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Análisis

Europa se rearma: cambio de era, el Orden Mundial de Trump 2

Con las gafas de Anna Bosch Con las gafas de Anna Bosch  
  • Hay consenso europeo en aumentar el gasto en Defensa, las discrepancias están en cómo financiarlo

  • La segunda presidencia de Trump obliga a la UE a prepararse para sobrevivir sin el amparo de los EE.UU.

Familiares de prisioneros de guerra ucranianos asisten a una manifestación para exigir su liberación antes de cualquier conversación de paz
ANNA BOSCH
Tiempo de lectura 11 min.

Que Donald Trump afirma falsedades a una velocidad mucho mayor que la capacidad para contrastarlas no es una opinión, ahí están los datos de la primera presidencia, más de treinta mil en cuatro años, y los fact checking diarios de la segunda, pero Trump ha dicho una gran verdad, que en 43 días su presidencia ha conseguido más que la mayoría en cuatro u ocho años. Cierto, en 43 días la presidencia Trump ha acabado con al menos 80 años de política exterior y concepción del mundo, se ha situado más cerca de Moscú que de sus aliados europeos: la normalización de Putin como interlocutor, su negativa a reconocer Rusia como invasora de Ucrania, culpar a Ucrania de la guerra, llamar al presidente ucraniano dictador, pero no hacer ni media crítica a Vladímir Putin, votar en el Consejo de Seguridad de la ONU con Rusia y y China sobre Ucrania, y no con los aliados tradicionales, luego, a la vista de todo el mundo, la bronca al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski la semana pasada en el Despacho Oval, y la retirada de la inteligencia militar que hasta ahora suministraba a Ucrania.

Y, cómo no, miente sobre Europa. A pesar de que el presidente francés lo corrigiera ante las cámaras, Trump insiste en que los Estados Unidos han dado a Ucrania el doble de dinero que Europa y, al mismo tiempo que el Consejo Europeo estaba reunido en Bruselas, Trump declaró que no veía por qué los EE.UU. debían defender a aquellos países europeos que, según él, no gastan suficiente en defensa, y lo argumentó con otra falsedad: "¿Creéis que Francia, o algún otro, vendría a ayudarnos si los necesitáramos? lo dudo". Mister President, ¿es mala memoria o mala fe? La única vez hasta ahora que se ha activado el célebre artículo 5 de la OTAN, el de la defensa mutua, fue tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Europa acudió en ayuda de los Estados Unidos y se sumó a la invasión de Afganistán.

El amigo americano da la espalda

En la Unión Europea sabían que la segunda victoria de Donald Trump no sería buena para este lado del Atlántico, por la experiencia de la primera presidencia Trump, y porque preveían que en una segunda los Estados Unidos se desentenderían mucho más de estos aliados. Por eso los 27 prepararon un plan de contingencia en caso de que Trump volviera a la Casa Blanca, las dos preocupaciones principales eran una guerra comercial (aranceles) y, sobre todo, que la defensa europea y el apoyo a Ucrania recayeran mucho más sobre las espaldas europeas. Pero aún así, la segunda versión del presidente Trump ha logrado dejar en estado de shock a los gobernantes europeos, el mismo efecto que ha provocado en los diplomáticos estadounidenses, empezando por los de su partido o, tal vez deberíamos decir, el antiguo Partido Republicano, cuando no se había convertido en un movimiento seguidista del líder.

Lo que hace unos meses, ante la hipótesis de un Trump 2, era recomendable emprender en el menor plazo posible, se ha convertido en la última semana en algo urgente, imperativo, por algo que durante 80 años, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, parecía inimaginable: Europa ya no puede dar por descontado que Estados Unidos está de su lado, Washington se muestra más amable con Moscú que con sus aliados tradicionales. Europa tiene que ser más independiente y más eficaz y eso pasa por tener más fuerza defensiva. Ya la semana pasada dedicamos un artículo a cómo una pinza entre Donald Trump y Vladímir Putin ha llevado a la mayoría de gobiernos europeos (incluido el Reino Unido) a gastar más en Defensa. Esta semana se ha concretado en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo,

Nueva era, la era del rearme europeo

"Entramos en una nueva era" afirmó el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, cuando se dirigió solemne y gravemente al país el miércoles en hora de máxima audiencia. "Ha llegado la hora de Europa" había dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, el día anterior cuando presentó un plan cuyo título no deja lugar a la duda: ReaArmar Europa.

