La presencia de Demi Moore y Kate Moss, entre otras estrellas, ha eclipsado la colección con que Kim Jones debuta en Fendi. Para este esperadísimo debut ha tomado dos puntos de partida: el encanto perdurable de Virginia Woolf y la creatividad liberada de Vanessa Bell. Con estas referencias, el señor se embarca en una aventura nueva para buscar otras formas de expresión, y para dotar de nuevos códigos la alta costura.
Jones junto con el lenguaje eterno de la escultura italiana y los códigos fundacionales de Fendi. "La memoria es una costurera y, por cierto, bien caprichosa", escribió Virginia Woolf en Orlando. Y Jones ahora 'tira' de archivos emocionales.
Adoptando la novela que viaja en el tiempo y que se difumina binariamente como motivo central, las temporalidades se deforman mientras que la feminidad exquisita y la androginia masculina aparecen como opciones fluidas en lugar de realidades innatas. Los motivos descubiertos en la finca de Charleston, la casa de Sussex del Círculo de Bloomsbury, ubicada a poca distancia de donde Jones pasó gran parte de su infancia, se reinterpretan y recontextualizan en botas adornadas con cuentas y tacones pintados a mano. Y los frescos de Vanessa Bell y Duncan Grant que decoran sus paredes se trasladan a los adornos bordados en los vestidos. “Me gusta cómo esta familia de personas, y en particular estas dos hermanas pioneras, han hecho avanzar las cosas”, dice Jones. “Admiro la forma en la que vivieron sus vidas, la libertad que crearon para ellas mismas y el arte que dejaron para el mundo”.
La paleta de mármol de la Galería Borghese de Roma se aprecia en los jacquares y sedas de los vestidos. "A través de pieles en intarsia y sastrería con cuentas cosidas a mano, el mármol se convierten en un componente clave en el lenguaje visual de la colección". Hay guiños sutiles a su predecesor, Karl Lagerfeld, y sobre todo a la historia de la casa italiana. “Fendi representa la calidad artesanal al máximo nivel, y todo está basado en la familia”, indica Jones. “Está en su tercera generación y yo soy la estrella invitada mientras llega la cuarta. Aquí estoy rodeado de mujeres fuertes y poderosas a las que amo y respeto, y quiero poner su energía en lo que hago".
Y en los hombres. Jones apuesta fuerte por las prendas masculinas para que la alta costura amplíe horizontes y capte nuevos clientes. Es necesario vender porque la crisis del sector afecta a todos por igual. El nivel de las colecciones no ha sido especialmente bueno. Firmas como Valentino y Chanel han dejado casi a un lado el poderío y la fantasía para hacer prendas más fáciles de vender. Ha habido excepciones como las firmas Víctor & Rolf o Stéphane Rolland. Pero, por lo general, nada ha destacado de manera sorprendente. Salvo Dior. La casa ha levantado la cabeza con orgullo y además de la soberbia colección ha hecho una película que nos ha permitido soñar, eso que antes hacían los desfiles de alta costura.
La crítica ha sido unánime y todos destacan la genialidad de Daniel Roseberry en su colección para Schiaparelli. Un trabajo fabuloso, atrevido y realmente moderno. En los desfiles hemos tenido presencia española. La de las modelos Neus Bermejo, que ya forma parte de la gran familia de Giorgio Armani,