En Londres esta semana: "La clase trabajadora ya ha notado el coste de las acciones de Rusia en el aumento de los precios y las facturas. A pesar de ello, una de las grandes lecciones de nuestra historia es que la inestabilidad en Europa llegará siempre a nuestras costas, y que tiranos como Putin solo responden a la fuerza. Rusia es una amenaza en nuestras aguas, nuestro espacio aéreo y nuestras calles. Han lanzado ciberataques contra nuestra sanidad pública y han atacado con armas químicas en Salisbury hace solo siete años". Así introdujo el primer ministro británico, Keir Starmer, del Partido Laborista, el anuncio en el Parlamento este pasado martes de un aumento del gasto público en Defensa en detrimento de otras inversiones.
El espíritu de la Segunda Guerra Mundial
El 24 de febrero de 2022, el día que Rusia invadió Ucrania, Keir Starmer era el jefe de la oposición en el Reino Unido, como tal se dirigió al país como un hombre de Estado con ecos churchilianos, como suele ser el caso en el Reino Unido cuando de cuestiones de Estado se trata. La Segunda Guerra Mundial, de cuyo final se van a cumplir 80 años en dos meses, sigue muy presente en la Europa que la sufrió. Starmer empezó con un solemne "en esta hora oscura" para inmediatamente alertar a la población británica: "Debemos prepararnos para las consecuencias, para sufrir económicamente.
El pueblo británico ya demostró que es capaz de hacer sacrificios para defender la democracia, y lo volverá a hacer". Esas fueron las palabras y ese fue el tono del líder de la oposición socialdemócrata hace tres años. Y ese ha vuelto a ser su tono como primer ministro esta semana en el parlamento al pedir más sacrificios para dedicar más dinero de los impuestos a Defensa.
"Debemos apoyar a Ucrania porque, si no logramos una paz duradera, la inestabilidad económica, las amenazas a nuestra seguridad no harán más que crecer. (...) Un esfuerzo de toda la sociedad que afectará a las vidas, las industrias y los hogares de los británicos. Porque un desafío generacional requiere una respuesta generacional. Ello requerirá algunas elecciones extremadamente difíciles, y en ellas, con lo duras que son, debemos buscar unidad". Con esa retórica, Starmer anunció que su gobierno se propone subir anualmente la inversión de Defensa del actual 2,3% al 3% del PIB en 2029. También
¿Dónde recortará par compensar? En la ayuda exterior. Ya ha tenido consecuencias, su secretaria de Estado del ramo ha dimitido tres días después del discurso. Starmer también hizo hincapié en que dadas las necesidades de la Defensa hoy en día, el dinero no será sólo para tanques, misiles y balas, sino que requiere de una fuerte inversión en alta tecnología, y pone su esperanza en que este gasto de ahora sea una inversión que acabe beneficiando a las industrias de tecnología y a las universidades.
Hay que preparar a la opinión pública
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, no se ha dirigido aún al parlamento ni a la ciudadanía, como ha hecho Starmer, pero no está menos dispuesto a aumentar el gasto en Defensa y, antes, preparar a la opinión pública para ello. Pero cómo hacerlo cuando eres un mandatario impopular, que te has llevado una bofetada la última vez que los franceses fueron a votar, hace ocho meses. Consciente de ello, la semana pasada, Macron organizó una cumbre a puerta cerrada con el primer ministro y una docena de representantes de partidos políticos para convencerlos a ellos y que le ayuden en el esfuerzo.
Según publicó el diario Le Monde, de fuentes que participaron, fue una reunión de cuatro horas, de tono grave, en la que el Jefe del Estado Mayor y el número dos de la Dirección General de Seguridad Exterior "expusieron durante 45 minutos cada uno la evolución de la amenaza rusa y su guerra híbrida en Europa desde hace una década". Para Macron, "Rusia constituye una amenaza existencial para los europeos" y hay que preparar a los franceses para un esfuerzo de guerra sin precedentes desde 1945 [el final de la Segunda Guerra Mundial]. El presidente francés ha propuesto que la Unión Europea reaccione como hizo ante la crisis del Covid19 y se endeude, en su conjunto, para financiar este esfuerzo económico. Francia gasta en defensa el 2% establecido en la OTAN y la voluntad de Macron es subirlo a niveles de la Guerra Fría.
Quién lo iba a decir
"Nunca pensé que tendría que decir algo así en televisión" advirtió el futuro (¿cuándo?) canciller de Alemania, Friedrich Merz, la misma noche de su victoria electoral el domingo pasado. ¿Y qué fue lo que dijo? Que al gobierno de los Estados Unidos [de Donald Trump] no le importa lo que pase en Europa. "Mi prioridad absoluta -anunció Merz- será reforzar Europa tan rápido como sea posible para conseguir independencia [en Defensa] de los Estados Unidos".
¿Quién nos iba a decir que veríamos el espectáculo del viernes en el Despacho Oval, semejante atropello a la diplomacia, semejante falta de mínima empatía con un país que lleva tres años sufriendo una invasión, semejante actitud por parte de quien ostenta el cargo al que en los Estados Unidos se refieren como "líder del mundo libre"?
Quién iba a imaginar que la historia de los últimos ochenta años iba a dar ese vuelco, un líder alemán abogando por el rearme del continente como reacción a los Estados Unidos, y que se derrumbaría uno de los pilares del orden mundial que se construyó tras la derrota del nazismo, y de Japón, tras la Segunda Guerra Mundial: la relación transatlántica y la contención militar de Alemania. Una frase repetida entre analistas estadounidenses después de lo de Trump, y su vicepresidente JDVance, con el presidente Zelenski es "estamos en el otro lado [el de Moscú]".