Acompañado de gráficos para la televisión Macron expuso a los franceses sus argumentos para aumentar el gasto en defensa: "Nuestra prosperidad y nuestra seguridad se han vuelto inciertas. (...) Mientras, Rusia sigue rearmándose, dedica más del 40% de sus presupuestos a ello. De aquí a 2030 prevé tener 300.000 soldados más, 3.000 carros de combate y 300 aviones de caza. ¿Quién puede creer en este contexto que Rusia se detendrá en Ucrania? Rusia se ha convertido en una amenaza para Francia y para Europa. (...) Quiero creer que los Estados Unidos se mantendrán a nuestro lado, pero debemos estar preparados, si no es ese el caso".

Por su parte, la presidenta de la Comisión, conservadora y ex ministra de Defensa alemana, argumentó: "La cuestión ya no es si la seguridad de Europa está realmente amenazada, o si Europa debería asumir más responsabilidad por su propia seguridad. En realidad, hace mucho tiempo que conocemos las respuestas a estas preguntas. La verdadera cuestión a la que nos enfrentamos es si Europa está dispuesta a actuar con la decisión que la situación requiere. Si Europa está preparada y es capaz de actuar con la rapidez y ambición necesarias".

Y eso es lo que discutieron los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en la reunión extraordinaria del jueves, adelantada por los acontecimientos. Básicamente aceptaron el plan "ReArmar Europa". Lo aprobaron por unanimidad, los veintisiete gobiernos. "Rearmar Europa. Gastar, gastar, gastar en defensa y disuasión, este es el mensaje más importante" resumió la primera ministra de Dinamarca, socialdemócrata, Mette Frederiksen. En Polonia, el país de la OTAN que más invierte porcentualmente en Defensa, más del 4% del PIB, y el más temeroso de Rusia junto con los Bálticos, el primer ministro, Donald Tusk, acaba de plantear que todos los hombres hagan un servicio militar que los capacite para entrar en combate, quiere doblar el número de reservistas, de los actuales 200.000 a medio millón.

Ningún gobierno pone en duda hoy en la UE que hay que armarse para ser independientes en materia de seguridad y Defensa, las discrepancias están en cómo financiarlo y en cuánto se le sigue comprando a la industria militar de los Estados Unidos. Los países del antiguo bloque soviético, que una vez fuera unieron su seguridad nacional a la protección de los Estados Unidos, no quieren romper ese contrato; los países occidentales, sin embargo, consideran que es el momento de invertir, más, en las propia industria militar.

De dónde saldrá el dinero

Es el meollo de asunto. Invertir en Defensa, ya sea comprando o fabricando, es hablar de centenares de miles de millones. "Europa necesita movilizar billones de euros para gasto en Defensa adicional" publicaba esta semana Bloomberg. El, casi seguro, futuro canciller de Alemania, el conservador Friedrich Merz, parafraseó, en inglés, al expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi para decir que para aumentar en Defensa harían "whatever it takes", lo que haga falta. Merz equipara con esa cita la situación actual a la crisis del euro, la comparación más habitual es con una la crisis económica más reciente, la que desencadenó el parón que produjo la pandemia de Covid19. Al igual que entonces, argumentan, hay que tomar decisiones excepcionales en dos sentidos, el fiscal, relajar los límites de la UE a la deuda y el déficit; y en el de la producción. Si en la pandemia fuimos víctimas de haber dejado las manufacturas a China, fundamentalmente, y nos encontramos sin mascarillas, lo mismo o parecido ahora con la capacidad defensiva, hay que tener stock, para entendernos de armamento.

En Alemania conservadores y socialdemócratas han llegado ya a un acuerdo, en las negociaciones para formar una coalición de gobierno, en llevar al parlamento la propuesta de cambiar la Constitución para poderse saltar el límite a la deuda en Defensa. En el plan ReArmar Europa, se prevén préstamos a los países, y relajación fiscal.

