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Centros de crisis en España: el refugio seguro para mujeres supervivientes de agresión sexual

Nuria Verde @Nuriaverde
13 min.

En el Centro de Crisis 24 horas de Madrid entra una llamada. Es Lucía, una mujer a la que un amigo violó hace años y ahora lo cuenta. La víctima necesita ayuda, pero sobre todo requiere que alguien la escuche y valide sus sentimientos de dolor, culpa, vergüenza, también de ganas de estar mejor. La persona al otro lado de la línea 900 599 316 cambia en los tres turnos de trabajo, pero la comunicación funciona durante todo el día, durante las 24 horas, los 365 días del año en la comunidad madrileña.

Begoña Moreno, coordinadora del centro de crisis contra la violencia sexual de Madrid

Sin embargo, las trabajadoras del centro se ocupan prioritariamente de atender de forma presencial a las víctimas de agresión sexual atacadas durante el último año en los municipios madrileños, siempre que sean "mujeres mayores de 16 años, no forzadas por su pareja o expareja", dice Begoña Moreno, una trabajadora social de pelo cano y rostro empático que coordina el lugar. ¿Por qué? "Porque para la violencia sexual ejercida por maridos o exmaridos ya están los centros de violencia de género".

¿Quién puede llamar a la línea 900 de ayuda?

La línea 900 está abierta. ¿Quién puede llamar? "Cualquier víctima. Le atenderá una profesional especializada. También pueden recurrir a este teléfono la policía, el personal de los juzgados y las familias de las supervivientes", afirma Moreno. ¿Quién atiende el teléfono?: "Psicólogas, abogadas, trabajadoras sociales".

Pero ¿qué dicen ellas, las supervivientes? Pocas veces nos preguntamos por las consecuencias psicológicas que sufren las víctimas de la violencia sexual. ¿Qué pasa cuando te han agredido siendo una niña? ¿O cuando te han agredido entre varios? ¿O si los agresores eran de tu entorno? ¿Qué es lo más difícil del "después" de haber sufrido una agresión sexual? Según las víctimas y las trabajadoras especializadas: el miedo a no ser creídas, la vergüenza, ser menor y carecer de herramientas. Esos son algunos factores que hacen que el 80% de la violencia sexual no se denuncie. ¿Encuentran las víctimas el apoyo que necesitan para superar lo sucedido?

Tras una agresión con sumisión química a las víctimas les abruma la culpa y la indefensión

"Lo más duro es que tu entorno no te crea", confiesa Pati, superviviente. Cuesta poner la denuncia, cuesta hacer terapia, cuesta vivir. "Yo me orinaba en la cama por las pesadillas", relata. Según el último informe del Ministerio del Interior, Delitos Contra la Libertad Sexual, la violencia sexual aumentó en España en un 14,8% en 2023 respecto al año anterior. Esa es una de las razones por las que el centro de crisis tiene una dirección anónima. No quieren que nadie moleste a las supervivientes ni a las profesionales que las guían en el proceloso camino de la demanda judicial, del tratamiento psicológico y del apoyo social.

Falsos estereotipos de la violencia sexual

Primero, desterremos algunos falsos mitos sobre la violencia sexual: el agresor es un desconocido que ataca a la mujer en un lugar peligroso y de noche. Falso. No es lo más común. Según los datos, tal y como nos cuenta Begoña por su experiencia profesional, el agresor suele ser una persona conocida, amigo, compañero o familiar. Los lugares donde se produce la agresión son sitios usuales: bares y discotecas, pisos, hoteles, la calle. La idea de un desconocido que acecha en un rincón oscuro aparece en el imaginario colectivo del estereotipo social pero no es lo más real.

Los agresores son hombres conocidos, por lo general.

"Normalmente, las agresiones las ejecutan hombres conocidos. Yo te diría que el 60% de los agresores conocen a la víctima. Se trata de personas conocidas del entorno cercano. Es un compañero de trabajo, un amigo, un familiar". Eso agrava el dolor porque "no te esperas que te dañe alguien en quien confías".

Las secuelas psicológicas

"Las mujeres cuentan culpa y miedos. Nos dicen que cosas que hacían en su vida normal después de las agresiones ya no son capaces de hacerlas", relata Moreno. ¿Por ejemplo? "Por ejemplo, subir al metro o estar solas en su casa", asegura la coordinadora, delgada y "feminista hasta la médula", según reconoce.

Le pido entrevistar a una psicóloga porque me interesa explorar las secuelas psíquicas del daño del trauma sexual. Pero Teresa me para los pies. No es nada personal. "Nada de fotos porque no se puede dar visibilidad a profesionales que intervienen en procesos judiciales en curso" y tampoco nombres ni apellidos, excepto ella. Me quedo chafada. Pero luego se expande una sonrisa en su rostro. ¿Sólo nombres te bastan? Me encojo de hombros. Qué remedio. ¿Y fotos? Solo del sitio y de ella. Eso sí, te advierto que si haces fotos del centro, únicamente, es con la condición de que no se reconozca su ubicación".

