¿Se puede atrapar la luz? ¿Se puede atrapar el arte? ¿Se puede atrapar el duende flamenco? La respuesta para todas estas preguntas es la misma: sí. Y la prueba es Flamenco, la película de Carlos Saura que retrata y celebra el pasado del flamenco, retrata su presente y proyecta su futuro. La cinta es un placer para el oído y la vista, gracias al potente cartel de artistas que intervienen en la cita y, sobre todo, a la escenografía y el trabajo del director de fotografía Vittorio Storaro, ganador de tres premios Oscar.
María Pagés baila en Flamenco, de Carlos Saura. RTVE
La magia del duende
Saura nunca quiso hacer un documental al uso y por eso se limitó a ser un testigo del talento de los cantaores y bailaores, dejando que surgiera la improvisación, que fueran libres. Y para ellos envolvió la magia de cada uno de ellos con una luz que da la impresión de ser natural, pero, como dijo él, era de lo más artificial. El resultado es sorprendente, emocionante y gratificante. Y deja claro que el flamenco, patrimonio de la humanidad, no está al alcance de todos. "Todo el mundo puede bailar flamenco, perro no todo el mundo puede hacerlo bien. Todo el mundo puede cantar flamenco, pero no todo el mundo puede hacerlo bien", decía.
José Mercé con Carlos Saura durante el rodaje. RTVE
Los más grandes del flamenco
Y Saura reunió a los más grandes. Si en Sevillanas tuvo a Camarón, Rocío Jurado y Lola Flores, en Flamenco contó con Paco de Lucía, Carmen Linares, Enrique Morente, Remedios Amaya, José Menese, Lole y Manuel, Manolo Sanlucar, Fernanda de Utrera y José Mercé, entre otros. Música, voz, movimiento... la esencia del arte flamenco. Con cada uno de ellos trabajó de una forma, siempre buscando la excelencia, la calidad... el duende. De Enrique Morente destacó su valentía, de José Mercé dijo que era el más puro y ortodoxo y de Paco de Lucía se queda corto buscando adjetivos. "No he podido lograr que hubiésemos deseado, perro los que están son los que tenían que estar: representan lo mejorcito de este país".
Matilde del Corral en Flamenco, de Carlos Saura. RTVE
Música, cante y danza
En Flamenco se toca la guitarra y las palmas, se canta y se baila. Baila la gran maestra, Matilde del Corral, símbolo de la escuela sevillana y defensora de la bata de cola. "Hago lo imposible para preservar esta joya", ha dicho en varias entrevistas. Ella logra detener el tiempo cuando eleva sus manos, que se mueven como palomas, al compás de la guitarra. Todo lo contrario de lo que hace Joaquín Cortés. El bailaor, sin camisa, rompe con el clasicismo del flamenco y se presenta como un Dios, un gitano muy atractivo de pelo largo y cuerpo perfecto. Cortés preparó una coreografía de media hora pero Saura la dejó en tres minutos, 180 segundos de belleza y arte. "Estos tres minutos causaron sensación en el mundo entero", dijo Saura en una entrevista con RNE.
Póster de Flamenco, de Carlos Saura. RTVE
Fin de fiesta flamenca
Flamenco se vendió como "La película que abre al mundo toda la luz del flamenco" dura 90 minutos y termina con una fiesta muy especial. Saura ha confesado que durante el rodaje suele improvisar y cambiar el final del guion. La cinta termina con Ketama y Manzanita cantando (y tocando) el mítico 'Verde' mientras chicos y chicas de todas las edades bailan al ritmo de la rumba. Luego la cámara se eleva y enseña a gente de todas las edades, de las distintas escuelas y de distintos lugares bailando todos juntos al compás: es la grandiosidad del flamenco, su diversidad. "El flamenco supuso la cristalización de muy diversas herencias oriundas de este inmemorial cruce de culturas latentes en el pueblo andaluz: salmodías hindúes y griegas, cantos gregorianos, melodías persas, jarchas mozárabes, endechas judías, tonadas moriscas, romances castellanos, sones africanos...", dijo Caballero Bonald.