Wag the Dog. Cortina de humo. Quienes tengan memoria de los años noventa y la presidencia de Bill Clinton puede que recuerden la película Wag the Dog, traducida acertadamente como Cortina de humo.
En ella un equipo presidencial se inventa, con la ayuda de Hollywood, una guerra en Albania para desviar la atención de un escándalo mayúsculo: el presidente ha acosado a una menor. La prensa muerde el anzuelo. La atención del público se centra en esa guerra y sus varios giros de guion, y del delito del político, a dos semanas de las elecciones, nadie habla. Es más, el presidente sube en aprobación popular.
La película y la novela son una ficción exagerada en la trama, pero no en el fondo, la táctica es tan antigua como la expresión española "cortina de humo" o la inglesa the tail wagging the dog, literalmente, "la cola que menea al perro", es decir, cuando lo menor se impone a lo mayor, el detalle al cuerpo principal. En el caso de la película, la invención a la realidad, en el caso de Trump, el alud de titulares a la acción real de gobierno.
Que la prensa pique, tener a los medios distraídos
"No le creas" ("Don't Believe Him") es el título provocador de un artículo de opinión y un pódcast que publicó Ezra Klein en el New York Times esta semana (y que cuenta con versión en español). El titular es la conclusión a la que llega el articulista tras analizar la estrategia de comunicación y gobierno del presidente Trump.
Para ello recupera una entrevista que la cadena publica PBS le hizo a Steve Bannon en 2019, durante la primera presidencia Trump. Bannon es un estratega del nuevo nacionalismo populista y lo fue del primer presidente Trump.
Reproduzco el ilustrativo extracto de la entrevista que destaca Klein: "El partido de la oposición son los medios de comunicación. Y como son tontos y vagos, sólo pueden concentrarse en una cosa. Así que todo lo que tenemos que hacer es inundarlos. Todos los días les soltamos tres cosas, picarán en una y mientras nosotros actuaremos. Los medios nunca se recuperarán".
El alud de declaraciones y anuncios llamativos, provocadores e incluso surrealistas de Trump forman parte de una estrategia deliberada, pensada para que los medios informativos quedemos atrapados comentando y analizando alguno de esos titulares, que a veces quedan en nada, y mientras tanto no prestemos atención a la acción de Gobierno, a lo que realmente están haciendo. Es una técnica que Donald Trump domina.
Veamos las dos primeras semanas de la segunda presidencia Trump: anular el derecho de suelo (que nacer en los Estados Unidos te dé la ciudadanía); montar en Guantánamo un centro de detención para más de 30.000 inmigrantes; comprarle Groenlandia a Dinamarca; retomar el Canal de Panamá, imponer aranceles del 25% a los dos vecinos y socios comerciales principales (Canadá y México); el estrepitoso propósito, ¿majadería?, de hacerse con la franja de Gaza y convertirlo nada más y nada menos que en la "Riviera de Oriente próximo".
Y, cuando aún estábamos bajo ese electroshock, el presidente prohíbe por decreto la participación de deportistas trans en competiciones femeninas, y decreta sanciones contra los miembros del Tribunal Penal Internacional que han osado u osen investigar a ciudadanos estadounidenses o israelíes, como han hecho con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Suma y sigue. No hay día sin uno o varios titulares que rompen leyes, convenciones, tabús o consensos implícitos.
"Las primeras dos semanas de Donald Trump en la Casa Blanca han seguido la estrategia de Bannon como un guion —escribe Ezra Klein—, la cuestión es inundar. El objetivo es el agobio. El mensaje no estaba en una sola orden ejecutiva o anuncio. Estaba en el efecto acumulativo de todo. La sensación de que ahora este es el país de Trump. Este es su Gobierno. Sigue su voluntad. Hace lo que él quiere". Titulares de portada, minutos de emisión, más cuanto más estridente es la declaración, que eclipsan otras acciones o el propio desarrollo de esos enunciados.
La efectividad de la estrategia ha logrado sorprender al propio Steve Bannon, según publica el Washington Post: "Funciona. Me impresiona lo que están haciendo y que los medios no cubren porque es demasiado, no dan abasto. Están abrumando al sistema". Tanto es así, que una de las cuatro posibles lecturas que hace el Post de la propuesta extravagante sobre Gaza es precisamente la de la maniobra de distracción, y lo pone en contexto: "Es destacable que el anuncio de Trump sobre Gaza se produjo en el momento en que la oposición se había movilizado contra las acciones hostiles del presidente y de Elon Musk contra el funcionamiento actual del Gobierno". Justo antes del anuncio, el Washington Post informó sobre la cantidad de maniobras de Musk para controlar la Administración que podrían ser ilegales. Algo parecido hizo el New York Times, sobre cómo Trump desafía los límites legales.
