria y tu hijo lo va viendo, eso hace que sea más proclive a comer este tipo de alimentos saludables”.

2. ¿Come mejor en casa o en el colegio?

“En la escuela las monitoras y los monitores de comedor, las cocineras y cocineros o quien planifica los menús escolares no pone chocolate todos los días, ni bebidas azucaradas, ni Red Bull, ni ultraprocesados y en casa, sin embargo, sí que está”, señala Basulto.

“La comida malsana tómatela fuera de casa. Si la tienes dentro, te la vas a comer”, advierte. “Pese a que los niños que comen en casa suelen comer peor porque hay más comida malsana. Con el paso de los años, resulta que los niños que comen en casa acaban comiendo mucho más saludablemente que los niños que comen en la escuela”.

¿Por qué? El dietista y nutricionista explica que no hay respuesta clara. Plantea varias hipótesis: “Quizás es que tienen más apego, más relación con sus padres o que los padres son los que aprenden que no pueden tener chocolate delante de su hijo todos los días porque al final se lo come”. Una de las conclusiones a las que apunta es que “no es el padre el que educa al hijo, sino el hijo el que educa a los padres”.

3. ¿Y si comer en el colegio no fuera tan importante?

“Los niños que comen en el colegio solo realizan un 9% de las ingestas anuales en la escuela”, así lo señala el documento “La alimentación saludable en la etapa escolar” de la Generalitat de Catalunya. “De las 1825 ingestas que hace un niño al cabo del año, solo 175 las hace en la escuela. El peso de la escuela para bien no es muy importante”, señala Julio Basulto.

“Puede tener un efecto negativo, si se hace mal”, advierte. “Sobre todo si le obligan a comer, si le obligan a comer. Si utilizan técnicas coercitivas, a veces pasa, hay bastante monitor de comedor insistiendo que se acabe lo del plato y eso no hay que hacerlo”.

4. 10 minutos más, más saciedad

La investigación de Mattea Dallacker, explica el dietista y nutricionista, que concluyó que los niños y las niñas tuvieron “una sensación de saciedad significativamente mayor, cuando estuvieron 10 minutos más en la mesa. No por obligación, sino porque los padres decidieron relajarse 10 minutos más”.

5. Comer en familia para prevenir

“La Academia Norteamericana de Pediatría, una entidad de referencia en pediatría y en nutrición, recomienda a las familias que compartan comidas con sus hijos de forma regular para prevenir la obesidad”, destaca Basulto y a lo que añade que comer en familia “no es la única manera, pero sí que es una herramienta útil para prevenir el sobrepeso y la obesidad”. Esta también es una de las recomendaciones que da el Ministerio de Sanidad en España en su Guía de práctica sobre trastornos de la conducta alimentaria.

“Al parecer comer a menudo con tus hijos, promueve una buena atmósfera emocional en la mesa”, explica. “Porque con el tiempo te vas dando cuenta de que es mejor que el momento de comer sea un momento de amor, de paz y de comunicación. Y esta mayor distensión en las conversaciones, se vincula con menores síntomas depresivos en los niños, pero también con menos riesgos de trastornos de comportamiento alimentario como anorexia y bulimia”.

Otra de las hipótesis que señala el dietista y nutricionista es que compartir mesa con los hijos e hijas, que tienen un riesgo de trastorno de comportamiento alimentario, puede que “sepamos reconocerlo”. Si un padre o una madre “nunca come con su hijo, quizás no se de cuenta de que tiene síntomas raros y de que ha cambiado la manera de comer. Y a lo mejor llegas tarde, porque este tipo de trastornos, como casi todo, cuanto más pronto se aborde, mucho mejor”, concluye.

6. ¿Y en los adolescentes?

“Comer en familia puede proteger a adolescentes del consumo de alcohol, tabaco, marihuana, conductas agresivas o violentas, bajo rendimiento escolar, problemas de salud mental o trastornos del comportamiento alimentario”, cuenta Julio Basulto que es la conclusión a la que llegó la una investigación publicada en Journal of youth and adolescence en julio 2013.

7. ¿Y cuando no tengo tiempo?

¿Y si no tengo tiempo de comer con mis hijos? El dietista y nutricionista señala que comer en familia es un factor de protección, “quizás esto no se pueda hacer porque no hay más remedio”. Pero apunta otros aspectos en los que incidir: “Más cariño, más apego, más confianza, más ejemplo, mejor disponibilidad en el hogar”.

“Comer tres veces a la semana puede reducir considerablemente el riesgo de que los niños padezcan exceso de peso, de que tomen alimentos insanos, de que padezcan trastornos de comportamiento alimentario y aumenta la posibilidad de que coman alimentos sanos”, este es la conclusión a la que llegó una investigación publicada en Pediatrics en 2011.

8. Abrazar y reír: lo normal

“Aunque haya mucha ciencia detrás, que diga que es bueno compartir la mesa con nuestros hijos. Yo creo que tenemos que verlo como los abrazos, las risas, las conversaciones”, reflexiona Julio Basulto. “Uno no abraza a un amigo porque eso vaya a disminuir el riesgo de que padezca obesidad, uno no se ríe con sus hijos porque así sacarán mejores notas en la escuela. Uno abraza a su hijo, se ríe con él y conversa con él o con su pareja o con su amigo, sencillamente porque es lo normal”.

“Y por último, insisto, comer con nuestros hijos hace que ellos nos eduquen a nosotros porque con el tiempo te vas dando cuenta de que si tú comes mal, ellos comen mal. Entonces resulta que son ellos los que te hacen que tú acabes comiendo saludable”, concluye.

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