Profesional pionero y abanderado del diseño industrial en España, destaca por su forma de entender este proceso creativo vinculado a una ética de la utilidad. Se trata de André Ricard, protagonista de Imprescindibles. Un hombre que con sus creaciones nos hizo más fácil la vida cotidiana. En casa guardamos objetos que llevan su firma, aunque la mayoría no lo sepa. Su arte llegó mucho más lejos, hasta los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Él es el autor de la caja de madera que atesoraba nuestra candidatura cuando todavía no sabíamos cuál iba a ser el veredicto, mientras el resto de países presentaban sus documentos en una carpeta de plástico o un cuaderno de anillas. "El dossier formaba parte de todo lo que había que aportar para que se viera que Barcelona iba muy en serio", asegura Ricard. Pero si por algo se le recuerda es por el diseño de la antorcha olímpica.
Imagen de las olimpiadas de Barcelona del 92
Cuando le hicieron el encargo, lo primero que hizo fue echar un ojo a las antorchas que habían sido utilizadas en anteriores olimpiadas. Ahí se dio cuenta de que los diseños no eran originales, sino que se parecían entre sí. La mayoría era una reproducción de la antorcha de la Estatua de la Libertad en Nueva York: "Pensé: '¿Por qué no se hace algo contemporáneo que refleje la época en la que estamos?'". Se lo tomó muy en serio y plasmó todas sus ideas en dibujos, hasta llegar al diseño que todos conocemos.
André Ricard recuerda una anécdota con Philippe Starck, encargado de dar forma a la antorcha de la candidatura de Albertville para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992. "Hizo un diseño que parecía una zanahoria", opina. Cuenta que el francés le confesó que se había despertado una noche, hizo un dibujo y se lo mandó a sus colaboradores para que le dieran forman. "Le quitó importancia, para mí no. Para mí representaba Barcelona, recorrería todo el país. Tenía que ser como la Custodia de Toledo, algo importante".
La antorcha de las olimpiadas de Barcelona 92
Como requisitos desde un punto de vista funcional, la antorcha no podía apagarse, tenía que ser lo menos contaminante posible y evitar que el humo intoxicara a los atletas que la llevaban. André Ricard decidió utilizar el aluminio como material principal, lo que aportaba un toque moderno al diseño. En cuanto a la forma, simula a un minipebetero. Al final del recorrido en el estadio de Montjüic, aguardaba el gran pebetero. Imposible olvidar el momento en el que Antonio Rebollo utilizó su arco para lanzar la flecha que encendería la llama.
Así diseñó André Ricard la antorcha de Barcelona 92
"Había una voluntad de ofrecer una imagen que no era la que en aquel momento se tenía de España y Barcelona", reconoce. En aquel momento, la Ciudad Condal era la capital del diseño y André Ricard vio necesario romper con el esquema tradicional que tenían de las antorchas. Mira André Ricard, el diseño invisible en RTVE Play para saber más sobre el diseñador.