La maternidad no tiene un relato único. Cada madre cobija una historia, y la literatura ha intentado acercarse a todas esas aristas: la ilusión, el miedo, el redescubrimiento, el apego, el conflicto, el amor infinito. Los retratos clásicos de la madre la han dibujado sacrificada (como en Mujercitas de Louisa May Alcott), angustiada (Anna Karenina, Tolstói), sofocante (Hijos y amantes, D. H. Lawrence) o lúcida (Al faro, Virginia Woolf). Las novelas más recientes han incorporado matices más ricos y ambiguos. Rachel Cusk aborda la maternidad desde una franqueza desnuda, generosa, liberadora. Sheila Heti se pregunta si esa nueva vida compensa la pérdida de libertad irreversible. Arundhati Roy cuestiona qué precio paga quien rompe el molde de la maternidad correcta. El vínculo a veces accidentado entre madre e hija es uno de los temas preferidos de Vivian Gornick.
En Leña menuda (Tusquets) Marta Barrio narra la ilusión de una joven al conocer la noticia de su embarazo. Inmediatamente comienzan los planes de una nueva vida, las conversaciones hasta medianoche con la pareja, los cálculos en el calendario. Una mañana tiene lugar un pequeño incidente camino del trabajo. Una caída tonta. En el hospital confirman a la joven que el feto no ha sufrido daños, pero un doctor experimentado ve algo raro en las ecografías que debería haberse detectado previamente. «Esta madre quiere tener un hijo sano. Un hijo con el que pueda jugar. No quiere pasarse el día en hospitales, sin saber qué esperanza de vida va a tener su hijo. Va a tomar una decisión valiente, pero esa decisión conlleva una travesía donde lo va a pasar muy mal.»
En este programa de Página Dos hablamos también con otras autoras que tratan el tema de la maternidad con escollos. Marta Puig, que firma su trabajo como Lyona, creyó que a los cuarenta años ya no le quedaba tiempo. Lo dibujó en Madr¿eh? (Random Cómics). En Dulce introducción al caos (Marta Orriols, Lumen) la protagonista se queda embarazada sin desearlo. Martine Delvaux acaba de publicar El mundo es tuyo (Firmamento), un relato que toma forma de futura carta para su hija adulta, a quien quiere criar en la libertad y el feminismo.
Aunque se trata de ficción, Marta Barrio escribió la historia inspirada en parte por una experiencia real que le contó una mujer. «En todos los embarazos hay momentos de miedo, en los de alto riesgo todavía más, y sueñas imágenes muy duras. Una ecografía es como una bola de cristal, la miras y te preguntas cuál será el futuro.»