Se trata el daño psicológico y se acompaña en el proceso judicial a la mujer

Me queda claro. Es un pacto entre dos mujeres. Hay mucho en juego. En España desde finales del año 2024, hay un centro de crisis abierto contra la violencia sexual en cada provincia. Que te dejen entrar en uno de ellos como periodista es complicado porque hay una lógica reticencia a que se pueda perjudicar el trabajo con las supervivientes. Ayuda no entrar con cámara y no hacer entrevista a las mujeres agredidas porque la protección con ellas es absoluta. Firmo el acuerdo, con un asentimiento de cabeza para cumplir las reglas.

Hablemos de lo que ha pasado

"Mi trabajo tiene varias vertientes. Consiste en hacer primero una acogida y luego, una valoración de la situación de riesgo de la mujer. El trabajo del equipo es otra historia. Entonces, dependiendo de la dimensión y de la sintomatología de la mujer, voy a proceder a una intervención en el momento de crisis", cuenta Nuria, psicóloga. ¿Qué es una intervención?, pregunto. "Buena pregunta. Es una práctica que yo llevo a cabo con una mujer, directamente. En mi caso, desde un abordaje psicológico, aunque depende del momento vital de ella y de su demanda judicial".

"Muchas mujeres hablan de la agresión sexual de forma directa"

Activar el botón del código VISEM

La Ley Orgánica de Garantías de Integridad Sexual, conocida como 'ley del solo sí es sí' prevé la creación de centros de crisis contra la violencia sexual en cada provincia de España. En el artículo 35 "se establece la creación de los centros de crisis". ¿Por qué? Por muchos motivos.

"En primer lugar, para que haya un centro en el que se puedan atender las crisis en el momento posterior a la agresión. Las trabajadoras siempre nos coordinamos con la red sanitaria cuando se produce un ataque sexual. Seguimos el protocolo de asistencia sanitaria urgente y coordinada para ayudar a mujeres víctimas de violencia sexual en la Comunidad de Madrid conocido como código VISEM", confiesa Begoña Moreno.  

¿Cómo llega una mujer aquí? Teresa narra que tras una agresión sexual, la víctima acude al hospital y allí los médicos activan el citado protocolo VISEM. Se enciende una alarma roja invisible. Es un piso cualquiera de un edificio específico, aunque no haya ningún cartel en el telefonillo que indique que allí se oculta un centro de crisis contra la violencia sexual, ellas aguardan a que los casos lleguen.

En el centro de crisis 24 horas se trata a mujeres mayores de 16 años, pero la línea 900 está abierta a todo tipo de víctimas.

Tras una violación, la víctima desconfía de todos

¿Es posible liberarse del trauma sexual?, inquiero. Una pregunta difícil que tiene una respuesta compleja. Por ejemplo, "las víctimas, después de la agresión, tienen más dificultad para disfrutar de las relaciones íntimas. Es una consecuencia terrible también, que se da en los puntos álgidos, cuando el trauma está muy presente", dice Nuria, la psicóloga. Es joven, morena, alternativa. Me explica que las supervivientes desconfían de la gente, creen que el mundo es un lugar horrible, tienen flashbacks de lo que les ha pasado. El daño psicológico es muy importante.

Dos horas después, Begoña me señala una puerta. "Ahora la psicóloga está haciendo supervisión". ¿Qué es supervisión? "Las profesionales venimos con la mochila cargada. Además, aquí empatizamos con el dolor, con la herida psicológica. Acompañamos a las supervivientes. Al final del día, necesitas contárselo a otras compañeras para tú también cuidarte y ver otros ángulos que a veces están ciegos".

Lo más duro del entorno es que te juzgue

¿Cuál suele la respuesta del entorno? Me acuerdo de Pati, a quien entrevisté para RTVE.es. "Lo más duro es que tu entorno te juzgue y no te crea", su voz resuena dentro de mi mente.

Esta psicóloga coincide: "Nos encontramos con respuestas más o menos torpes del entorno. Por supuesto, existe gente cercana que niega o minimiza lo que ha sucedido, como si no hubiera ocurrido. Culpabiliza a la agredida", dice la experta en psicología, aunque matiza: "También tenemos bastantes casos con reacciones a favor de la mujer".

Denunciar una agresión sexual es un proceso doloroso y complicado

¿Qué es lo más duro del trabajo? Lágrimas de Begoña. "Me has pillado", dice tras responder mientras subimos las escaleras, que conducen desde la cocina y su despacho al piso de arriba, donde se encuentran las salas de terapia y la cabina de la línea 900, regañándome afectuosamente tras haber llorado. "Lo más duro es verlas llegar. Lo más hermoso es verlas irse. Lloras cuando las ves llegar, porque el dolor es muy intenso", relata Moreno. "La culpa, tan devastadora, el conocimiento de su malestar anímico, tan real. Tienen terror a salir a la calle, por ejemplo". Pero para Nuria, la peor consecuencia psicológica del trauma sexual después de pensárselo mucho es "no poder disfrutar de la vida", confiesa.

