Tras más de ocho horas de negociaciones en la ciudad saudí de Yeda, altos mandos ucranianos y estadounidenses redactaron el martes una propuesta de alto el fuego que Estados Unidos deberá entregar a Rusia. De aceptarse, la tregua se aplicará de inmediato en todo el frente y en ambos bandos durante 30 días prorrogables "en tierra, mar y aire". Ahora es el Kremlin quien debe pronunciarse al respecto. Hasta el momento, Moscú ha rechazado hacer comentarios a la espera de recibir información del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio.
Tras el avance de las fuerzas rusas en 2024, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio un giro a la política estadounidense. Inició conversaciones bilaterales con Moscú y, tras suspender la ayuda militar y el intercambio de inteligencia, presionó a Ucrania para poner fin al conflicto.
Tregua de 30 días e intercambio de prisioneros
Además de la tregua de 30 días prorrogables, la otra medida que Ucrania y Estados Unidos proponen al Kremlin es la liberación de los prisioneros de guerra de ambos bandos, el retorno de los civiles detenidos y de los menores ucranianos deportados a Rusia procedentes de los territorios que esta ocupa en Ucrania.
Ahora, en la declaración conjunta firmada por las delegaciones de Washington y Kiev se puede leer cómo "Ucrania expresó su disposición a aceptar la propuesta de EE.UU. de declarar un alto el fuego inmediato de 30 días que puede extenderse con el acuerdo mutuo de las partes y que está sujeto a la aceptación y consiguiente implementación por parte de la Federación Rusa". El texto añade que "la reciprocidad rusa es clave para lograr la paz".
Poco después del fin de las conversaciones en Yeda, Trump expresó la esperanza de que su homólogo ruso, Vladímir Putin, acepte la propuesta. "Espero que digan que sí y, si lo hacen, creo que habremos avanzado mucho. Si dicen que no, entonces sabremos, por desgracia, cuál es el impedimento para la paz aquí", pronunció Rubio en alusión a Moscú.
Armas a cambio de minerales
El éxito de la reunión en Araba Saudí ha garantizado que Washington se comprometa a reanudar los suministros de armamento y de información de inteligencia a Ucrania. Estos fueron interrumpidos tras la fallida conversación en la Casa Blanca entre Trump y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, y que Washington utilizó para presionar a Kiev a que aceptara un alto el fuego inmediato para empezar las negociaciones directas con Rusia. Hasta la llegada de Trump al poder, Estados Unidos era el mayor aliado de Ucrania, aportando, entre otras cosas, la mitad de las armas que el país eslavo recibe.
La moneda de cambio son los recursos minerales ucranianos que demanda Washington. Estados Unidos pide una recompensa por todo el dinero que ha invertido en la guerra y la justifica asegurando que así Ucrania recibirá inversiones y garantías de seguridad por la presencia de empresas estadounidenses en su territorio. Trump ha encontrado en territorio ucraniano una nueva vía para seguir compitiendo estratégicamente con China, que posee los principales yacimientos mundiales de estos elementos. Ucrania, por su parte, cuenta con el 5% de las reservas mundiales de estas "materias primas críticas" y dispone de los mayores yacimientos de titanio de todo el Viejo Continente, así como de importantes cantidades de grafito, litio, o hierro, aunque algunas de ellas están en territorios controlados por Rusia.
Zelenski pide convencer a Putin
Desde el palacio presidencial de Kiev y en un discurso en vídeo a la nación, Zelenski celebró el martes el compromiso alcanzado con Estados Unidos y confirmó que Ucrania pondrá fin a las hostilidades de inmediato si Rusia acepta hacer lo mismo. El presidente ucraniano agregó que Washington "debe convencer a Rusia" para que el alto el fuego pueda entrar en vigor lo antes posible. Este miércoles, el presidente ucraniano ha declarado que espera que EE.UU. tome "medidas contundentes" contra Rusia si el Kremlin rechaza el alto el fuego que ya ha aceptado Kiev a propuesta de Washington.
