La casa Pertegaz mantiene un interesante equilibrio entre el peso de su historia y las ganas de avanzar y conquistar a las nuevas generaciones. Jorge Vázquez lleva la dirección creativa y, desde el primer momento, ha mantenido el respeto por el legado de Manuel Pertegaz, a la vez que actualizaba la firma y los archivos de la casa. Su nueva colección se instala en la década de los 60 del siglo XX, años revolucionarios, de cambios sociales importantes y de avances en la igualdad. Tímidos, pero relevantes. La colección navega entre el pasado y el presente, con estampados que conectan con los archivos de la casa y con piezas de absoluta actualidad, como los abrigos. "La clienta de Pertegaz quiere sastrería y abrigos", dice el modista.
Hay abrigos en azul que resultan confortables, elegantes piezas que beben del trabajo de Manuel Pertegaz. Otros en un malva claro se dejan bordar de flores y otros parecen una chaqueta, con ocho solapas de las que tan solo dos tapan el bolsillo. Los vestidos cortos resultan sensuales y atractivos, y los largos, de corte caftán, desprende un aire de libertad y exotismo. Junto a los estampados retro, vemos otros de lunares negros sobre fondo blanco, otros que Vázquez llama 'corbateros' (porque parecen estampados de corbata) y no falta el animal print, una de las obsesiones del modista. Ahora con toque más empolvado. Destaca un estampado de jirafa multicolor, una fantasía que te alegra el día.
Los sastres son perfectos, ya que el patrón va muy cuidado. Los vemos en un solo color y en dos, en un divertido juego de contraste muy sesentero. Los hay en colores potentes, como el roo, y con las chaquetas más cortas. Otros, muy masculinos, dejan que una blusa muy femenina se asome con alegría. Hay dos vestidos que hacen un homenaje a Salomé, concretamente al vestido que la cantante llevó a Eurovisión en 1968. Uno es corto, en un verde suave y jabonoso. El otro es marrón, con flecos que invitan a bailar. Los bolsos del desfile son de la firma Reliquiae, una de las favoritas de la reina Letizia.
Roberto Diz
Dice Roberto Diz que la pandemia y la guerra le han cambiado. "Hay que empatizar con la gente y saber qué quiere", dice. Y se explica. "Me he ido de los vestidos con voluminosos y sexis, que no se pueden llevar, y he hecho vestidos más fluidos en los que caben todos los cuerpos, edades y alturas. Pero también es el momento de empatizar con el planeta y he reutilizado mis propios archivos". Vemos sus famosos, y deseados, vestidos-capa, que se lanzan ahora en un verde muy elegante. Los esmóquines se hacen sin botones ni cierres, "para que quepan todas las mujeres", insiste. Ha reciclado prendas de Humana, y vemos dos 'chupas' de cuero cosidas en el bajo que forman un abrigo, una de las piezas que nos devuelven al Roberto Diz más 'cañero' y rebelde.
Llaman la atención las mangas tan largas que van barriendo el suelo. "Es que estamos en una época arrastrada", revela. Prendas que dan un aire apocalíptico al desfile, algo que se remarca con la música, y que encajan con la idea del modista de rescatar piezas antiguas, tejidos casi olvidados y materiales que tuvieron otra vida, y que él ahora arrastra a la actualidad. Algunos de los vestidos llevan unas flores que parecen de otro planeta, piezas de su colega Benjamín Bulnes tintadas en tonos ácidos y flúor.
El casting de modelos ha sido diverso, mucho. Mujeres de todas las edades, colores y tallas han compartido pasarela con chicas anónimas y modelos que fueron famosas, como Mar Flores, o famosas que ahora son modelos como Alejandra Osborne, la hija mayor de Bertín Osborne. Una propuesta atrevida que se envuelve en una nueva forma de entender la moda y la vida. Dice Roberto que también la moda ha cambiado. "La moda siempre ha sido tirana, y hay que acabar con esto. Los diseñadores hemos querido ser dioses y tenemos que estar al servicio de la gente". Nada qué añadir.