Humor feminista en una oficina

En el piso hay zonas comunes para comer, existen espacios diseñados para crear una atmósfera acogedora. Por ejemplo, la cocina de las trabajadoras, donde hay peticiones muy específicas: "Chicas, ¿dejamos todo limpio y recogido antes de irnos?", lo cual dota de una cotidianidad reconfortante al espacio. Hay notas de humor feminista con sabor mexicano colgado de un armario: "¿Ya se han tomado su cafecito 'despendejador'?"

Mensajes feministas decoran las paredes del centro

Las referencias feministas son constantes en las paredes. Por ejemplo, el office tiene nombre de pionera: "Virginia Woolf". Las salas de terapia también se pintan con una pincelada de color violeta: Sara Fratini, Gata Cattana, Chimamanda Ngozi Adichie; La Pasionaria. Sin olvidar el rincón de los niños, que se llama Gloria Fuertes.

El rincón de los niños

Espera, digo. ¿Cómo hay un rincón de los niños aquí? Lápices de colores, dibujos, juguetes, pegatinas, mesa escolar, sillas diminutas. No me cuadra. "No existe ningún centro que atienda a mujeres sin un espacio para niños y niñas", responde Teresa Moreno. Vale, lo pillo.

Una cita de Nina Simone: 'Te diré lo que es libertad, es la ausencia de miedo'. Una cafetera roja, cápsulas de café, un escurridor con tazas de colores, una del sindicato Comisiones Obreras, pósteres de dibujos de mujeres de diferentes razas y edades; un mapa de los municipios madrileños que acota la zona de actuación del centro, que incluye la Sierra oeste, la Maliciosa, la Encina, el Alberche.

Más atrezzo feminista para dar calor de hogar a un centro que acoge a mujeres sexualmente traumatizadas. Proclamas: "Madrid feminista frente al patriarcado"; una mano femenina empoderada, planetas lila que flotan en un cielo de globos aerostáticos; el poder de la intención de crear un clima relajado en un piso al que las mujeres llegan ateridas por las secuelas físicas y psicológicas.

El centro busca que las víctimas de violencia sexual se sientan acogidas.

Varias citas de mujeres supervivientes de violencia sexual decoran las paredes, buscan dar un toque humano al silencioso piso. "La alianza entre las mujeres lo cambia todo". "Nosotras sí creemos. ¡No estamos solas!". "Nadie, sea quien sea, tiene derecho a faltarte el respeto, sea quien sea". "Ponle fin para tener un principio".

El hashtag de #madridfeminista; símbolos de la sororidad de mujeres en color morado; dibujos de viñetas de Sara Fratini; una mujer protesta con un megáfono durante una mani del ocho de marzo; cómics contra la misoginia; reproducciones de los cuadros de Frida Kahlo; una guerrera de videojuego con la leyenda: 'Mi libertad no cabe en jaulas de plata'. Fotos en blanco y negro de las revueltas feministas de los años 70.

Salidas de la violencia sexual

Anochece, llueve. Madrid se vacía de gente y se llena de coches, como un corazón que se acompasa a su latido continuo. Me despido de Begoña y de Nuria, agradecida. El centro transpira una calma envasada al vacío. Hay un cartel que dice: "Gracias por guardar silencio". Reina la tranquilidad.

Murales feministas realizados por mujeres supervivientes

Las psicólogas, abogadas, trabajadoras sociales terminan su sesión de supervisión. Abandonan el piso. Sólo se queda Katia, psicóloga, que sonríe sin parar, en las pausas para atender el teléfono que suena. "¿Qué es violencia sexual? Toda aquella situación, con contenido sexual, en donde la víctima se ve envuelta y no se respetan ni sus deseos ni su voluntad", reza en un folio en blanco y negro. Queda escrito porque solo lo que se escribe y se retrata permanece. Pasarán los años. Los agresores sexuales seguirán diciendo que no es verdad lo que algunas chicas dicen que pasó. Negarán la mayor cuando llegue una mujer víctima de una violación.

Yo te creo, hermana

"Yo te creo, hermana" es el grito feminista que ha marcado un antes y un después desde la agresión múltiple sexual del caso 'La Manada'. Por algo será. "Ya se sabe lo que pasa: los violadores se agarran a que hubo consentimiento de la víctima porque la agresión sexual es el único delito en el que la superviviente tiene que cargar con la responsabilidad probatoria porque la violencia sexual es una de las violencias machistas invisible. Encima, la sociedad luego la cuestiona", nos decía Pati. Ese es uno de los motivos por el que estos centros se crearon ya que "lo que no se cuenta, no existe".

¿Que le dirías al alguien que haya pasado o pase ahora por tu trauma? "Que no se quede callada, que lo hable con alguien de confianza, que acuda a terapia si lo ve necesario, si está causando un transtorno en su vida porque, al final, la agresión sexual causa un problema psicológico brutal. Pensamos que no, pero sí nos hace daño y nos cambia conductas en nuestra vida. Necesitas que alguien te agarre la mano, necesitas que alguien comparta esta experiencia contigo, necesitas que alguien te acompañe. Nunca te sientas culpable porque no has hecho nada malo", concluye Pati.

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