Jennifer Hermoso ha recurrido la sentencia dictada contra el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales, condenado a 18 meses de multa por agresión sexual. La futbolista ha pedido que el expresidente sea también condenado por las coacciones a las que se vio sometida y ha asegurado que "las amenazas y consecuencias" de las mismas que recibió "eran reales".
Por su parte, el expresidente de la RFEF ha pedido a la Audiencia Nacional revocar su condena al insistir en que el beso que la dio tras el Mundial de 2023 fue un signo de "euforia", pero nunca un delito porque no hubo ánimo sexual.
El abogado de Hermoso pide que se le imponga a Rubiales un año de cárcel
En su recurso a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, la representación de la jugadora solicita que tanto Rubiales como el exdirector de la Selección española Albert Luque, el exseleccionador femenino, Jorge Vilda, y el exresponsable de Marketing de la Federación, Rubén Rivera, sean condenados a 1 año y 6 meses de cárcel por el delito de coacciones. En caso de no acceder a esta pretensión, y de forma subsidiaria, su abogado, Ángel Chavarría, pide que se revoque la sentencia en cuanto al delito de agresión sexual respecto de Rubiales. También solicita que se le imponga un año de cárcel en vez de la multa a la que fue condenado.
En su recurso, el letrado de Hermoso critica que el magistrado José Manuel Fernández Prieto considerase en el fallo que "no existe descrito ningún acto de violencia o intimidación sobre" la jugadora "directamente dirigido a impedir hacer lo que la ley no prohíbe o compeler a efectuar lo que no quiere".
"La sentencia omite todo razonamiento sobre determinadas pruebas practicadas en el plenario, dejando huérfano de todo razonamiento sobre su valoración para poder entender la construcción intelectual de la resolución y que podrían llevar a una condena de los acusados por este delito", lamenta.
Su abogado sostiene que "Jennifer recibió los mensajes y percibió que las amenazas y consecuencias eran reales y que por la posición jerárquica" que ocupaban en ese momento los acusados "no existe ninguna duda de que pueden materializarse, generando el miedo suficiente, como para hacerla llorar y temer las represalias".
"El presidente de la RFEF trasladó sobre la víctima una presión ambiental, laboral y mediática para forzarla a decir algo que no sentía y que tampoco ha ocurrido", ha expresado. "Hechos que a nuestro juicio encajan perfectamente en la violencia psicológica descrita en el elemento del tipo penal, alterando la forma de vida de la jugadora quien se vio perseguida por los miembros de la RFEF y por la prensa, teniendo incluso que irse de Madrid para quitarse la presión", ha agregado.
Usó "su superioridad como presidente"
Además, destaca que los entonces dirigentes de la RFEF trataron de "obligar a la jugadora a hacer lo que no quería, en contra incluso de sus propios sentimientos de rechazo ante el beso, alterando su momento vital de celebración y sin respetar su dignidad como mujer".
Por todo ello, el letrado critica que el juez no entienda "que exista violencia o intimidación que pueda ser entendida como amenaza o coacción". "Lo que entendemos es una infracción de ley por inaplicación del concepto jurídico de intimidación, pues las consecuencias con las que amenazan provocan un estado de ansiedad en la jugadora suficiente para hacer lo que no quería hacer que en todos los casos es un video o comunicado para decir que la agresión sexual nunca existió", aduce.
Respecto al delito de agresión sexual por el que fue condenado Rubiales, la representación de Hermoso sostiene que el exdirigente utilizó "la fuerza para inmovilizar" a la futbolista y que utilizó "su superioridad como presidente de la RFEF", lo que le otorgaba "una posición de ventaja sobre la víctima".
"Se puede consentir y mostrar disgusto"
En su recurso, la defensa de Rubiales, ejercida por la letrada Olga Tubau, asegura que el magistrado José Manuel Fernández Prieto valoró erróneamente las palabras de Hermoso. Es por eso que pide que el fallo sea corregido y que haga una distinción entre si el beso fue consentido y si este no le agradó. "Se puede consentir y con posterioridad mostrar disgusto respecto del acto que se consintió. Porque, en ese caso, el disgusto que desencadenó el beso de autos, sin margen de duda, vino en gran parte motivado por el revuelo mediático que de inmediato provocó el mismo", sostiene el recurso.
La defensa de Rubiales se refiere a una de las grabaciones mostradas en la vista oral, en la que se puede ver a Hermoso celebrando en el vestuario con sus compañeras la consecución del Mundial. "En esta grabación se puede oír asimismo como alguien pregunta: '¿Ha habido lengua?'", ha sostenido Tubau, añadiendo que la contestación de Hermoso fue "'y qué hago yo'", haciendo "un gesto de cierta coquetería, una caída de ojos, sin que Hermoso trasmita en ningún momento que el beso le provocó malestar".
La abogada alude a "la inconsistencia de la prueba de cargo, esencialmente la declaración de Hermoso", para tratar de que la Sala de lo Penal revoque la sentencia y absuelva a Rubiales. "La totalidad de la prueba practicada en el juicio oral apunta, como mínimo, a la objetiva concurrencia de una duda razonable respecto a la valoración de los hechos como delito de agresión sexual", afirma.
En su recurso, la letrada descarta el ánimo sexual de Rubiales a la hora de propinarle el beso que, "por la concreta situación en la que se produce, su carácter fugaz, los usos y costumbres sociales actuales, podía constituir un signo o muestra de alegría, en un momento de efusión por la victoria del Mundial por parte del equipo español de futbol femenino".
"Manifestación de euforia"
"El beso en los labios descrito en los hechos probados se sitúa en esa zona de ambigüedad [...], para poder incardinar el mismo en el delito de agresión sexual debía inexcusablemente haberse declarado como hecho probado que Rubiales actuó con el ánimo de satisfacer un apetito sexual", apostilla la defensa de Rubiales.
La abogada se refiere a la secuencia completa, ocurrida en la entrega de medallas. Para ella, estas imágenes muestran "unos abrazos afectuosos, un contacto físico consentido entre dos personas que están celebrando un momento de inmensa alegría, felicidad y satisfacción por la victoria".
En ese ambiente, la letrada insiste en que "el beso que le da Rubiales a Hermoso" no es sino "una manifestación de esa euforia que en ese momento es consentido por Hermoso, hasta tal punto que es ella la que da la última muestra de afecto antes de seguir andando por encima de la tarima, dando unas palmadas en los costados de Rubiales".