Rusia, por su parte, ha dicho que estaba a la espera de recibir información. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha añadido que su país tiene previsto mantener contactos con funcionarios estadounidenses. Poco antes de estas declaraciones, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajarova, había asegurado que los acuerdos deberán suceder dentro de sus fronteras.
Todo ello tiene lugar en un momento clave, cuando Rusia asegura que está haciendo retroceder a las tropas ucranianas de la región de Kursk, que Kiev controla parcialmente desde agosto y había tomado para utilizarla como moneda de cambio en futuras negociaciones. Moscú controla algo menos de una quinta parte de Ucrania, unos 113.000 kilómetros cuadrados, y lleva meses avanzando en la región.
¿Habrá presencia europea?
Mientras, Europa continúa intentando abrirse camino en unas negociaciones de las que fue excluida por parte de Estados Unidos. El Parlamento Europeo ha lamentado este miércoles los intentos de Trump de "chantajear" a Ucrania para que se rinda ante Rusia y ha considerado "contraproducente y peligroso" que Estados Unidos haya intentado negociar un alto el fuego con Rusia, excluyendo a Kiev y a otros países europeos. En una resolución no vinculante, los socios comunitarios señalan que esta iniciativa de paz promovida por Washington "empodera" a Rusia, ya que muestra "que las políticas agresivas no se castigan, sino que reciben recompensa".
El papel firmado en Yeda no menciona ningún protagonismo de Europa en las negociaciones. Lo que sí refleja el documento es que Ucrania pidió en la reunión que los europeos sean incluidos en el proceso de paz que pueda abrirse con Rusia.
Tampoco se mencionan otras cuestiones que parecían vitales para Ucrania, pero que desde hace un tiempo, Estados Unidos rechazó. Una de ellas es la adhesión de Kiev a la OTAN. El pasado febrero, Trump remarcó que la posible adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica "no va a suceder". En aquella intervención recalcó que la posibilidad de que Kiev se uniera a la OTAN fue una de las razones que precipitó la invasión de Rusia en 2022. La otra son las fronteras. Mientras Kiev demanda los límites territoriales previos a 2014, la Casa Blanca calificó como poco "realista" que Ucrania pueda volver a ellos.
Es una idea que el ministro de exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha vuelto a repetir, esta semana: "Ni tropas de países de la OTAN en Ucrania, ni compromisos que perjudiquen a quien vive bajo las zonas bajo control ruso", ha sentenciado el jefe de la diplomacia rusa al exponer sus líneas rojas.
Las concesiones de Putin y la lucha territorial
Putin ha dicho en repetidas ocasiones que está dispuesto a hablar sobre el fin de la guerra y Trump confía en la palabra del ruso, aunque otros líderes occidentales se niegan a hacerlo. En noviembre, los medios internacionales informaron de que el mandatario ruso estaba dispuesto a negociar un acuerdo con Trump. Sin embargo, se negaba a hacer grandes concesiones territoriales e insistía en que Kiev abandonara sus ambiciones de entrar en la OTAN.
Tanto Putin como Zelenski han considerado en repetidas ocasiones que una tregua a corto plazo no es la forma de poner fin a la guerra. "No necesitamos una tregua, necesitamos una paz a largo plazo con garantías para la Federación Rusa y sus ciudadanos. Es una cuestión difícil cómo asegurar estas garantías", declaró en diciembre el dirigente ruso.
En junio, Putin expuso sus condiciones para la paz. Ucrania debería renunciar oficialmente a sus ambiciones en la OTAN y retirar sus tropas de la totalidad del territorio de las cuatro regiones ucranianas reclamadas y controladas en su mayoría por Rusia. Actualmente, Moscú ocupa algo menos de una quinta parte de Ucrania, unos 113.000 km cuadrados, mientras que Kiev tiene el control de un trozo cada vez más pequeño de Kursk. Rusia controla el 75% de las regiones de Donetsk, Zaporizhzhia y Jersón y más del 99% de la región de Lugansk, según estimaciones rusas. Rusia afirma que este territorio forma ahora parte legalmente de Rusia y nunca serán devueltas a Ucrania, que, por su parte, denuncia que han sido anexionadas ilegalmente y que nunca reconocerá la soberanía rusa sobre ellas.