Pero habrá más y no es popular. Ni Macron ni Starmer han escondido que el aumento de gasto conllevará recortes en otros sectores públicos, aunque haya sido con alusiones vagas. En el caso de Macron, "si no queremos subir los impuestos, serán necesarias reformas, elecciones, valor". En el caso del británico Starmer ante la Cámara de los Comunes: "Un desafío generacional requiere un respuesta generacional, lo cual conllevará elecciones difíciles y dolorosas, pero a pesar de que se trata de elecciones duras tenemos que mantener la unidad. El esfuerzo de toda la sociedad que alcanzará las vidas, las industrias y los hogares de los británicos". Starmer no llegó al churchiliano "sangre, sudor y lágrimas", pero sonó bastante parecido.

Starmer, Macron y Von der Leyen coinciden en ver un incentivo económico general en este giro armamentístico, y es los beneficios para esa industria, pero, teniendo en cuenta la sofisticación tecnológica de la guerra en el siglo XXI, confían en que sea un incentivo para la investigación que beneficie a universidades e industrias tecnológicas. La cuestión más incómoda por impopular y dolorosa es ¿cuánto se verá afectado el Estado del Bienestar europeo? ¿Las coberturas públicas, las condiciones de jubilación, el mes de vacaciones...ese bienestar europeo, un excepción mundial, ha sido parte del orden mundial post Segunda Guerra Mundial que ahora se está yendo al garete?

Eje París-Londres

El director del centro de análisis CIDOB, Pol Morillas, escribía esta semana: "La defensa europea es probablemente la política más sobrediagnosticada y la más infraejecutada de todas las de la UE. La UE no podrá ser geopolítica sin antes dotarse de fórmulas innovadoras en sus mecanismos de integración, toma de decisiones, en política de seguridad y defensa y en capacidades y recursos. La Comisión ha lanzado su apuesta para la financiación de la defensa europea y de Ucrania, pero el gran paso adelante para la Europa geopolítica sigue pendiente del veredicto de los Estados miembros. Pretender avanzar solamente en el marco de una Unión cuyo propósito no comparten varias capitales se traducirá en el bloqueo de Europa como actor internacional. Y esto sería una victoria inmerecida del trumpismo".

Uno de los efectos que está teniendo el giro histórico en la política exterior de los Estados Unidos es un acercamiento entre el Reino Unido y la Unión Europea, como decían diplomáticamente muchos políticos británicos poniendo paños calientes al Brexit, el Reino Unido se ha ido de la UE, pero no de Europa. De ese acercamiento destacan dos líderes, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron. A la espera del relevo en el gobierno de Alemania y el reforzamiento del tradicional eje París-Berlín emerge el eje París-Londres, por improbable que pareciera en muchos tramos de la historia. El Reino Unido y Francia son las únicas dos potencias nucleares de Europa y los únicos europeos en el Consejo de Seguridad de la ONU, es decir, con derecho de veto.

Desde las visitas de la semana pasada de Starmer y Macron a la Casa Blanca parece que se ha repartido los papeles como era de esperar: Starmer, jugando la carta de la supuesta special relationship con su excolonia y Macron, como portavoz de la Unión Europea. Macron, con el palo, marcando distancias; Starmer con la zanahoria, el as de la baraja, la invitación de puño y letra del rey Carlos para una segunda visita de Estado. Tan orgullosos están los estadounidenses de haber echado con una guerra al rey inglés como embobados por la monarquías en general, y la británica en particular, añadan a eso el narcisismo de Donald Trump. Mientras en Bruselas se discutía el jueves cómo rearmarse para depender menos de los Estados Unidos, el responsable de Defensa británico estaba en Washington con su homólogo estadounidense.

El presidente Donald Trump no ha anunciado cuál es su visión del mundo y qué pretende en él más allá del America First, Los Estados Unidos, primero, pero a juzgar por este mes y medio una lectura es que lo ve como una relación entre grandes que tienen sus zonas de influencia. Los Estados Unidos, por supuesto, es uno de los grandes y su área de influencia, incluso hasta la anexión, alcanzarían a Groenlandia, Canadá y Panamá; otro grande sería Rusia, a partir del momento en que las negociaciones sobre Ucrania han empezado mano a mano, sin contar con Ucrania ni Europa, y, claro, el tercero, no hay duda, China. Este viernes el ministro de Exteriores chino En ese triángulo Europa busca su lugar en el mundo.