"He podido disfrutarlo", dice Jorge Redondo a RTVE, al acabar el desfile. "Las modelos han estado muy cariñosas, mira que estaban cansadas después de todo el día, pero se veían tan guapas que lo han disfrutado mucho". La propuesta es sorprendente y la puesta en escena es brutal, algo que asombra en un diseñador que se estrena en esta pasarela. "Mi padre siempre dice que el que hace todo el que está en su mano no está obligado a hacer más", añade. Era la sensación de esta edición y no ha defraudado. En poco tiempo Jorge Redondo ha conseguido mucho: hacerse un nombre en el mundo de la moda con Redondo Brand y posicionarse. Tiene una legión de seguidoras que le son fieles, y entre ellas, la actriz Candela Peña, una de las invitadas al desfile, celebrado en una pasarela adornada con enormes montañas de flores y acompañado por una pianista y un cantante. ¡Elegantísimo! Sus vestidos de alfombra roja, como los que llevaron Carmen Machi y Blanca Portillo, son su carta de presentación, pero el modista ha dejado claro que sabe coser y que sabe de costura. “Soy un apasionado de la alta costura, pero sobre todo del trabajo del taller, de lo artesanal y hecho a mano”, dice. Está nervioso. Se estrena en esta pasarela y lo hace por la puerta grande: ha estado con la reina Letizia y debuta en la pasarela principal, con los consagrados.
Su propuesta es festiva, sofisticada y vitalista, adjetivos que sirven para definir a Nan Kempner, su musa. “Apenas hay apariciones de ella en prensa, tan solo he encontrado un centenar”, dice sobre esta mujer fabulosa, de quien Diana Vreeland dijo que era la única mujer chic de América. “Adoro su manera de entender la moda y esta colección es lo que me gustaría proponerle a ella si viviera. No me inspiro en su armario, en sus vestidos, me inspira ella”. Un broche que Nan Kempner recibió como regalo por parte de su marino inspira a Redondo, que lo convierte en flor y el eje de la colección. “Lo llevo en tricot, en 3D, aplicado, como joya…”.
La fuerza del color
La colección es una fantasía de color y contraste. Rojo, naranja, rosa y lima rivalizan en elegancia con los blancos, entre los que destaca un vestido el algodón bordado y desflecado que lleva una falda que infla su volumen con un cancán. Una textura casi rústica que choca con las sedas, lúrex y lámes que utiliza en otro estilo de vestidos. Las mangas van muy trabajadas, jugando siempre con el tejido y la aguja para crear formas interesantes, generosas pero contenidas.
Vemos un vestido largo en satén de seda en tono azul noche que lleva una serpiente de plumas de avestruz, quemadas al soplete, recorriendo el tejido. Al lado hay un rompedor minivestido ligeramente drapeado que lleva una enorme flor roja en la falda (mini, muy mini) y lo ha hecho con una tela de sastrería gris tratada con resina para dar un aspecto de arpillera.
Los drapeados y pliegues parecen abrazar el cuerpo, un cuerpo que se tapa y destapa por caprichos del patrón. Hay vestidos muy sensuales que desnudan y otros, más recatados, que lo tapan todo. Hay piezas ‘mimosas’ en mohair y otras en hilo que parecen una malla metálica. Redondo adora el moiré, un tejido difícil que cuesta evitar que envejezca la prenda. No es el caso. “Este es natural, de algodón y viscosa. ¡No es tan feo como el de poliéster!”, dice con humor.
Pasarela de alfombra roja
Un sastre rojo, divino, con chaqueta que se anuda en la cintura y falda abierta por delante da paso a los vestidos de alfombra roja, piezas poderosas para ocasiones especiales y cuerpos especiales. Redondo los hacen en satén rosa con flecos de azabache, en ligerísimas gasas de seda roja con aires griegos, con grandes volúmenes de tafetán en naranja quemado, con piedras de cristal que se derraman por el tejido que casi se funde con la piel, con cuerpos de brocado dorado y faldas en devoré negras… Y siempre con ese aire de la alta costura que tanto le gusta y de la que tiene muchas referencias. Todas buenas. Un buen ejemplo es el vestido de novia. “Hemos trabajado mucho el cuerpo, que va todo plisado a mano, y la falda es enorme, lleva 30 metros de tafeta”, revela emocionado. Es entonces cuando se le olvidan los nervios, un instante en el que se ve que está satisfecho del trabajo realizado. Al terminar el desfile, el público ha roto el clímax de este momento mágico con una gran ovación. Ha sido lo mejor del día, quizá de lo mejor de la semana y como broche a la 75ª edición de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid ha sido precioso.