"La belleza nace por dentro y el traje la acompaña". Sobre esta premisa cimentaba Jesús del Pozo la relación con sus modelos: mujeres de cultura y carácter que completaban sus creaciones, dando vida a sus piezas de artesanía y trabajo manual con una actitud fuerte, libre y propia. Ana Belén, íntima amiga y colaboradora de Jesús del Pozo hasta su muerte, representa mejor que nadie este ideal: "A mí años después al hablar de Jesús del Pozo me recuerdan a Ana Belén, lo recuerdan a él a través de sus vestidos", cuenta Ainhoa García, que dirigió la firma entre 2004 y 2014. "Creo que los dos están muy unidos en el imaginario y esa relación los benefició a ambos".
La artista ha sido la invitada de honor del homenaje al modisto que se celebra en Maestros de la Costura. "A Jesús le gustaba Ana Belén por cómo era, una mujer intelectual, con cultura. Ella representaba muchas de las cosas que él más respetaba. Él se ponía al servicio de las mujeres a las que vestía, trabajaba para las mujeres, acompañándolas, sin imponer ningún canon o limitarlas. Y admiraba la inteligencia, la personalidad. Él era muy consciente de que la personalidad de la mujer también hacía al vestido, y trabajaba a favor de eso. Sentía hacia las mujeres un profundo respeto, dentro y fuera del taller".
Jesús del Pozo arranca su carrera en el año 74, en plena efervescencia de la capital madrileña y cuando de las primeras semillas de la Movida conenzaba a brotar vida. Conocer a Ana Belén en su taller de la calle Almirante fue un hallazgo feliz, pero no azaroso. Él mismo habló de cómo andaba buscando personalidades como la suya: "Tuve la suerte de poner la tienda en un sitio donde la gente que pasaba era muy especial [...] Creo que el gran acierto fue ponernos delante de la gente que queríamos que nos viese [...] gente de profesiones liberales, muy abiertos, te daban ánimos y te lo decía esa gente a la que tú admirabas, eso me interesaba más que cualquier cosa". Son palabras del propio modisto, recogidas en el catálogo de la exposición 'jesús del Pozo' que comisarió Esperanza García Claver en 2016.
Y, como cuenta Ana Belén en el programa, ella escuchó hablar de su taller cuando el diseñador, hasta entonces ocupado con la moda masculina, empezaba a hacer traje sastre para mujer. Fue el maestro teatral Miguel Narros quien los introdujo: "Desde el primer momento hubo una conexión. Mi vida y la de Jesús han estado muy unidas".
El círculo de amistad y colaboración creativa de Jesús del Pozo
Víctor Manuel, Miguel Ríos y Margaret Watty, Isabel Yanguas, Juan Gatti, el arquitecto Miguel RíosAlberto Campo Baeza, que realizó la tienda de Jesús en la calle Almirante o el fotógrafo Javier Vallhonrat son algunos de los nombres que compartían camaradería y formaban parte del círculo de Ana Belén y Jesús del Pozo. Juntos constituían un grupo de artistas atraídos por la mutua creatividad y las distintas visiones e idearios sobre las que cada uno trabajaba. Pero el intercambio creativo no nacía de interés o fantasías de fama, porque esta nueva visión del espectáculo estaba aún en ciernes. Ellos eran sus principales agentes y se habían encontrado mutuamente.
"Todos eran amigos, y además creo que de una manera orgánica, natural, que no es tan frecuente ahora. Se llevaban bien, formaban parte de un momento histórico en el que la energía creativa bullía. Todos tenían sus propios trabajos y proyectos y entre ellos había una energía muy buena. La amistad estaba por encima de la relación profesional. Se querían muchísimo", cuenta Ainhoa.
Marisa Abenza, jefa durante años del taller del Jesús del Pozo, conoce mejor que nadie los entresijos del lugar que vio nacer la amistad del modisto con Ana Belén, pero es profundamente discreta con los 'secretos de probador'. Lo que sí atestigua es una gran intimidad entre Ana Belén y Jesús del Pozo: "Ellos hablaban de su vida personal, de sus dificultades, hablaban de todo. Y al mismo tiempo en las pruebas había una enorme profesionalidad, yo recuerdo quedarme asombrada por ella. Jesús era un perfeccionista, y Ana Belén también".
