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'Lucía en la telaraña' rompe el silencio sobre una de las mayores redes de corrupción de la Guardia Civil

RAQUEL ELICES
6 min.

"En la jaula de los leones, un resquicio quedará, un pelo, un diente o una uña, algo quedará", esas fueron las palabras con las que Lucía Garrido pidió a su hermana que la buscará si algún día desaparecía. Poco tiempo después, el 30 de abril de 2008, su cuerpo aparecía sin vida flotando en la piscina de su finca de Alhaurín de la Torre. La investigación de aquel crimen en la llamada "Operación Telaraña", que aún sigue abierta, destapó irregularidades a todos los niveles: tráfico de animales, corrupción urbanística, narcotráfico y una red ilegal que salpica a varios agentes de la Guardia Civil. “Es una historia tan rocambolesca que si la hubiese escrito un guionista no nos la creeríamos”, cuenta el periodista Tomás Ocaña, director de Lucía en la telaraña, la serie documental producida por RTVE, en colaboración con El Cañonazo y The Facto, que arroja luz sobre este caso y que ha presentado su primer capítulo en el Festival de Cine Español de Málaga.

Lucía Garrido podría haber muerto por saber demasiado”. Es una de las frases más esclarecedoras que se escucha en el primer episodio. La pronuncia el jefe de Asuntos Internos que dirige la operación, Alfonso López. Un testimonio clave y de especial relevancia. “Es la primera entrevista que el Servicio de Asuntos Internos ofrece a un medio en toda su historia y es muy importante porque se trata de la propia Guardia Civil limpiando sus manzanas podridas”, explica Ocaña.

Llegar hasta él y lograr que diera la cara, con uniforme de la Guardia Civil incluido, no fue una tarea fácil. “En esto ha sido fundamental la labor del subdirector de la serie Rafa González que echó muchas horas para tratar de convencerlo, también de la ayuda de Jorge Cabezas que escribió un libro sobre el caso y, sin duda, del apoyo de RTVE en este proyecto”, comenta el director de la serie.

Luis Alcázar y Tomás Ocaña, productor y director de 'Lucía en la telaraña'

La primera vez que Ocaña escuchó hablar de la profundidad del caso fue hace dos años a través de Ignacio Carrasco, ex guardia civil y uno de los protagonistas de la serie documental. “Si no hubiese sido por mi trayectoria como periodista de investigación quizá hubiese pensado que lo que estaba contando no tenía sentido, pero una vez más la realidad superaba a la ficción”, explica. Aquella realidad era que dos años después del crimen de Lucía Garrido, el teniente de la Unidad Antidroga fue condenado en una macrooperación contra el narcotráfico junto a 26 personas. Entre ellas se encontraba el exmarido de Lucía, Manuel Alonso. Ese fue el momento en el que comenzaron a saltar todas las alarmas, porque aquel teniente había sido quien en su momento investigó el asesinato de Lucía.

Es una historia tan rocambolesca que si fuese un guion no sería creíble

A través de ex guardia civil llegan a otro de los ejes testimoniales de la serie, Rosa Garrido, la hermana de Lucía, que falleció solo dos meses después de la entrevista que recoge Lucía en la Telaraña. “Rosa ha sido fundamental para que la serie pudiera seguir adelante porque, de hecho, mucha gente después decidió hablarnos a raíz de ver que ella había participado”, explica Ocaña. La salud de Rosa era muy frágil cuando la entrevistaron y el equipo llegó a pensar que no podría participar, pero la hermana de Lucía sorprendió a todos. “Fue ponernos a grabar y estuvo cuatro horas hablando sin parar con una fuerza incréible que traspasa la pantalla”, añade Ocaña.

Fotograma 'Lucía en la telaraña'

A esos dos testimonios clave se suma el exhaustivo trabajo de investigación y documentación, del que da cuenta Luis Alcázar, uno de los productores de Lucía en la Telaraña. “Hemos revisado miles de páginas de sumarios y tenido acceso a material de primera mano, hasta el punto de poder conseguir las grabaciones procedentes de los juicios y la voz de la propia Lucía Garrido días antes de cometerse su asesinato”, apunta el productor. Un volumen de archivos que los llevaría al siguiente reto: tratar de filtrar y explicar con claridad todas los hilos que teje este caso. “La gran dificultad ha sido el exceso de información”, cuenta Ocaña.

La cinta rescata además el testimonio que la hija que la pareja tenía en común aportó durante el juicio. “Mi padre dejó de alimentar a los leones. Hacían ruido todas las noches porque se moría de hambre. Mi madre tenía que mirar todas las mañanas si había alguna jaula. Habló conmigo y me dijo que me preparase, que podía pasar cualquier cosa”, declaró durante la vista oral la joven que no aparece en la serie de forma presencial. “Ella solo quiere seguir adelante y hemos querido respetar esa decisión, escuchándola solo a través de las grabaciones del juicio”, explica Ocaña.

Lucía en la telaraña supone también romper el silencio de quienes tuvieron que guardar silencio por miedo a perder sus vidas. “Parece increíble que 13 años después de aquel crimen nos hayamos seguido encontrando ese terror por hablar”, cuenta Alcázar. Es el caso de muchos testigos a los que tuvieron que entrevistarse fuera de España, en los lugares de residencia a los que se establecieron años atrás por miedo a las represalias o del propio Ignacio Carrasco que fue apartado de la Guardia Civil por luchar contra la corrupción en su propia brigada. “Han sido muy valientes”, apunta el productor.

Cartel de la serie documental 'Lucía en la telaraña'

Para el equipo de Lucía en la telaraña, el certámen de Málaga es el marco ideal para la presentación de una serie que pone el foco en una historia que se da en la Costa del Sol, aunque trascienda a nivel nacional. “También es una oportunidad para homenajear a sus protagonistas. No los corruptos y delincuentes, sino aquellos que están luchando y han luchado por la justicia, como Rosa”, defiende Luis Alcázar. “Creemos que el peso que toma esta serie documental al estrenarse en Málaga es la mejor forma de que se escuche su voz, que es lo que ella siempre intentó”, apunta Ocaña.

Lucía y la telaraña es una de las apuestas de la nueva programación de RTVE Play. Un total de cinco capítulos, con una duración de unos 45 minutos cada uno, en los que el espectador quedarán atrapados en la telaraña de este true crime lleno de negocios turbios con animales exóticos; narcotráfico; pelotazos urbanísticos y tráfico de armas. Todo un elenco de delitos que se escondían detrás de lo que, en principio, parecía un crimen machista.

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