El Post publica esta cita de David Super, profesor de Derecho en Georgetown, tan esclarecedora como alarmante: "Tanto de lo que están haciendo es tan brutalmente ilegal que creo que están jugando y contando con que el sistema no puede reaccionar a tanta ilegalidad de una tacada".
Es decir, en el inicio de su segunda presidencia, Trump no sólo logra desbordar a los medios de comunicación con la cantidad de titulares chocantes que produce a diario, sino también al propio sistema democrático de los Estados Unidos, a ese sistema de contrapesos, de contrapoderes.
El showman, el líder de audiencias, el guionista
Donald Trump heredó de su padre ser un magnate inmobiliario, pero luego él desarrolló un culto a sí mismo y una habilidad para captar la atención fuera de lo común. Hace más de cuarenta años ya que visité Nueva York por primera vez y, además de las Torres Gemelas y el Empire State, la torre Trump era otro rascacielos a visitar y donde hacerse una foto. "Desde que llegó al mercado inmobiliario de Nueva York —escribe el autor Jim Twobbly— hace más de 40 años, Donald Trump ha sido bueno para el espectáculo, para vender periódicos y revistas y para lograr índices de audiencia en televisión que son oro". Trump llegó a la política en 2015 con una amplia experiencia en conseguir la atención del público, un maestro en la materia. Lo aplicó como candidato y lo aplica como presidente.
En el tramo final de esta última campaña, uno de sus asesores, Jason Miller, explicaba en declaraciones que recogió Politico: "Queríamos que la campaña fuera todo Trump todo el rato. Porque los medios se centran en él, porque genera clicks [visitas a la noticia]. Literalmente, un sinfín de periodistas y editores me han comentado 'si ponemos Trump en el titular, conseguiremos clicks y mis jefes estarán contentos'. Así que, sabiendo que todo lo que haga, todos los días, la prensa intentará meterlo en un titular, lo que procuramos es que sean titulares y cuestiones de las que queremos que se hable. Esto ayuda a la campaña electoral, y no dejar que otros lo hagan por nosotros".
Dicho de otra manera, los medios de comunicación caemos en una trampa diseñada: nos sirven el titular en bandeja y lo publicamos automáticamente, sin molestarnos en buscar otro. Y, encima, nos da audiencia. El público lo recompensa, también cae en la trampa.
"Una de las fortalezas de Trump es controlar el relato y, en su segundo mandato, lo seguirá haciendo con instrumentos aún más avanzados a su disposición. Con las redes sociales, la inteligencia artificial y las tecnologías virtuales, Trump tendrá un poder para moldear la opinión pública como nunca antes", es lo que prevé el profesional de Relaciones públicas Ronn Torossian.
Tal como reflexionan el New York Times y el Washington Post, a pesar de verse desbordado por el volumen de desafíos, el sistema de contrapesos en los Estados Unidos ya ha empezado a reaccionar, una juez ha paralizado el decreto que retira el derecho automático a la ciudadanía a los nacidos en EE.UU., otro ha frenado el acceso de Musk y su equipo a los datos del Gobierno y la Administración, el propio Trump ha paralizado temporalmente la aplicación de aranceles a sus vecinos, pero, a pesar de esos contratiempos, poco a poco, titular a titular, día a día y en apenas dos semanas va calando la idea de que Donald Trump hace lo que le quiere por estrafalario o ilegal que sea.
Y en esta segunda presidencia, marcada por una voluntad de revancha contra quienes considera lo han tratado mal, Donald Trump está consiguiendo infundir, además de ese agobio informativo, miedo. Es el pánico a detenciones y deportaciones en el caso de los inmigrantes, y miedo a juicios, multas o cualquier forma de represalias, si uno se enfrenta al presidente o a sus políticas. El relato del presidente todopoderoso se está imponiendo a las barreras que tiene. O debería tener.
¿Agobiado por tanto titular estrepitoso sobre Donald Trump? Pues, ojo, que vienen más. Ni un día sin titular.