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Nadie lo impide

Jonás Trueba: "'Quién lo impide' es una película de experiencia "inmersiva"

Noticia Dias de cine
GERARDO SÁNCHEZ
5 min.

Jonás Trueba es el nuevo padrino de Días de Cine. El director de Quién lo impide (2021) llega al programa para presentar este documental inmersivo de 3 horas y 40 minutos. No se asusten por el metraje, este auténtico retrato generacional es un ejercicio de cine muy dinámico. Ganó en el Festival de San Sebastián un premio colectivo por todos sus intérpretes.

Con Trueba hemos hablado del oficio de director y de todo lo que rodea al mundo del cine independiente, desde la nouvelle vague a Jonas Mekas, y también de Billy Wilder Howard Hawks o John Ford.

Jonás Trueba: adolescente vocacional

Aunque está a punto de cumplir los 40 en apenas unas semanas, tiene Jonás Trueba un aire de adolescente perpetuo, lo cual verbaliza en su película Quien lo impide, actualmente en salas, cuando en un momento dado, a modo de demiurgo (a su pesar), habla con los chavales protagonistas de su película/ documental/ ficción / experiencia inmersiva, y les dice que él es un adolescente también.

Fechas de nacimiento aparte, la edad mental es importante, y Jonás Trueba es en eso ese adolescente perpetuo que se asombra con el mundo que le rodea y que le hacer sentir la necesidad de capturarlo para hacernos partícipes a los espectadores de ello. Y su película está llena de vida, de la vida de esos chavales que la pueblan, haciendo un retrato generacional muy "orgánico" (la palabreja tiene su punto pedante, lo sé, pero tiene todo el sentido).

Una voz que debía ser escuchada

Jonás Trueba sigue sus vidas a lo largo de más de cuatro años y dándoles voz para que ellos mismos se definan ante el mundo antes que el mundo los defina a ellos. Esos chavales, fantásticos todos, ellos y ellas, ganaron un premio colectivo a interpretación en el pasado Festival de San Sebastián.

La película tiene dos intermedios que hace de ella una película en tres partes. Pero que nadie se engañe, los intermedios son "orgánicos" y duran 5 minutos, que son parte de la película. No sé si se entiende, pero si se ve la película, que puede verse en salas, se entenderá perfectamente.

Charlamos de cine con Jonás Trueba, porque en Dias de Cine no sabemos hacer otra cosa que hablar de cine. Y no puede evitar Jonás Trueba reconocerse afortunado por ser hijo de sus padres, Cristina Huete y Fernando Trueba, productora y director (y ambos algunas cosas más) y por tanto haber vivido entre cine, conversaciones de cine, sueños de cine, rodajes, escrituras y demás ensoñaciones en torno al cine. Y entonces surge, es inevitable, la conversación sobre su nombre, Jonás, que precede a otro que no todo el mundo conoce, pues Jonás Trueba se llama en realidad Jonás Groucho Trueba.

La cinefilia de Jonás

Todo viene de esa enfermedad que tenemos algunos que se llama cinefilia, aunque ahora hay ilustres cinéfilos que reniegan del término. Es el caso que ante la negativa materna a que Groucho fuera el primer nombre del muchacho, Jonás fue el consensuado. Por la película e Alain Tanner, "Jonás que tendrá 25 años en el año 2000".

La conversación deriva en como un hecho tan casual como es el nombre inspirado en ese título de ese cineasta suizo forja de algún modo el carácter del cineasta que es Jonás Trueba. Y si no es así, parece que al menos semánticamente, da buen juego en la conversación, porque si algo caracteriza al cine que hace Jonás Trueba es que es un cine muy alejado del estándar, ya sea con mayor o menor presupuesto, para acercarse a ese cine que parece robar libremente de la realidad, como es el cine de Alain Tanner.

Hijo de la nouvelle vague

Pero claro, llamándose Jonás, es inevitable evocar al gran Jonas del cine, que es el cineasta independiente, experimental y underground norteamericano, de origen lituano, conocido como Jonas Mekas, cuyo cine respiraba vida en su experimentación y vanguardismo, igual que sucede en el cine de Jonás Trueba, en una conexión emocional que va mucho más allá de las casualidades de compartir nombre.

La conversación deriva a esa etiqueta que habitualmente se le coloca a Jonás Trueba, como algo así como un "hijo intelectual" de la nouvelle vague, y entonces nos preguntamos hasta qué punto decir eso no es más que un cliché, porque ¿qué es la nouvelle vague? ¿Godard? ¿Truffaut? ¿Chabrol? ¿Rivette? ¿Agnés Vardá? ¿Eric Rohmer? Y es este ilustre cineasta, en realidad de nomber Maurice Sherer, que se ocultó detrás del seudónimo Eric Rohmer, quien ilumina danta tribulación intelectual.

Como bien dice Jonás Trueba, la nouvelle vague no se sabe exactamente que es. Son todos esos nombres, claro, y aún otros más, pero son todos tan distintos entre si, que no queda claro si la etiqueta es aglutinadora de un todo o si es una mera marca temporal y espacial. El caso es que Eric Rohmer es alguien con quien también se ha comparado habitualmente a Jonás Trueba.

¿Es La virgen de agosto una especie de El rayo verde a la madrileña? Pues no. O si, que también puede ser, porque, a fin de cuentas, Rohmer es universal, y es el cineasta más parecido, siendo totalmente distinto, a otro gigante al que Jonás Trueba admira igualmente, como es Howard Hawks. Hablamos de sus películas, y de cómo las ha rodado en tiempo robado, con presupuestos que parecen imposibles y con resultados que parecen igualmente imposibles por increíbles. Es la magia del cine.

Hay quien teniendo todos los medios jamás sabrá insuflar ningun alma a un fotograma, y hay quien, sin tener medios, nunca dejará de dotar de alma a ese mismo fotograma. Se llama talento. Se llama pasión. Y se llama también, claro, trabajo, que hay quien puede creer que las cosas se hacen solas. Termina una muy agradable charla sobre cine, sobre todo el cine y todos los cines, hablando Jonás Trueba sobre el futuro y esa película en ciernes que tendrá un presupuesto "de verdad" porque, como él dice, "yo creo que nos lo hemos ganado". Y si, se lo ha ganado.

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