Ella guarda un recorte de periódico en el que Jesús posa frente a su último taller, ubicado en Puerta de Toledo. El diseñador falleció en 2011, pero el trabajo sobre su legado continúa. "Esto es para Jesús", dice emocionada Ana Belén al ver el homenaje que se le rinde en el segundo episodio de Maestros de la Costura, y Marisa también se emociona cuando piensa en el trabajo que la artista sigue haciendo como embajadora de su marca y su figura: "A mí me emocionó muchísimo su decisión de rendirle homenaje a Jesús con su vestido del Goya de Honor. Ella siempre se ha mantenido en contacto con DelPozo".
En el programa, Ana Belén recuerda momentos muy divertidos en el taller: Jesús frente a los barreños en los que trataba de inventar colores y lograr la tonalidad que tenía en la cabeza, o cuando le veía innovar e improvisar creativamente sobre el maniquí o su propio cuerpo: "Me echaba por encima una seda y me decía, ven, ponte, pruébate esto, y de repente decidía que el escote iba a ser la sisa. Esos momentos eran tan divertidos".
Ana Belén lleva puesto, además, un mono que Jesús diseñó en exclusiva para la gira El gusto es nuestro, experimentando en la línea de su colección del otoño invierno de 1995/1996. Una pieza que se mantiene perfectamente actual. Esperanza Claver, historiadora del arte y comisaria de la exposición que en 2016 abría una ventana al mundo creativo de Jesús del Pozo, habla de esta coherencia "atemporal pero moderna" que marcó su relación con la mujer: "No le gustaba lo obvio, lo estridente, nunca pasó de moda". En palabras de Ainhoa: "Su visión de la moda tenía en consideración una mujer del presente y una mujer del futuro".
Rodeado de mujeres profesionales con visión creativa
Hablar con las mujeres que trabajaron con Jesús, sea dentro del taller o en el trabajo de su marca, es ponerse frente a frente con un recuerdo brillante, emotivo y profundamente coherente: "A Jesús era imposible conocerle y no quererle", dice Ainhoa, con el acuerdo inmediato de Marisa Abenza, jefa de su taller, o Esperanza Claver, directora de comunicación de la firma. Era un perfeccionista de inmenso carácter, pero trabajar con él era exprimir lo mejor de uno mismo en un ambiente de "libertad controlada".
"Él tenía un enorme respeto por las mujeres, respetaba la personalidad y la profesionalidad. En la época en la que él empezó, esta visión era revolucionaria. Pero es que ese respeto no es habitual, ni entonces ni ahora. Él lo controlaba todo, siempre tenía una visión para todo, pero nos escuchaba e integraba nuestros conocimientos en su empresa. Él tenía una idea, pero cuando Marisa hacía sus consideraciones técnicas o yo tenía consideraciones de empresa, él integraba nuestro trabajo en el suyo y siempre con un profundo respeto".
Marisa trabajó en el taller de Jesús del pozo entre 1989 y 2018. Sus años de trabajo junto al diseñador son motivo de orgullo y siempre estuvo basado en ese respeto mutuo, fruto de la integridad personal y de la conciencia social: "Él tenía dos hermanas y veía lo difícil que era para ellas hacer algunas cosas, que en los años 70 no podían tener ni una cuenta bancaria. Yo me vine a Madrid desde Murcia porque no quería el destino que querían mis amigas, no quería casarme jovencísima y tener una familia. Y yo creo que eso él lo respetaba también muchísimo".
Coherencia, admiración y profunda emoción ante su arte, su personalidad y su visión creativa son las ideas que no dejan de repetirse en conversación con las mujeres que conocieron a Jesús del Pozo, un diseñador elevado por ellas a la categoría de genio. El trabajo y la vida se mezclan en su recuerdo, y su legado es el arte y un profundo respeto.