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La Cataluña Norte de Puigdemont no tiene nombre (por ahora)

  • El expresidente catalán dijo "estamos en casa" en Elna, región de Occitania, República Francesa

  • Hay en marcha una reivindicación ciudadana para llamar "catalán" a esa zona de alguna manera

ANTONIO DELGADO (corresponsal de RNE en París)
6 min.

“Cuando estamos en Cataluña Norte, estamos en casa”, proclamó Carles Puigdemont al anunciar su candidatura para volver a presidir la Generalitat. Puigdemont lo dijo en Elna, municipio del departamento de Pirineos-Orientales, región de Occitania, República Francesa. ¿Catalunya Nord? Tal cosa no existe, si nos atenemos a las demarcaciones oficiales del Estado francés.

Sin embargo, en ese territorio que no se llama legalmente así hay en marcha una reivindicación ciudadana para llamarlo "catalán" de alguna manera. Una historia compleja de identidades que explica lo que une y lo que separa a los dos lados de los Pirineos.

El escenario es la franja de tierra en el sur de Francia que coincide grosso modo con el histórico condado del Rosellón. Una entidad que fue de la corona de Aragón, luego de la española y, desde el tratado de Paz de los Pirineos (1659), de la francesa. Y, con raíces culturales catalanas que persisten pese a esos vaivenes. “Aunque de manera folclórica y marginal. No es una identidad política”, subraya a RNE el sociólogo Dominique Sistach, profesor en la Universidad de Perpiñán.

No es una identidad política

Ahora es el departamento francés –equivalente a provincia— de Pirineos-Orientales. Pero la huella catalana aún se aprecia en la toponimiaCastelnou, Prats de Molló, Prades-; las fiestas con sardanas; el escudo con senyera de la capital, Perpiñán, o en los clubes de rugby Dragons Catalans y USAP. Este último usa como himno una adaptación de L’Estaca de Lluís Llach. Aunque parte de su afición apenas acierta a corear lo de "tomba, tomba, tomba".

Porque la herencia catalana es débil en un elemento clave: la lengua. ¿Cuánta gente se maneja en catalán a este lado de los Pirineos? Según un estudio promovido por la Generalitat de Cataluña, en 2016, un 35% de la población del departamento era capaz de hablarlo. Eso serían unas 150.000 personas.

Sistach cree que su presencia real en la vida cotidiana es mucho menor. “Muy, muy poca gente lo habla”. Cada vez menos, añade el periodista Antoine Gasquez.

"En los años 60 o 70, en los pueblos se hablaba catalán"

“En los años 60 o 70, en los pueblos se hablaba catalán. Ahora los pocos que sí, lo hacen como reacción, en defensa de una cultura que está desapareciendo. La lengua se pierde poco a poco”, lamenta el director de La Semaine du Roussillon.

Esa revista dedicaba esta semana un reportaje a la Diada de Sant Jordi. En el Rosellón también hay libros y rosas el 23 de abril. Aromas de cultura catalana. Pero sin apenas lengua ni proyecto político. La identidad es materia escurridiza, pero hay un dato rocoso que demuestra la diferencia con el sur: las elecciones.

Desde 2020, el ayuntamiento de Perpiñán está gobernado por Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen. Nacionalista, sí, pero nacionalista francés. En las legislativas de 2022, los cuatro escaños en juego en Pirineos Occidentales fueron para esa formación. Las candidaturas regionalistas Oui au Pays Catalans y Unitat Catalana apenas sumaron el 2,5% de las papeletas.

Hay gente a la que si le preguntas ni siquiera sabe quién es Puigdemont

Puigdemont bien puede sentirse en casa en este departamento. “Pero aquí hay gente a la que si le preguntas ni siquiera sabe quién es Puigdemont”, afirma el sociólogo Sistach. “La gente que defiende el catalán, que no son muchos, sí están al tanto de su presencia. Pero la mayoría de la población, no”, corrobora el periodista Gasquez.

Los dos apuntan a lo demográfico como principal factor disolvente de lo catalán. El departamento de Pirineos Orientales tiene la tasa de paro más alta de la Francia continental. Hay una emigración laboral constante. Jóvenes de aquí que se van. Y a la vez una inmigración de franceses de otras partes de Francia que vienen atraídos por su conjunción de mar y montaña.

“Desde los años 70, en torno al 70% de la población se ha renovado. Llegan miles (de vecinos nuevos) cada año. Esencialmente jubilados”, dice Sistach.

Ramon Faura no lo niega. Este perpiñanés de padre gerundense es el fundador y coordinador de la asociación Angelets de la Terra —nombre que, en buena tradición catalanista, alude a una revuelta campesina en el siglo XVII, en este caso contra el rey de Francia—.

"La visión del Estado francés es la misma que la del español"

Faura admite que el catalanismo de aquí no puede compararse al del otro lado de las montañas. “Aquí es más tradicional, folclórico. No tiene tanta vertiente política”. Pero lo atribuye al diseño centralista de la República Francesa. “La visión del Estado francés es la misma que la del español. Solo que en Francia ha tenido éxito: centraliza el poder en París”, dice.

La identidad está viva, sirve de cohesión social

Con todo, Faura prefiere ver la senyera medio izada. “Hay personas que están llegando aquí y se hacen catalanas. Se disfrazan de gigantes, bailan sardanas, aprenden el catalán en clases para adultos. La identidad está viva, sirve de cohesión social”, asegura.

Faura confía además en la capacidad movilizadora de una nueva causa: cambiar el nombre del departamento. El actual, Pirineos-Orientales, data de 1790. Eran los tiempos de la revolución y las nuevas autoridades optaron por una denominación aséptica para hacer olvidar el sabor a antiguo régimen del nombre Rosellón.

Pero el Consejo Departamental —equivalente a una diputación provincial— se ha propuesto ahora cambiarlo por otro que haga referencia “a nuestra herencia y nuestra cultura”, según su presidenta, Hermeline Malherbe. Y promete una consulta ciudadana antes de fin de año. ¿Catalunya Nord? No tan rápido.

Esa sería la fórmula ideal para Faura, porque sugiere que este trozo de Francia es en esencia un trozo de Cataluña. En la jerga de iniciados, la Cataluña española sería de hecho la Catalunya Sud. Es la idea que insinuaba Puigdemont con su metáfora de la casa.

Pero por esa misma razón, la denominación es problemática en Francia. El propio líder de los Angelets admite que es improbable que se imponga. “Demasiado política”.

Un colectivo está reuniendo firmas a favor de la más modesta: Pays Catalan. Fue la opción más popular en un sondeo en internet de la emisora pública France Bleu el pasado enero. Aunque hay quien arruga la nariz recordando que no todo el departamento es catalán. Un escalón por debajo en la escalera identitaria está la opción: “Pirineos catalanes”. Faura la firmaría.

“Lo máximo que pedimos es tener nombre. En el sur hacen un referéndum por la independencia, nosotros hacemos un referéndum para existir”, dice sin amargura.

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