
No entiendo el arte
En este capítulo del pódcast Esto merece una explicación recorremos los pasillos de ARCO, la feria internacional de arte contemporáneo de Madrid. Queremos saber cómo funciona este mundo, y nos adentramos en los dos pabellones de Ifema que albergan a 206 galerías de 36 países con muchas preguntas. La cantidad de obras abruma y no sabes por dónde empezar. Fernando Cordero, de la galería La caja negra, nos hace una introducción para guiarnos en esta inmensidad. ¿Cómo se ve ARCO? "El arte contemporáneo busca una complicidad emotiva y de pensamiento, que no hace falta conectar con un conocimiento histórico. Ves el objeto, te da inquietud, curiosidad... los jóvenes se acercan al arte contemporáneo con mucha más naturalidad que a la pintura antigua. No es un misterio que hay que resolver, es un misterio en el que hay que meterse."
La vida de artista no es lo que parece
Con esta actitud observamos la silla en el suelo de Dionis Escorsa, que reproduce el salón de su abuelo, o la hélice cubierta de plumas de Rocío Garriga. Esta artista y profesora de escultura en la Universidad Politécnica de Valencia, ha traído tres obras a ARCO. Conoce muy bien a las nuevas generaciones que aspiran a vivir del arte. "Contrariamente a esa idea que se tiene del artista, que vive a placer y trabaja cuando quiere... Eso no es así. Tienes que saber de todo, estar en redes, ser buen fotógrafo, estar en las inauguraciones, relacionarte mucho y trabajar mucho, es fundamental tener una buena obra." Vivir únicamente de la obra es muy difícil para un artista, explica. "Los ingresos no son constantes, y hay modas". En la feria los representantes sindicales piden que los artistas puedan estar dados de alta en la Seguridad Social cuando no tienen ingresos. El sector pide que se baje el IVA, ahora del 21%, como en otros países como Alemania o Francia.

'Paraje de silencio', de Rocío Garriga, en ARCO
En cada edición de ARCO hay alguna obra de la que todo el mundo habla, como la cortina de cadenas con el número 7.291, los fallecidos por COVID en las residencias de Madrid en marzo y abril de 2020, de Ramón Mateos. "Es un detonante de la memoria y la reflexión sobre esa cifra de fallecimientos, que de alguna manera como sociedad no podemos permitirnos no hablarlo, no pensarlo, si hay alguien que tiene responsabilidad que se averigüe. Es de manual del arte, el arte pretende trascender, llevarnos a otros lugares, llevar a nuestra memoria más allá". El lavavajillas con platos con las caras de líderes de extrema derecha de Eugenio Merino también se ha llevado todas las miradas. Se vende por 25.000 euros. Cómo poner precio al arte es otro arte. "Una cosa es el valor que tú le des y otra el precio que tengas que pagar por ello", me explica el coleccionista Carlos Rosón. "Se valora la carrera del artista, dónde ha expuesto, e intentamos no subirlo mucho para no frenar el mercado", me cuenta Zé Ortigao, de Florit Florit.
Los galeristas
Los artistas pueden vender la obra por su cuenta, o contar con el apoyo de una galería. Me acerco a Sabrina Amrani, que me recibe con varias obras de Josep Grau-Garriga, un artista que revolucionó el arte textil en los años 60. Amrani me explica el significado de esta obra, de fibras naturales que celebran el pueblo, y que a su vez tiene conexión con otra obra de un artista sudafricano que también expone en su galería. "Una galería de arte es un espacio de encuentro, en el cual se pueden descubrir las miradas sobre el mundo de los artistas. No se encuentran verdades, me gusta decir que es un espacio de encuentro en el que invito a los artistas a que abran una conversación en torno a sus obras." Y por supuesto, la galería es una empresa ."Vivimos de la venta de las obras de arte." Sus clientes a veces son instituciones y otras coleccionistas particulares.
Cada galería tiene su personalidad. En Florit Florit hay una propuesta más arriesgada. Zé Ortigao nos enseña otra de las obras que más han chocado este año: dos robots de metal que hacen fuego, abierto a muchas interpretaciones. "La verdad es que cuando se trata de arte conceptual no hay una respuesta correcta. El artista puede tener una intención, pero si lo pones en otro sitio se transforma en otra cosa."
¿Quién compra arte contemporáneo?
Observar el arte contemporáneo y dejarse emocionar puede ser accesible para todo el mundo. Pero cuando hablamos de poseer las obras hay que tener cierto poder adquisitivo. La obra más barata de ARCO cuesta 300 euros. Charo López, presidenta de la asociación de coleccionistas 9915, lo tiene claro, defiende que no son millonarios. "Somos gente normal que nuestro dinero, poco o mucho, con mucho esfuerzo y muchas veces pagando a plazos, dedicamos ese esfuerzo al mundo del arte. Nos parece que vivir rodeados de arte es lo mejor que nos puede pasar." Ha traído a ARCO 5.000 euros y ha comprado dos obras. "Hay quien viene con 15, 20 ó 30.000 euros, pero yo no los tengo".
Carlos Rosón forma parte de la asociación, y en ARCO busca obras para seguir completando su colección, que guarda en su casa y en la fundación que lleva su nombre en Pontevedra. Es un apasionado del arte contemporáneo. Su colección empieza con el grupo El Paso en los años 50, un colectivo de artistas españoles que revolucionaron la vanguardia en la postguerra. "Tenemos un presupuesto anual para adquisiciones, hacemos una visita a los dos pabellones y nos sentamos a decidir qué queremos y ver qué podemos comprar." Colecciona arte porque le gusta y cuenta con el apoyo de su familia, que va a convivir también con las obras. Pero hay más tipos de coleccionistas. "El pasional que compra lo que le importa, y el que compra por inversión y por prestigio social. A veces son inversores que compran para ellos y se montan una colección de 300 obras en dos tres años, pero yo creo que las colecciones llevan su tiempo y que evolucionan con el coleccionista".
Para el gran público queda la emoción y viajar en ese misterio que a veces despiertan las obras, que eso sí, es gratis.