El gobierno saliente de Alemania, liderado por socialdemócratas y en coalición con los Verdes, ha sido el que dio el giro como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. El 27 de febrero de 2022 el canciller Olaf Scholz pronunció en el Parlamento un discurso que ya se conoce como el del Zeitenwende, término alemán que podríamos traducir como cambio de era. Un cambio de época en el que Alemania abandonó su política, ¿ingenua? De acercamiento y estrechar relaciones con Rusia y pasó a considerarla una amenaza. Con gobierno socialdemócrata Alemania abandonó también la contención militar a la que Estados Unidos y el resto de vencedores de la 2ª Guerra Mundial, y la fuerte presión del movimiento pacifista que surgió en la postguerra, la obligaron.
Alemania lleva tres años aumentando el gasto militar y suministrando armamento a Ucrania. En los presupuestos del año pasado, el gobierno Scholz recortó un 7% el gasto público, en aras del sacrosanto rigor fiscal contra el déficit, pero aumentó el de Defensa para alcanzar el objetivo marcado por la OTAN de dedicar, en 2024, un 2% del PIB nacional a Defensa. Su sucesor al frente del gobierno, el conservador Friedrich Merz, ya ha anunciado que el 2% del PIB será el suelo, no el techo del gasto en Defensa. El ministro de Economía saliente, ¡de los Verdes!, considera que hay que llegar al 3,5% en los próximos años. La media de gasto militar que tuvo la Alemania Occidental en los años de la Guerra Fría, cuando el enemigo, el bloque soviético, estaba en su territorio actual, y la capital estaba partida por el muro que levantó aquella guerra, fue del 3%. La discrepancia hoy, tras la invasión rusa de Ucrania, no está en sí hay que gastar más en Defensa, sino en cómo financiarlo, con recortes en otras partidas o aumentando la deuda nacional.
Las dos Europas
A menudo hablamos de la Unión Europea como una organización supraestatal dividida en dos grandes bloques. Tradicionalmente, se trataba de una división entre el norte rico (con la excepción de Irlanda) contribuyente neto y un sur pobre y subvencionado. La ampliación a los países de antigua órbita soviética dibujó otra división, este-oeste, que se agravó en 2015 con la llamada crisis de los refugiados, cuando la mayoría de gobiernos orientales se negaron a aceptar migrantes, procedentes la mayoría de la Siria en guerra. La invasión de Ucrania no ha dividido a la UE tanto como hubiese deseado el presidente ruso, Vladímir Putin, a pesar de la postura del gobierno húngaro de Víktor Orban, pero dentro del consenso en apoyar a Ucrania y castigar, menos de lo que podría, a Rusia, se ha abierto una fisura entre quienes consideran a Rusia una amenaza real a la que hay que hacer frente de manera contundente, y quienes sienten esa amenaza más lejana, quienes han reaccionado aumentando el presupuesto militar y quienes rehúyen el debate público por impopular.
Según datos de la OTAN, Polonia es el miembro de la Alianza que más gasta en Defensa en porcentaje del Producto Interior Bruto, un gasto que duplicó entre 2022 y 2023, tras la invasión de Ucrania. En 2024 ha invertido un 4,1% y ha presupuestado un 4,7% para este 2025, echando mano, si así lo considera necesario, de los fondos de recuperación de la UE. Polonia comparte frontera con Rusia (Kaliningrado), Bielorrusia y Ucrania, y es junto con los tres bálticos el país más receloso y con más miedo a Rusia.
Estonia y Letonia, ambas fronterizos con Rusia y ex repúblicas soviéticas, siguen a Polonia con porcentajes del 3,4 y 3,1 respectivamente. La tercera república báltica, Lituania, fronteriza con Rusia y Bielorrusia también está por encima del 2%, un 2,83. Finlandia (fronteriza con Rusia) y Suecia, ambos neutrales hasta que el presidente Putin invadió Ucrania y pidieron el ingreso express en la OTAN, gastan respectivamente un 2,4% y un 2,1%.
¿Y España? Según los datos de la OTAN, es el país de la Alianza que menos gasta en porcentaje, 1,28% del PIB, lejos de ese 2% comprometido para 2024. España, alejada geográficamente de Rusia y con un importante sentimiento antimilitarista en la población, es uno de los países donde menos se siente la amenaza de Putin y más ausente está el debate sobre Defensa del debate público. Pero que no se hable en público en casa no significa que no se haga en las reuniones en Bruselas y en la Casa Blanca.
Esta semana ha sido intensa en ese sentido, el hermano mayor que amparaba y acudía siempre para defender a Europa, los Estados Unidos, le ha dicho, claro, al presidente Macron y al primer ministro Starmer, que militarmente Ucrania es una cuestión europea. El jueves el presidente Trump le espetó al primer ministro británico: "Los británicos os bastáis solos. Podríais enfrentaros a Rusia solitos", y este viernes, delante del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, su invitado y víctima de sus gritos y broncas, ha dejado claro que por mucho que dijera que está "del lado de los Estados Unidos y de Europa", Europa no puede confiar en él como no puede confiar Ucrania. La representante de Exteriores de la Unión Europea, Kaja Kallas, exprimera ministra estonia, conservadora y pro atlántica hasta ahora, lo expresó así: "Hoy ha quedado claro que el mundo libre necesita un nuevo líder. Nos toca a nosotros, europeos, aceptar el reto".
Este domingo Starmer reúne en Londres a varios gobernantes europeos (el español Pedro Sánchez, entre ellos), al presidente ucraniano, a los presidentes de la Comisión y el Consejo europeos y al secretario general de la OTAN. La defensa de Ucrania frente a Rusia es cosa europea. Lo que el Brexit separó Putin y Trump han vuelto a unir.